Alguien controla los dados es la primera novela en solitario de Mateo Arizcorreta, una verdadera sorpresa descacharrante de relato construido por cuatro voces opuestas y que, al mismo tiempo, suenan en sintonía.
En las primeras páginas de Alguien controla los dados se nos presenta a los cuatro personajes protagonistas (en realidad, se los bautiza nada más, presentarse lo harán ellos mismos por su propia voz y acciones en las páginas siguientes) que serán los narradores e hilo conductor de toda la novela. Ellos son Adrián, un mago bastante venido a menos; Amalia, una música frustrada que trabaja en una veterinaria; Gutiérrez, un empresario con ínfulas de megalómano; y Griselda, quien otrora fuera una de las mejores astrólogas publicadas pero que ahora no está pasando precisamente por el mejor momento. ¿Qué tienen que ver entre sí todos estos personajes? En un principio, nada. Cada uno de ellos comienza a contar el momento en el que se encuentran, las vueltas de la vida que los han llevado hasta aquí y de repente tenemos la primera coincidencia entre los cuatro (y no es una coincidencia feliz): están todos en crisis o al borde de una.
El mago que fracasa rutilantemente en cumpleaños infantiles (y ya desde esa primera secuencia, la carcajada se dispara fuerte en el lector y no hay vuelta atrás); la música que no logra componer y la acecha la figura omnipresente de un exnovio; el empresario que se obsesiona con el éxito de su franquicia de apuestas ridículas; la astróloga que queda desconectada por completo de la realidad; cada uno de estos casos se nos va narrando casi que a modo de monólogo unipersonal de teatro, pero pronto los universos comenzarán a interconectarse de maneras inesperadas (que no adelantaremos aquí, ya he adelantado bastante) y, muchas veces, muy graciosas. Pronto, la comedia de enredos (casi que un sainete moderno y urbano) queda presentada y es entonces que Mateo Arizcorreta (Montevideo, 1986) demuestra lo hábil que es al timón del absurdo, el despropósito y la situación bizarra y delirante.
Con ritmo endemoniado (es, verdaderamente, una novela muy difícil de dejar de leer), Arizcorreta construye un universo de personajes al límite, consumidos pronto por situaciones límite. Con cuatro voces claramente diferenciadas (nunca más después del principio se corresponden los textos con los nombres de los personajes, pero jamás dudamos sobre quién está hablando) y un manejo absoluto de la estructura donde estos se mueven, el autor logra un efecto humorístico notable, uno donde el delirio se mueve sobre estructuras por completo reconocibles, pero salta de repente para mordernos en la nariz y disparar la risa alta y fuerte. El viaje que realizarán los personajes (literal y filosófico) es uno de esos que deben leerse para creerlo, un relato hermanado con la obra más efectiva de Christopher Moore o Terry Pratchett.
Con esta, su primera novela en solitario (Arizcorreta elaboró a cuatro manos junto a Diego Ruiz ¿No has oído hablar de Cardoso?, también para la flamante, y responsable de libros muy bonitos, editorial Tajante), el autor se demuestra como un maestro del humor absurdo, dueño de un ritmo narrativo arrollador, una influencia visual notable (cinematográfica) y creador de personajes memorables.
Un montón de cosas buenas que impulsan a correr a buscar esta novela.