Margarita Musto: “Los personajes están satirizados, mueven a la risa. Pero esas fotos que se muestran son lo real. Eso pasó”

Entrevistas Centrales / 29 septiembre, 2023 / Luis Vidal Giorgi

 

El autor austríaco Thomas Bernhard (1931-1989), novelista y dramaturgo, vuelve a estar presente en nuestros escenarios, con su característico ajuste de cuentas hacia el pasado de su país. Esta obra agrega también a su interés el retorno a la actuación de Levón, luego de culminar su ciclo de más de cuarenta años en la Comedia Nacional. Conversamos con la directora de este estreno.

 

 

-Thomas Bernhard es un autor que, tanto en la narrativa como en la dramaturgia, se caracteriza por un uso particular del lenguaje, con un tono intenso y crítico de su entorno. ¿Cuáles son los aspectos de su escritura?

-El interés que despierta un texto de teatro abarca siempre dos aspectos, los temas que aborda y el “cómo” está escrita, que es el lenguaje que encuentra el autor para hablarnos del tema. En este caso nos presenta una familia enclaustrada, obsesiva, que tiene adherido el nazismo en “cuerpo y alma”. El texto escrito tiene una estructura musical, está presentado como en el verso contemporáneo —sin rima—, pero que nos exige un ritmo particular en el habla. Uno de los personajes prácticamente no dice nada, reacciona desde un silencio provocador, pero los personajes le demandan una respuesta que en la mayoría de los casos no llega. Entonces, no son monólogos, son diálogos frustrados. Es un lenguaje tan obsesivo como los personajes, vuelve a los mismos temas siempre, giran sobre sí mismos. Las acciones tienen la misma característica obsesiva. Intercambiando mails con Levon sobre la dificultad de este texto para el trabajo actoral, me escribió: “Bernhard ama, si es que se puede amar a los actores; y su forma de amar es despiadada. La búsqueda se centra en establecer el estilo que sustenta el alma encarnizada del autor”. Desde la dirección, la dificultad radica en que por más seductora que sea su forma de escritura no es una belleza vacía, no se puede caer en la tentación de la facilidad formal, porque en realidad lo esencial es mostrarnos el peligro que representa esta gente rabiosa, estos enfermos morales de nazismo.

-Esta obra tiene entre sus temas el pasado donde predominó la violencia política y la intolerancia, en este caso el nazismo, pero en la actualidad asistimos a un resurgir de esas posturas. ¿Cómo ves la vigencia de la obra en este contexto?

-Tiene una vigencia aterradora. Estos personajes buscan volver. Los vemos crecer en distintos países. No podemos olvidarnos que hay un montón de gente que los vota. Por eso es muy bueno ver lo que en realidad son. Bernhard, con su odio a los nazis, nos demuestra que no se trata de una ideología, es una perversión espiritual. Son crueles, implacables, violentos, desprecian la cultura, detestan y persiguen a quienes piensan distinto, aceptan la tortura, y piensan que hay gente de primera y gente de segunda.

-De todos modos, lo más interesante deben ser los dilemas de los personajes ante el pasado. ¿Cómo lo vivencian y lo enfrentan?

-Lo vivencian con nostalgia y sueñan con volver. La obra ocurre un siete de octubre, cumpleaños de Himmler, creador de las SS. Uno de los personajes más crueles, lugarteniente de Hitler. Esta familia celebra todos los años su cumpleaños. Se visten de fiesta, toman champán, brindan por Himmler y por la “idea”, por la “única idea”.

En la obra ocupa un lugar importante un álbum de fotos, mirar esas fotos desencadena comportamientos desbordados en los personajes. Nostalgia, ajustes de cuentas, un “volveremos”.

-¿Qué otros elementos significativos de la obra y su propuesta escénica señalarías?

-Destacaría el compromiso y la adhesión que despertó este texto en todo el equipo. A actrices, actor, diseñadoras y diseñadores, nos llegó de una forma muy personal. La búsqueda de las fotos que se proyectan, que forman parte de ese álbum, nos movilizó fuertemente. Esas fotos son la realidad. Los personajes están satirizados, mueven a la risa. Pero esas fotos son lo real. Eso pasó.

-¿Además del retorno a la actuación de Levón, luego de su salida de la Comedia, algo más que quieras agregar?

-Con Levón hemos trabajado varias veces. Es responsabilidad o culpa de él, que yo de vez en cuando dirija. Él me llamó por primera vez para dirigir Blackbird, en 2013. Así que ambos sabemos a lo que nos enfrentamos cuando trabajamos juntos. Me gusta ese reto, lo considero un gran artista, un tanto extraño…Tiene cosas geniales. Y Miriam Gleiger y Silvia García son también excelentes, tienen gran experiencia, y transmiten esa cosa tan preciosa que tienen los actores y actrices “veteranos”, las huellas del tiempo que les da una cualidad de fuerza especial al apropiarse del espacio escénico.

 

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