Laurent Berger: «En la obra de Shakespeare el miedo a ejercer un poder justo lleva a otro poder peor.»
Entrevistas / 1 agosto, 2019 / Luis Vidal Giorgi
El director francés Laurent Berger estrena en la Sala Campodónico de El Galpón la obra de Shakespeare Medida por Medida, Berger en forma paralela a su intensa actividad como director se ha especializado en la investigación de la obra de Shakespeare, conversamos sobre su estreno y su visión del teatro.
-Hace tiempo ya habías estado en nuestro país. ¿Qué obras habías dirigido?
-Sí, estuve hace muchísimos años, yo era muy joven y venía por primera vez a Uruguay, aunque en esa época yo ya había dirigido en Francia y en Suecia. La primera obra fue con egresados de distintas escuelas. Montamos Berenice de Racine en la Alianza Francesa. Luego dirigí en un programa de posgrado de la EMAD por invitación de la escuela, uno de los trabajos de ese posgrado de experimentación, lo estrenamos en la sala chica del Teatro Circular, se llamaba Niños Salvajes. Guardo muy buen recuerdo de esa experiencia, veinticinco años han pasado y aunque di alguna charla o taller no había vuelto a dirigir aquí hasta esta invitación de El Galpón.
-¿Te has especializado también en lo teórico, en qué aspectos?
-Siempre me gustó en el teatro y en la vida la experimentación, me interesa en momentos muy precisos confrontar esa experimentación sobre lo que es el teatro, con una forma y eso es hacer un espectáculo; pero hay una actividad mucho más extensa en nuestra vida como director, que son los procesos. Hay algunos que desembocan en espectáculos y otros que son para pensar, vivir el teatro de otra manera, sin obligación de resultados inmediatos. En la parte de investigación tengo dos especialidades: la teoría de la dirección escénica y su aplicación contemporánea por una parte, y por otra la materia shakesperiana, en toda su amplitud, tanto el texto como su puesta en escena, tanto su historia como su actualidad. Y esas búsquedas las he ido desarrollando tanto de manera teórica como a través de “workshops” y obras experimentales.
-Shakespeare es inagotable.
-Es verdad que es inagotable como obra de la literatura universal, pero también el Fausto de Goethe o la obra Esquilo; pero Shakespeare tiene una pequeña característica que no lo hace superior pero que le permite conservar más vigencia que otras obras de repertorio en lo que concierne la realización escénica. Tiene una maleabilidad que permite que ese material pueda servir para hacer una puesta de hoy, cosas que son cada vez más difíciles de realizar con Racine o el mismo Molière, algo en ese repertorio se hizo más áspero aunque es difícil definir exactamente qué. Shakespeare todavía tiene esa elasticidad y nosotros los directores aceptamos deformarlo, y tratamos de darle un parecer actual.
-¿Podríamos decir que alcanza con leer a Hamlet ya que están contenidos todos los temas?
-Antoine Vitez la llamaba “la obra de todos las obras”, como que contenía en potencia todo el teatro occidental. Pero eso tiende a ponerla como una obra casi perfecta, una cumbre insuperable. Yo pienso lo contrario, es una obra indecisa, imperfecta, y en muchos aspectos, mala. Además esa obra no existe literalmente ya que nos llegaron tres versiones distintas publicadas de la época del autor, es una obra que defino como cuántica, que tiene varios estados contradictorios y simultáneos, además es una obra que está mal hecha, tiene muchas incoherencias temporales y en la acción. Y aprendí a criticarla con Brecht y sobre todo empezando a desconfiar del personaje principal, que siempre se tiene por un ser superior, supongo que es porque es el personaje de más extensión que ha escrito Shakespeare. Los directores, y los actores todavía tienden a tenerle una admiración un poco ciega y nefasta para entender la obra. Porque enfrente siempre nos sirven a un Claudio criminal y lujurioso, cuando en realidad hay un solo verdadero sicópata, un auténtico “serial killer” en esa obra, y se llama Hamlet. Todo el tiempo hablando de su tío que mató a su padre inocente, pero, ¿quién mata a Polonio?: Hamlet. ¿Quién hace que Ofelia se suicide?: Hamlet. ¿Quién mata a Laertes, Rosencrantz, Guildenstern, Claudio? Cuántos inocentes para matar a un culpable. Claudio fue más pragmático, más moderno, y además le hizo un favor a su cuñada Gertrudis ya que al padre de Hamlet parece que se le daba mejor la guerra que el sexo.
Estamos hablando de un asesino en serie, que se hace pasar por un príncipe con temple, muy intelectual, filósofo, así habla de él, crítico de la exageración del poder pero tiene algo que ver con un niño de una película de horror que se pone a matar cuando le viene el capricho. Eso lo aprendí principalmente de Brecht, desconfiar absolutamente de las obras de teatro, que no son más que un cúmulo de mentiras, y encontrar en la propia obra las herramientas de su crítica.
Podríamos pasar tres horas hablando de Hamlet, porque esto del asesino en serie, es solo una de las muchas ocurrencias que puedo objetivar para decir que esta obra es mala, falsa, en general mal interpretada a pesar de que la presenten como una obra maestra. Es una obra traicionera.
