Entrevista a Gustavo Bianchi – Fabio Zidán

Teatro / 29 julio, 2022 / Luis Vidal Giorgi

 

LA FORMA DE LAS COSAS: LA VULNERABILIDAD DEL AMOR  Y DEL ARTE

En el Teatro Circular se ha estrenado la obra La forma de las cosas, del dramaturgo norteamericano Neil LaBute, en una colaboración poco frecuente y desafiante, dos teatristas de trayectoria, Gustavo Bianchi y Fabio Zidán, han llevado adelante una dirección en conjunto. Conversamos con ellos sobre esta obra que nos muestra situaciones muy actuales sobre temas de siempre: el amor y el arte.

 

–El autor norteamericano Neil LaBute, además de prolífico dramaturgo, ejerce como cineasta. Se formó con David Mamet y ha incursionado tanto en el drama como en la comedia. ¿Qué otro aspecto destacarías de este autor y cómo llegaron a conocer y entusiasmarse con este texto?

Gustavo Bianchi – Honestamente, mi acercamiento al texto fue por Fabio, quien me invitó a este proyecto, generosamente me ofreció una codirección, a la que no dudé en sumarme. Este entusiasmo se debe precisamente a lo que este texto maravilloso nos propone y de la manera que lo propone, acercarse a los límites de la ética, reflexionar sobre esto en el marco de una serie de escenas cotidianas, dentro de una especie de comedia negra, muy ágil y realmente sorpresiva.

Fabio Zidán – El autor teje inteligentemente las tramas internas por las que atraviesan los personajes. Esto enriquece los conflictos tanto de la obra como de las relaciones, permitiendo a la dirección hacer hincapié en los cambios de situaciones y de espacio.

–En la puesta en escena, ¿cuáles son los temas presentes que se resaltan y que consideran actuales en este tiempo digital de redes sociales y relaciones líquidas?

GB – El tema más importante que resalta en la obra es la complejidad de las relaciones humanas, los límites éticos en una relación, y la vulnerabilidad a las que nos somete el amor. Pero, y acaso tan importante, cuáles son también los límites del arte. ¿Qué cosa podemos considerar una obra de arte y qué cosa no lo es?

FZ – La subjetividad de cada personaje es un pilar importante en el desarrollo de la trama, además del amor, la perversidad, los objetivos personales, aparece la manipulación como herramienta para conseguir los objetivos, cosa que vemos muy a menudo en las redes sociales.

–Respecto a la obra, en una entrevista el autor expresó lo siguiente: “muestro de lo que somos capaces por complacer a alguien, estás tan preocupado de lo que piensan los demás de ti que olvidas quién eres tú, pierdes tu esencia”. Esta frase no solo interpela al espectador, los enamorados, también a los artistas. ¿Cómo vivís, en tanto creador, esa batalla interior?

GB – La alteridad nos persigue, como humanos que somos, como seres gregarios, siempre nos importó agradar, complacer al otro… de ahí los adornos, la vestimenta, la moda… Hoy en día la aprobación de los demás se ha vuelto casi obsesiva, basta con ver la interacción en las redes y la repercusión que esto tiene, se llega incluso a perder de vista el contenido para que la forma pueda atrapar algún like. El artista no está exento de este fenómeno, cualquier artista como tal ansía el reconocimiento del público, de la crítica, de sus pares.

Para bien o para mal, sabemos que la trascendencia de un espectáculo en nuestro medio difícilmente pueda llegar a hacerte perder el norte, pienso que en nuestro país la honestidad a la hora de la creación sigue siendo genuina; de verdad siento que todo creador es honesto consigo mismo, que transita en busca de su verdad, más allá de algún esporádico canto de sirena… y, si eso no ocurriese, aparecen textos como este, para hacernos reflexionar, justamente, acerca de las fronteras del arte, acerca de los modos y las forma de las cosas.

FZ – Analizar el texto y plasmar la puesta nos interpeló a todos; de alguna manera, en algún momento de nuestras vidas, manipulamos, exigimos cambios tanto físicos como morales para complacernos.

–¿Alguna situación o diálogo significativo de la obra?

GB y FZ – La situación del personaje central al enfrentarse a la realidad es, nos parece, el momento más significativo de la obra:

“Todo esto fue real para vos, por lo tanto existió, no lo fue para mí, por lo tanto no existió, todo es subjetivo”.

“Deberías saber que todo tiene un precio… siempre hay alguien que paga por tus dos minutos de fama”.

–¿Algo más que quieran señalar sobre la puesta o sobre el delicado proceso de dirigir entre dos?

GB – Cualquier puesta en escena significa escucha, para con los actores, el equipo técnico y hasta para con uno mismo. En el caso de una codirección, esa escucha debe necesariamente potenciarse, es claramente un desafío, pero suma el placer de una discusión sana, un intercambio de ideas, una conjunción de esfuerzos que si apuntan en la misma dirección, sin dudas mejoran, hacen crecer la idea, el trabajo de los actores y el espectáculo final.

FZ – Compartir la dirección con un colega fue reconfortante desde la intriga del inicio al final del camino recorrido, ver que de a poco las coincidencias en el proceso empezaron a florecer hizo que todo el trabajo justificara este acierto de trabajar con Bianchi.

Comentarios