Mayo en Cinemateca

Cine / 2 mayo, 2024 /

Estos son algunos de los ciclos que Cinemateca tiene para el mes de mayo.

Ciclo: Centenario Torre Nilsson. Del 2 al 7 mayo

El 5 de mayo se cumplen cien años del nacimiento de Leopoldo Torre Nilsson, un nombre que importa en
el cine argentino.
En este homenaje por su centenario exhibimos seis de sus películas, conla particularidad que cuatro son en
16mm y dos en 35mm.
La tigra (1954), Un guapo del 900 (1960), La mano en la trampa (1961), Piel de verano (1961), La maffia (1972) y La guerra del cerdo (1975).

Ciclo: Semana Cine Portugués. Del 12 al 18 mayo

Manteniendo firme el compromiso de difundir el heterogéneo mapa del cine portugués, sus autores y su historia, la Semana de Cine Portugués vuelve a Uruguay con una propuesta que invita a descubrir o reencontrarse con
una de las cinematografías más estimulantes del presente. Pero este es un año especial, ya que se cumplen 50 años del 25 de abril de 1974, día en que la Revolución de los Claveles
puso fin a casi medio siglo de dictadura en Portugal y marcó el inicio de un nuevo período deapertura democrática y progresiva descolonización. Celebrando esta efeméride, la Semana de Cine Portugués cuenta con una sesión de
apertura especial, compuesta por un programa de tres cortometrajes  documentales realizados en los años inmediatamente posteriores a la revolución.

 

A partir del 19 de mayo tendremos el Ciclo Todas las películas son de terror.

Gonzalo Curbelo (más conocido en la mayoría de los ámbitos como Tüssi Dematteis) encarnaba esa versión de intelectual omnívoro, que cada vez parece estar más en desuso, ya sea por la atomización de la cultura en
espacios de nicho, o la hiperespecialización de la academia en terrenos cada vez más estancos. En sus canciones, pero también en sus notas críticas y sus posteos (con fuckyoutiger y dragonlieder como sitios de culto que
redefinieron la escritura bloggera de la región), lo personal y lo público se hilaban de una forma compleja e intensa. Así, un texto sobre una caminata en el Parque Rodó podía entrelazarse con una crítica furibunda a las nuevas
tendencias del arte grafitero, y de ahí saltar a Basquiat, y de ahí a Andy Warhol, y de Warhol a la Velvet Underground, y de la Velvet a los Stooges y de los Stooges a la estética nazi en el punk y de ahí a Einstürzende Neubauten, y de ahi a los petroglifos toltecas y Leni Riefenstahl. Todo esto se realizaba con la precisión y el brillo de un destello de luz sobre la navaja de un asesino de giallo italiano. Pero entre toda esa cuestión pletórica, lo que más cristalizaba las reglas de su mundo interior eran sus obsesiones cinéfilas. Gran parte de los que lo siguieron de cerca en sus recomendaciones se quedarían en primera instancia con su condición de cultor del cine de horror (al que se
entregaba de forma más cómoda y alegre que a cualquier otro género), pero sus gustos se ampliaban a films más impensados. Si uno tuviese que definir una especie de ética y estética del universo fílmico del Tüssi, se toparía sistemáticamente con una curiosa puja entre un material vital e hiperviril (bien anclado en los tumultuosos años setenta norteamericanos) y una fascinación por la delicadeza de haiku de ciertos films (generalmente
de origen nipón, a veces italiano, casi nunca francés) que retrotraía a una forma antigua de estar en el tiempo y el espacio. Tüssi era más que nada un punk conservador, un oxímoron extraño que guardaba íntima relación con
su molestia casi intestina hacia las pasiones tristes del cine —donde solía abrazar lo físico y sentimental (la combinación entre Walter Hill y Federico Fellini parece calzar como anillo al dedo acá) por encima a lo intelectual—,
que se trenzaba con un hondo anhelo o nostalgia de un mundo perdido que quizás nunca existió, pero que él asociaba a la naturaleza y la costa oceánica uruguaya (aunque también a las fuerzas paganas que se escenificaban en
The Wicker Man o los rituales celtas de Suite Armoricaine). La espiritualidad fue algo que en los últimos años lo marcó más de lo que permitió a otros ver, pero era una espiritualidad que, lejos de la liviandad New age, abrazaba
tanto la luz como la oscuridad, la serenidad como el caos. Este ciclo a algunos les servirá para conocerlo más, mientras que para otros será una suerte de reencuentro, en ese lugar cinéfilo donde las cruces de hierro crecen.

Agustín Acevedo Kanopa


Las películas que integran este ciclo son: Amarcord (Federico Fellini, 1973), The Wicker man (Robin Hardy, 1973), La cruz de hierro (Sam Peckinpah, 1977), The Warriors (Walter Hill, 1979), The Big Red One (Samuel Fuller, 1980), La balada de Narayama (Shohei Imamura, 1983), Hedwig and the angry inch (John Cameron Mitchell, 2001), Let the right one come in (Thomas Alfredson, 2008), Suite Armoricaine (Pascale Breton, 2015)

Los estrenos que llegan a nuestras salas este mes son:

En el marco de la Semana del Cine Portugués estrenamos La flor de Buruti, de  João Salaviza y Renée Nader Messora. En las florestas del estado de Tocatins, centro de Brasil, viven las comunidades originarias Krahô. Cargan con un historial de hostigamiento en contra de su pueblo, pero siguen habitando en armonía parte de las tierras en las que tienen sus raíces. João Salaviza y Renée Nader Messora (Chuva é Cantoria na Aldeia dos Mortos, 2018) vuelven a emocionarnos, esta vez armando un registro en tiempo real de un conflicto
político a través de la mirada de una niña, Jotàt, y nos llevan a descubrir lo poético en lo cotidiano. Los ritos ancestrales, el respeto y el amor por la naturaleza conviven en esta película que es, al mismo tiempo, el retrato vivo
de una cultura y el testimonio de una lucha incansable.
En la función de estreno, jueves 16 de mayo, los directores estarán presentes para hablar de la película y contestar preguntas del público.
De Uruguay, Suecia y Chile, La nieve entre los dos, de Pablo Martínez Pessi. Inés viaja a Kiruna, un pueblo sobre el círculo polar ártico sueco y a más de trece mil kilómetros de Uruguay. Revisita su pasado de exilio, plasmado en centenares de cartas escritas a mano entre ella y su padre, preso durante 14 años. Hoy, muchos años después, Inés decide escribir una última carta a su padre, intentando comprender y recuperar el tiempo pasado.

El viento que arrasa, película argentina dirigida por Paula Hernández. Presa de la fe ciega de su padre, el Reverendo Pearson, Leni lo acompaña en su misión evangélica. Un accidente banal los obliga a detenerse en el taller del Gringo.
Cuando el Reverendo se obsesiona con salvar el alma de Tapioca, el hijo delmecánico, Leni entiende que es momento de asumir su destino.

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