Mario Spallanzani

Entrevistas / 28 febrero, 2019 /

Por Mariano Arana

Hace pocas semanas atrás, concretamente el viernes 25 de enero, recibí durante mi licencia en el interior del país, la triste noticia del fallecimiento de un gran amigo y un talentoso colega: el arquitecto Mario Spallanzani, nacido en Montevideo en 1935.

Confluían en él una rara inteligencia y una infrecuente sensibilidad cultural. En efecto, desde muy joven, tanto Mario como sus amigos José Gamarra y Jorge Carrozino, nacidos en 1934 y 1938, respectivamente, se destacaron por la calidad de sus dibujos, muchos de los cuales aparecieron publicados en la revista El Grillo, editada por el Consejo Nacional de Enseñanza Primaria y Normal a impulsos de algunas dinámicas docentes como las maestras Bell Clavelli y Mercedes Antelo.

Posteriormente, Mario obtuvo varias distinciones en salones nacionales y municipales, y en 1954 ingresó en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República donde llegué a conocerlo y, por cierto, a valorarlo. A comienzos de la década del sesenta del pasado siglo, a poco de culminar nuestra carrera, llegamos a integrar la editorial Ediciones de la Banda Oriental promovida por el profesor Heber Raviolo, quien habría de actuar como gerente por más de 50 años.

En esa época llegamos a trabajar juntos en la transformación del excine Grand Palace, localizado en la Avda. 18 de Julio, proyectando la nueva sala del teatro El Galpón a instancias de Jorge Curi, colega e integrante del elenco de esa institución teatral.

Años después El Galpón decidió contar con dos nuevas salas de más acotadas dimensiones, recurriendo a Mario para instalar, en el amplio hall de entrada, dos escalinatas de acceso, diseñadas con admirable creatividad.

Durante una década tuve el privilegio de compartir con él un estudio en la Ciudad Vieja, proyectando y construyendo numerosas viviendas en Montevideo, Maldonado y Buenos Aires, y participando en varios concursos de anteproyectos.

No menos privilegio fue trabajar en el Centro Cooperativista Uruguayo, bajo su supervisión personal, proyectando conjuntos cooperativos y diseñando variadas tipologías de vivienda a ser realizadas a través de la modalidad de “Ayuda Mutua”, siguiendo los lineamientos definidos por la Ley Nacional de Vivienda votada a fines de 1968. Quizás, lo más destacable del trabajo pionero de Mario fue la propuesta, aun antes de votada la ley, de tres pequeños y ejemplares conjuntos cooperativos: la cooperativa para obreros rurales en Isla Mala en Florida, “Éxodo de Artigas” en Fray Bentos y “Cosvan” en Salto, gracias al apoyo obtenido del Instituto Nacional de Viviendas Económicas.

Con el asesoramiento y la dirección de Mario, el Centro Cooperativista llegó a materializar cerca de 2500 unidades de viviendas en todo el país, facilitando la credibilidad de la ciudadanía hacia el sistema de cooperativas de viviendas.

La calidad general de tales conjuntos se logró mediante la cuidadosa elaboración de las volumetrías, la incorporación de tecnologías constructivas, incorporando la prefabricación liviana y, por sobre todo, gracias a la atractiva configuración de sus espacios abiertos y los servicios arquitectónicos apropiados.

Es de señalar que varios de tales conjuntos están hoy tutelados por considerárselos de interés patrimonial a nivel nacional.

Habría que consignar, finalmente, la destacada actuación de Mario Spallanzani como docente, como fotógrafo, y como autor de análisis teóricos, para consagrarlo como un creador de trayectoria rutilante. Trayectoria que contrastó, ciertamente, con su proverbial modestia y recato personal.

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