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Tierra que marca

  • Inicio: 13/10/2023
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TERRA QUE MARCA

Portugal, 2022

Dirección: Raul Domingues

Fotografía, sonido y montaje: Raul Domingues. Diseño de sonido: Paulo Lima. Mezcla: Tiago Matos. Corrección de color: Andreia Bertini. Documental con la participación de Manuel Carpalhoso, Manual Jesus Duro, Luís Mil Homens, Alice Sousa, Joaquim Sousa, José António Sousa.

Duración: 66 minutos

La cámara recorre la tierra, seleccionando surcos, canales de agua, plántulas. Las manos siembran, desmalezan y rastrillan, las espaldas encorvadas extraen los productos del suelo, se rocía estiércol. El segundo largometraje del portugués Raul Domingues opera como una suerte de meditación que subvierte la percepción de su espectador. El hombre pierde su estatus privilegiado frente a la naturaleza, que ocupa su lugar, haciéndose cargo del tiempo y expandiéndose a su antojo.
Basada en el libro The Planetary Turn: Relationality and Geoaesthetics in the Twenty- First Century, de Amy J. Elias y Christian Mararu, la segunda película de Raul Domingues cuestiona la posición privilegiada de los seres humanos como dueños y explotadores de una naturaleza atrapada en el frenesí productivo de un mundo globalizado.
Las personas son solamente una parte de un conjunto más amplio. También está la naturaleza, los árboles, el agua, los animales, las flores. Sin diálogos y acompañada únicamente por los sonidos de la naturaleza (la lluvia, un arroyo, gritos de animales y canciones), los sonidos de las herramientas (como palas y azadas) golpeando la tierra, y los ruidos dispares de las herramientas agrícolas que interfieren en su ritmo, la película busca su razón de ser en estos sonidos y las imágenes que los acompañan.
El film insiste en la idea de que los seres humanos deben adaptarse a una realidad más amplia que ellos mismos. Mediante la observación de movimientos casi imperceptibles (gotas de agua sobre una rosa, un petirrojo posándose en una rama o moscas golpeando el ojo de un caballo, que el director magnifica como si tratara de capturarlas), el enfoque temporal que adopta la película resulta realmente apropiado. En lugar de intentar retratar el campo portugués como una especie de paraje idílico o un nuevo Edén moderno, el director intenta reconectar con un ritmo ancestral que alguna vez fue el del propio espectador pero pertenece hoy a un pasado casi mítico.
Giorgia Del Don, de Cineuropa (a quien hemos seguido con variantes en estas líneas) define el resultado como “una película radical y compleja”. Para Ezequiel Boeti, de Otros cines, el film de Domingues intenta “ trascender el antropocentrismo que atraviesa el grueso de las películas”.

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