Macunaíma, poeta del reencuentro fraterno
Nota / 30 junio, 2020 / Luis Vidal Giorgi
Atilio Duncan Pérez Da Cunha (1951-2020), el querido y siempre necesario, creador, difusor y agitador artístico, Macunaíma. Supo estar desde los años sesenta marcando presencia en peñas literarias y musicales, en bares montevideanos que eran lugares de encuentro, en teatros, recitales, gran conocedor de poetas, escritores y músicos, combinaba de manera audaz para aquel momento, Dylan y el Che, Tropicalia con Piazzola, Brecht y Beckett, más Los Beatles y Zitarrosa, y por supuesto, el canto popular uruguayo que se forjaba en los años setenta como resistencia cultural, al cual aportó como creador y periodista.
Tuvo una amplia trayectoria en varios ámbitos, destacándose con su voz grave en sus programas en las radios CX36 y CX 30, en ciclos que se prolongaron hasta actualidad en el Sodre, siempre con original selección musical y palabras poéticas. Como periodista escrito publicó en varios medios, como Guambia, El Dedo, el diario La Hora o la prensa barrial juvenil de una época, como La Voz de Pocitos. Luego, dedicado a la publicidad, área en la que logró un reconocimiento profesional destacado, y que en la actualidad lo condujo a ser profesor universitario en la Facultad de Ciencias de la Comunicación. Pero ante todo era poeta, por vocación y sensibilidad, y como tal publicó varios libros, entre ellos: Derrumbado, nocturno y desván; su doble volumen Pasajero de las sombras y Los caballos perdidos; Fantasmas en la máquina. De este último tomamos unos de sus poemas, donde refleja aquel sentido del arte que Macunaíma tuvo siempre presente, en el que “la poesía es un arma cargada de futuro” junto a la esperanza de los sufren las injusticias.
Escribe Macunaíma:
“No viviré / con un dolor de pájaro / caído en su miedo / aspirando / este aire / donde ceniza y fuego / se confunden / pondré mi pie / en el mundo / hasta el último instante / pensando / que también soy / los (nos)otros.”
Cierra el libro, en su contratapa, una frase de Washington Benavídes sobre la poesía de Macunaíma: “Y una última advertencia: estos poemas ayudan a vivir”. Y Macunaíma con sus palabras, gestos y acciones escritas o en el aire, ayudó a vivir. Nuestro recuerdo fraterno agradecido.
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Su libro doble Pasajero de las sombras y Los caballos perdidos, se cierra con una poesía a un amigo fallecido, lo dejamos como parte de nuestro recuerdo, que, como dice su texto, brota de su nombre:
“Al intentar de nuevo
las líneas de su rostro
su aliento su garganta
se me escapa la vida
como arena entre los dedos.
Lo levanto
como un breve castillo
hecho de viento y naipes
porque su nombre puede
todavía
brotar amante miel
a través de la losa
hasta una curva
que roe su memoria
con duros incisivos
de olvido y de sombra.”
Atilio Pérez Da Cunha (“Macunaíma”)