El próximo estreno de Teatro El Galpón, en la Sala Cero, es una adaptación teatral de la novela Viralata, publicada en el 2015 por Editorial Rumbo y que en este mes de octubre es reeditada especialmente por la Editorial Hum-Estuario, en el marco de la Feria del Libro. Su autor, Fabián Severo, nació en Artigas en 1981, ha obtenido premios por su obra poética en los concursos del MEC, con su libro Noite nu Norte, y obtuvo el Premio Nacional de Literatura en Narrativa Édita en el 2016, justamente, con su novela Viralata.
Viralata designa a los perros callejeros que no son de ninguna raza y que andan con su hocico dando vueltas las latas y olfateando los rastros, para encontrar algo de comer. El protagonista se identifica con esa característica de no saber sus orígenes, porque “en la frontera lo que falta es padre, que se afunda en el misterio”; mientras las madres cantan para calmar a sus hijos, dice el protagonista: “El mundo debe estar hecho de madres que cantan para sus hijos. Aunque su voz nunca salgan en la radio. La fuerza de sus canción y el balanco de sus brazo deben hacer que el cielo no se desarme”.
Y otra de las características del texto es que está escrito en portuñol, con la impronta específica de la región de Artigas, que es parte del Uruguay profundo y olvidado. Esa presencia de la lengua materna es, para el autor, lo que le permite ahondar en su memoria y desgranarnos con ternura los recuerdos, que va tejiendo el protagonista.
Va presentando ese paisaje de rostros curtidos con un lenguaje pleno de imágenes y poéticas reflexiones, desde la sabiduría y la franqueza de su ambiente fronterizo. Por lo que constituye un contexto y una forma de contar que la dramaturgia nacional no ha transitado.
Señala el autor: “Cuando recuerdo, cuando siento, cuando pienso, lo hago en portuñol. Luego, hago un intento por pasar al papel esos sonidos y silencios que escucho en mi cabeza, y allí experimento con mi versión escrita del portuñol. Trabajo sobre la musicalidad y el significado de las palabras, las voy combinando para que adquieran el tono acorde a la temática para que el texto resulte verosímil. El portuñol me brinda mucha musicalidad pero el español y el portugués me brindan variedad de léxico. El trabajo del escritor es combinar palabras, encontrar las palabras que nacieron para vivir juntas”.
Y así el protagonista va tratando de armar su árbol genealógico para encontrar sus raíces, pero lo que encuentra son las palabras para contar su historia, palabras que debe soltarlas a volar, porque: “Las palabras son de nadies. Lo mejor es soltar ellas… Si uno le corta las ala y amarra ellas en la jaula de nosso peito, elas podem morir de sed, silenciándose hasta hincharnos de tristeza.”
Y otro de los personajes agrega: “Yo hayo que debería de haber un lugar, desas oficina pública, onde uno pueda ir, sacar número, y que en algún mostrador, alguien nos contara nuestra vida. Que una persona buscara en unos papel y nos dijera qué cosas nosotro tenía feito mal, cómo ían ser las mañana. No sé. Alguien que contara el final de nuestra historia. Assim, uno podía voltar pras casa, vacío de las pregunta, aliviado de las aguja del desconhecimento”.
Por eso queremos compartir estas palabras de un joven autor del norte de nuestro país. Un equipo conformado por Rodolfo da Costa, Dante Alfonso y Carolina Pereira en la actuación. Osvaldo Reyno, en la escenografía; Valentina Gatti y Magalí Millán, en vestuario; Andrés Guido, en iluminación.
Ya que el teatro puede y debe contar estas historias sin final.
Luis Vidal Giorgi (director)