Héctor Guido: “Es una farsa trágica y Julio Calcagno maneja muy bien el humor dentro de situaciones trágicas”

Entrevistas Centrales / 27 diciembre, 2018 / Luis Vidal Giorgi

Héctor Guido ha desarrollado una ascendente y sólida actividad como actor, entre sus creaciones más recientes se destaca su Arturo Ui de estremecedora contemporaneidad. Paralelamente ha transitado por la dirección con títulos valiosos como Galileo Galilei, también de Brecht, o Agosto, de Tracy Letts. Ahora, para el inicio de la temporada 2019 y en el marco de los 70 años de El Galpón, estrena El Padre, del dramaturgo francés Florian Zeller.

-Retomás la dirección de un espectáculo, luego de una intensidad actividad como actor, con las exigentes direcciones de Aderbal Freire y Villanueva Cosse, ¿cómo se inscribe esta instancia en tu etapa artística actual?

-Cuando yo terminé el período en la Dirección de Cultura de la Intendencia, me reintegré a El Galpón, también ese reintegro venía de la mano de proyectos artísticos, así dirigí el espectáculo Los pequeñoburgueses, de Gorki, que lo estrenamos en febrero del 2016. Ya que siempre ha sido una preocupación tener buenos espectáculos en la temporada del verano. Luego vino un periodo de búsqueda. Y en particular yo planteé la necesidad de trabajar y tener más cerca a compañeros de otras generaciones, con una gran experiencia acumulada: pensé en Villanueva Cosse y en Aderbal Freire. Gente cercana y que siempre han sido referentes y maestros nuestros. En el caso de Villanueva, yo ya había leído y visto la obra El Padre, podía ser una oportunidad para que él volviese a actuar en Montevideo. Cuando conversamos, él nos plantea que se siente más cómodo en la dirección. Y entre otros títulos se decide hacer Arturo Ui, y me plantea su deseo de que yo haga el papel protagónico. Y ese fue mi primer trabajo, desde la actuación, en mi reintegro a El Galpón, más allá de algunas funciones con el Lazarillo, un espectáculo que ya lleva veinticuatro años de su estreno. Entonces vino el desafío de hacer Arturo Ui, y quedó pendiente mi interés de poner en escena  El Padre. Es que las cosas se van procesando no tanto en función de los intereses o necesidades de cada uno, sino de las políticas de la institución, y nuestro objetivo principal era el aprendizaje y acercarnos a estos dos compañeros emblemáticos. Paso entonces a actuar en el marco del objetivo fundamental, que era tener a Villanueva en nuestro teatro, ese papel fue un enorme desafío y con un director muy exigente. Luego, cuando viene a Aderbal, también estoy como actor en las obras que dirige, tanto en Incendios como en La palabra progreso…, disfrutando de los ensayos: esa etapa de elaboración donde uno investiga y prueba es la parte más linda de la creación, y es muy placentero trabajar con gente de ese nivel y que, además, estas obras hayan tenido la repercusión que tuvieron, constituyendo grandes espectáculos.

-Volvés a dirigir a Julio Calcagno, uno de nuestros más destacados actores, en un protagonista, junto al elenco de El Galpón, como lo habías hecho anteriormente en El Precio. ¿Qué características señalarías de Calcagno como actor y para este espectáculo en especial?

-Una de las preocupaciones, decíamos, es que El Galpón tenga temporada todo el año. Por ejemplo, hay mucha gente del interior que viene a la capital en el verano, y que de repente no tiene posibilidad de asistir al teatro durante el resto del año… también el tránsito de turistas es muy importante. Así que retomamos la idea de El Padre, que también es una maravillosa oportunidad de homenajear a un actor con una acumulación de vida teatral; en casi todas partes del mundo la han hecho con actores mayores de 80 años, y con la vitalidad que nos da el teatro, esos intérpretes son maestros. Con Julio Calcagno además somos amigos de toda la vida y siempre estuvo la idea de retomar un trabajo conjunto. Calcagno, además, como hombre de teatro es un referente absolutamente indiscutible, único, por lo que nos ha dado como actor y, por supuesto, desde el punto de vista del compromiso social, también es un referente de toda una generación que pasó por etapas muy complicadas, como fue la dictadura. Julio fue emblemático en esa etapa, por ejemplo, con la obra La empresa perdona un momento de locura. No solo me encantó el texto, sino que era un gran pretexto para reconocer a uno de los grandes compañeros que tenemos en el teatro nacional.

No lo digo yo, lo dice toda la gente de teatro que lo ha conocido en su trayectoria, que tiene unos mecanismos expresivos y una sensibilidad escénica absolutamente únicos; es una persona que trabaja desde un lugar diferente. Y, para este tipo de obra, la interpretación y la manera de trabajar de él le calzan perfecto, parece escrita a su medida. El autor le llama una farsa trágica y Calcagno puede manejar muy bien el humor dentro de las situaciones más trágicas. Tiene ese instante imprevisible, ese elemento sorpresa para el espectador, y es extraordinario en el manejo de los matices. Eso surge de una decantación de la experiencia, un tipo de trabajo profundo con años de maduración, sin duda creo que van a ver un trabajo extraordinario de Julio, porque él es un actor extraordinario. Esta obra la han hecho actores del nivel de Pepe Soriano, Héctor Alterio, y por eso es una obra que homenajea en la escena a grandes actores.

-La obra fue realizada en distintas partes del mundo, con buen suceso y ha despertado emoción en el público. ¿Cuáles son los aspectos que la hacen atractiva para el espectador? ¿Tiene que ver con el rescate de los afectos, la identidad, nuestras vivencias guardadas y perdidas en la memoria?

-Hay que estar atentos a la repercusión que algunas obras tienen en el mundo, hay obras que no tienen profundidad temática, pero hay otras que tienen que ver con nuestras vidas, como es en el caso de El Padre. La obra la encontré a través de una recomendación de Mario Morgan. Me interesó muchísimo el autor, que es un autor joven, su pensamiento, la teatralidad y cómo enfoca este problema con tanta sensibilidad. Impresiona su juventud y la vasta producción que tiene Zeller, ya que no es que haya empezado con el éxito de El Padre, es novelista también. La obra tiene un mecanismo y una trama que hace que sea atrapante para el espectador, que se va a sorprender, por lo que es mejor no adelantar lo que sucede.

-¿Algo más que quieras agregar?

-Que los proyectos nunca hay que verlos fuera de un pensamiento colectivo, que es la manera en que se va armando la cartelera de El Galpón. Los deseos personales siempre van de la mano con un proyecto colectivo. Esta obra va en la sala grande, mientras en la sala Atahualpa se estrena, en enero también, una versión de Casa de muñecas, con un director de relieve como es el argentino Marcelo Díaz. Estas obras inauguran el 2019, que es el 70 aniversario de nuestro teatro. También habrá una obra de Santiago Sanguinetti y seguramente Aderbal Freire vuelva a dirigir.

 

Héctor Alterio habla de El Padre: “Desde el principio percibí que era un texto entrañable pese a la confusión a la que a veces te conduce. El Padre está escrita desde la mente del protagonista. La obra atrapa al espectador y lo mantiene alerta. A veces está en silencio, otras ríe o llora. Zeller tiene la capacidad de llegar al público penetrando en la mente del protagonista

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