Teatro por el mundo

Teatro / 31 mayo, 2018 / Luis Vidal Giorgi

El mes pasado se festejó el Día de la Madre, sobre el cual, envuelto en un manto consumista, se olvida uno de sus orígenes, que fue un llamado contra la guerra de la norteamericana Julia Ward Home, en 1870. Obviamente el teatro ha tomado la figura de la madre como personaje central en varias de sus obras significativas.

MADRE HAY UNA SOLA PERO MODELOS HAY MUCHOS

Dentro de ese abanico de personajes maternos, como modelo positivo en un momento revolucionario, resalta la obra La madre, del escritor ruso Máximo Gorki; el personaje central de la ficción va tomando conciencia política y continúa la lucha de su hijo enviado a Siberia por la policía zarista, actitud que puede asimilarse, en la realidad, a las Madres de Plaza de Mayo. Aclaremos que es una novela que ha conocido versiones teatrales y una famosa adaptación cinematográfica de Pudovkin.

Luego podemos mencionar Madre Coraje, de Brecht, donde una madre, en medio de un mundo en guerra, lucra con la misma por una estrategia de supervivencia, pero su actitud calculadora tiene un desenlace fatal para uno de sus hijos.

Y por último, como modelo negativo, la tan representada madre de La casa de Bernarda Alba, escrita por García Lorca dos meses antes de ser fusilado en 1936 y recién estrenada en Buenos Aires, por Margarita Xirgú, en 1945. Bernarda Alba es la madre autoritaria por excelencia y fue expresión de esa España oscurantista del franquismo, que duró más de cuarenta años. Madre de ideología patriarcal si las hay: “Hilo y aguja para las hembras y látigo y mula para el varón.”

Y esta obra, además de sus virtudes dramáticas, tiene un elenco exclusivamente femenino, por lo que siempre hay versiones de este clásico en cartel. Sin embargo, acorde a las tendencias de género que cuestionan las categorías “femenino” y “masculino”, vamos a mencionar dos versiones donde actores o bailarines hombres encarnan algunos de los personajes femeninos.

En Madrid, a principios de año, se puso en escena una versión titulada con honestidad: Esto no es la casa de Bernarda Alba, que según consigan la información y señala su directora Carlota Ferrer: “En Esto no es la casa de Bernarda Alba el espectador se halla ante la búsqueda de un discurso feminista radical, es decir, que intenta viajar a la raíz al poner en boca de hombres actores y bailarines las palabras de Federico, en numerosas ocasiones sus personajes manifiestan el deseo de ser hombres para poder gozar de libertad, se evidencia la fragilidad de la mujer ante la visión dominante del orden heteropatriarcal y su gestión del mundo a través del miedo”.

Presentada en un teatro oficial de la comunidad de Madrid, es interesante considerar si esta iniciativa podría entrar en conflicto en Buenos Aires, con otra postura desde el feminismo radical, que acaba de presentar una ley para que, en los teatros oficiales de la ciudad, haya un porcentaje mayor y fijo de direcciones y personal contratado para mujeres e integrantes LGTB.

La legisladora Andrea Conde que presentó la propuesta señala: “La historia siempre fue contada por varones y vemos que el relato de los pueblos también se escribe en las artes. Allí la mirada de las mujeres quedó mayormente oculta y la de otros géneros, más. Por eso proponemos una ley que permita recuperar y poner en escena los relatos de las mujeres y géneros no binarios que hoy quedan relegados y también su participación en todos los roles. No pueden seguir siendo solo los varones los que cuentan la historia”.

BERNARDA CON VOZ DE HOMBRE

Aunque justamente en Buenos Aires, en el Teatro La Mariana, con dirección de Darío Scarnatto, se presenta otra versión de Bernarda Alba, con algunos actores hombres en los papeles femeninos, dice el director, aclarando que los actores mantienen en escena su masculinidad: “Lo que escribe Lorca es inherente a todo ser humano, no importa el sexo. Y esta familia es un reflejo de toda la familia, más allá de la temporalidad, el texto es atemporal. Eso lo hace también que toda familia tenga esa esencia, terrible esencia”.

Esta afirmación es paralela quizás con la visión de la directora de la puesta en Madrid, Carlota Ferrer, que señala: “Al poner en boca de hombres las palabras de Lorca se pone en evidencia la fragilidad de la mujer ante la visión dominante del orden heteropatriarcal y su gestión del mundo a través del miedo. Son hombres que narran una determinada historia de mujeres”.

Otro ingrediente de esta versión de Lorca es que aparece el personaje de Pepe el Romano, que es el hombre que despierta las rivalidades entre las hermanas. Y que participó en el elenco el bailarín Igor Yebra, nuestro actual director del Cuerpo de Baile del Sodre.

Traemos a relación el tema de las visiones de género porque la obra de Lorca ha estado vinculada a una reivindicación de lo femenino y luego al tema del amor homosexual, que estuvo sofocado hasta el estreno de su obra El Público, recién en los años 80, tras la muerte del dictador Franco.

BERNARDA CARA DE LEOPARDA

Pero en esa relación Buenos Aires – Madrid, y vinculada al tema materno, en la calle Corrientes, se presenta la obra Madre Amadísima, del dramaturgo español —andaluz, por más señas—, Santiago Escalante. En una de las críticas, señala Gustavo Corelli: “El unipersonal, interpretado por el multifacético actor Oscar Giménez, tiene la nueva versión del texto original y del montaje adaptados por el propio ibérico. Una prosa con elementos simbólicos lorquianos, que fusiona estilos narrativos de lo gestual, lo metafórico y lo flamenco. El resultado: una profunda-dramática y entretenida pieza teatral”.

Aunque en realidad la Madre a la que hace alusión es la Virgen, a la cual el personaje gay, en un pequeño pueblo andaluz, dedicado a la costura, viste su imagen en la capilla del pueblo, mientras va contando su vida, señala la reseña de Alternativa Teatral: En un ir y venir, entre alfileres y costuras, pasan por su memoria los descubrimientos de su infancia en el pueblo, la adolescencia con el despertar de los sentidos, la hipocresía de su sociedad, sus desventuras en el servicio militar, los afectos perdidos y encontrados, y esa búsqueda constante del amor. Pone en el centro de la escena a una ‘mariquita de pueblo’ que lucha por ser feliz, que vive, sufre y ríe con las mismas emociones que cualquier otro ser humano, en cualquier tiempo y geografía”.

Y para terminar con este breve repaso mencionemos otra versión de La casa de Bernarda Alba, nada menos que en Granada, el lugar natal del poeta, que tiene dos características muy particulares, el grupo La Once está compuesto por actrices con discapacidad visual y han apostado, en palabras de la directora Carmen Ruiz-Mingorance, por “versionar en un tono de comedia una tragedia”. Así, “los personajes se trasladan a ámbitos sociales diversos y se crean arquetipos reconocibles: la ninfómana, la choni, la barriobajera, la pija”. Aclaremos que en España es algo así como una pituca. Y continúa la directora: “ …y una Bernarda altiva pero despistada que no se percata de lo que realmente sucede en su casa, aun teniéndolo delante de sus ojos”.

Recordemos que, a su vez, la madre de Bernarda, encerrada en el altillo por su locura senil, le grita a su hija: “¡Bernarda, cara de leoparda!”. La mala madre encarnada en Bernarda ya no asusta como antes por más que siga resonando el golpeteo de su bastón autoritario contra el suelo.

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