-Dejemos descansar a Hamlet. Vamos a Medida por Medida, esta obra solo se presentó una vez en nuestro medio, fue en el Teatro Circular en los años setenta en el contexto de la dictadura, lo cual influía en su lectura sobre el poder. ¿Por dónde vas tu propuesta con esta obra?
-En el ensayo estábamos improvisando un trabajo muy coreográfico y alguien habló de la dictadura. Yo siempre pienso, como extranjero que te puedes atrever a decir. Te falta de todo para entender de verdad lo que le pasa al actor, como cuando ustedes se dan un paseo por la playa de Arromanches. Hay que estar muy atento a esa sensibilidad cuando tratas de obras políticas pero también preservar cierta ingenuidad te permite tocar donde duele con una inocencia real que uno pierde por querer entender demasiado. Es sano el dolor que uno siente cuando alguien que te toca una herida sin saber de dónde viene, como cuando un niño de descubre por completo con tres palabras. Creo conocer bastante bien esa historia, por muchos exiliados que se quedaron en Francia, pero no puedo vivir la complejidad de lo que significa eso políticamente a la distancia y en la actualidad. Y nuestro trabajo con Medida por Medida es hacer vibrar esa obra en sintonía con la actualidad, aunque la atraviese la historia. En nuestro caso hay un hombre político que dejó que la sociedad que dirigía se pudriera y de repente, por no enfrentar su fracaso, delega a otro hombre la responsabilidad de matar y castigar, eso es casi la historia de las dictaduras, casi no hay dictadura que no nazcan de la complicidad de los gobernantes que tenían el poder antes para su ascensión, en la historia reciente Hitler, a Franco y seguramente la mayoría de las dictaduras militares latinoamericanas.
En la obra, el Duque, después trata de hacerse pasar por bueno y trata de corregir los excesos del fascista que dejó en su lugar, pero el primer pecado fue suyo, al huir de su responsabilidad, ese tema atraviesa toda la obra de Shakespeare. Es el miedo a ejercer un poder justo que lleva a otro poder peor. La obra que lo plantea de manera magistral es el Rey Lear, un hombre que renuncia falsamente a ejercer su poder y todo desemboca en guerra y caos. En Medida por Medida pasa lo mismo, un hombre no tiene el valor de asumir la complejidad de su poder, que siempre es una tensión entre afirmar las leyes y dejar la libertad, en un momento el poder no sabe cómo gestionar eso. Y ese tema es una actualidad de la obra.
-Pienso en Gorbachov o en la vida de cada uno esa situación…
-Claro pasa también en una empresa, en un teatro, también tiene que ver con eso, qué libertad dejo a mis compañeros y qué nivel de control establezco y cómo asumo el poder y doy la cara. Es una obra sobre la responsabilidad individual frente a nuestro poder.
También es la gran obra feminista de Shakespeare, con Todo está bien que termina bien. Cuenta la historia de una chica que durante cinco actos resiste a la opresión masculina para preservar su libertad. A pesar de que le hacen creer que perder su libertad podría salvar a su hermano, ella resiste y trata de ingeniarse para afirmar su libertad enfrentándose a la opresión con mucho coraje, y más ingenio todavía.
No cuento el final de la obra, porque siempre en las comedias de Shakespeare hay un falso final feliz y nuestro trabajo como lectores actuales de la obra, es denunciar esa convención aburrida. Lo lindo es que detrás de esa convención, que a Shakespeare también le parecía aburrida, nos dejó claves escondidas para entender lo que la obra nos puede decir que sea más profundo que ese empalagoso final.
Y hay una tercera trama de la obra, es la relación entre el mundo del dinero y del poder y el mundo real de la gente que vive de su trabajo. Aparecen unos personajes que no tienen la fuerza para revertir esa relación, pero la pueden denunciar, aunque su vida peligra por eso.
-Respecto a tu forma de trabajar y en este caso con un elenco que no conocías, ¿tenés una metodología determinada?
-No tengo metodología, solo tengo cierta ética de trabajo, a su vez muy evolutiva pero que se basa en una premisa simple: nunca volver a hacer lo que ya he hecho. Tengo una vida corta y quiero aprovecharla para descubrir cosas nuevas, trabajar con un elenco que no conozco forma parte de eso. Lo primero que me interesa es vivir una situación comunitaria con un grupo de artistas y luego que eso se transforme en otra situación comunitaria también con el público. Encontrarme con el elenco que había conocido solo por Skype fue una sorpresa emocionante y la verdad es que encontré con este grupo un entorno inmejorable e inusual para trabajar. No dudo que el espíritu de este teatro tiene mucho que ver, con la disponibilidad y el profesionalismo de ese elenco. Pero el entusiasmo, el humor, la sensibilidad son de cada una y cada uno de ellos mismos y hacen que mis horas de trabajos sean más ricas y saludables que mi tiempo de ocio. Y la obra es para nosotros una especie de catalizador que nos obliga a entendernos, compartir y a vivir un montón de cosas juntos, que prepara el espectáculo pero que en realidad son momentos de vida compartida valiosos por sí mismos. Una obra de Shakespeare es una suerte de trampa de la cual solo juntos podemos escapar. Ese material tiene algo esencial que solo lo podemos descubrir cada día, todos nosotros, en el escenario, yo no lo puedo preparar, ni explicar, reside en lo que somos capaces de inventar con el elenco haciendo un camino propio y nuevo.