Centenario de Rubén Castillo (1922 – 2022)

Nota / 3 octubre, 2022 / Luis Vidal Giorgi

 

En radio, teatro y TV se reconoce su huella

Rubén Castillo fue ante todo un comunicador con sus palabras impregnadas de sensibilidad, ya sea tanto en los medios que transitó como en el arte teatral, difundiendo y ejercitando siempre lo innovador y lo nacional.

 

INNOVADOR EN RADIO Y TELEVISIÓN

 

Nacido en Rivera, fronterizo que siempre tendió puentes entre los creadores y muy especialmente entre las generaciones, dando lugar relevante a los jóvenes en todas las áreas en las que intervino.

Desde la radio, con su programa Discodromo, donde fue el primero en abrir los micrófonos a la participación de los oyentes, a su inolvidable programa en vivo en la TV —también denominado Discodromo con el añadido de Show—, los domingos en Canal 12, espacio en la pantalla en el que la música popular uruguaya tuvo su impulso y un público entusiasta. Un programa impensable en la televisión actual, donde compartían presentaciones y se daban a conocer desde los novedosos rockeros como los Shakers o Los Delfines, con Los Iracundos, Zitarrosa y Los Olimareños.

Desde la radio, ya de los años sesenta en adelante, difundió a un joven Serrat, a Chico Buarque, a un menos conocido Patxi Andión, o las últimas composiciones que Piazzola le mandaba, junto a la música popular uruguaya que se iniciaba en dicha década con cantautores como Darnauchans o Dino. Tuvo una audiencia compuesta por oyentes jóvenes, deseosos de esos espacios de comunicación libre en plena dictadura.

EL TEATRO, OTRA DE SUS PASIONES

Desde esta página teatral, queremos recordar especialmente su actividad en el ámbito del arte escénico, donde hizo su aporte en la creación y también, con la generosidad que lo caracterizaba, en la difusión de los otros creadores, ya sean consagrados o emergentes, como parte de un movimiento que aportaba a la cultura nacional.

Como director se inició en 1956, pero antes había fundado, junto al recordado Eduardo Prous, el grupo Teatro Libre en 1954, que estuvo en varias salas, fundamentalmente en el desaparecido teatro del Palacio Salvo; allí, en ese escenario, puso en escena obras de los norteamericanos Miller, Steinbeck, Odets y de un joven y desconocido Milan Kundera. Abandona la dirección en 1966, intenta retomar en 1978 con una obra de su amigo Carlos Maggi, con quien llevaron adelante varios proyectos culturales, como el Club del Libro en Radio Sarandí, la obra era Amor y boda de Jorge con Georgina, pero la censura de la dictadura le impidió volver a dirigir. A partir de esa situación, Rubén Castillo continuó dando espacio a la actividad teatral en sus programas de radio en Sarandí, CX 36 Centenario y al final en Emisora Del Palacio FM. En los ochenta organizó la Asociación de Críticos Teatrales, que tenía una nutrida presencia de sus integrantes en los diversos medios, especialmente los semanarios que fueron importantes para el retorno a la democracia. En ellos, Castillo colaboró en el Correo de los viernes y Alternativa Socialista.

La Asociación de Críticos, con Castillo en primera fila, tuvo un aporte en la movida cultural de los ochenta, al volver a celebrar la entrega de los premios Florencio sin proscripciones, en el Teatro Solís. Y muy especialmente en los Festivales Internacionales que organizó, posibilitando la llegada de grupos de alta calidad artística, alternando lo clásico con la vanguardia. Así llegaron a nuestras tierras y dejaron su influencia e impronta: Eugenio Barba y el Odín; La Zaranda de España, o el relevante director brasileño Aderbal Freire, con quien Castillo trabó amistad y elaboró en conjunto un libro de reflexiones sobre el teatro, que luego se expresaron en las excelentes direcciones que Aderbal realizó en la Comedia Nacional y el Teatro El Galpón.

 

Rubén Castillo, con su aporte original en todos los ámbitos en que se destacó, con su actitud abierta, siempre dispuesta a apoyar los más diversos estilos de expresión en el arte, impulsando la cultura nacional, generando espacios de encuentro y reflexión, fue una voz imprescindible que identifica una época que hace a nuestra identidad cultural actual.

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