Estas crónicas de Sansón Carrasco tienen la virtud de
sumergirnos en aquellos años cuando, a tres décadas de
terminada la Guerra Grande, Montevideo empezaba a extenderse
más allá de los antiguos límites de sus murallas,
derruidas hacía ya medio siglo. A pesar de su constante
crecimiento, la ciudad conservaba aún sus características
aldeanas, su aire pueblerino, sus personajes típicos, sus
costumbres tradicionales.