¿Se acuerdan de John Sayles?

Como para acordarse, claro. Se trata de uno de los cineastas norteamericanos independientes más interesantes, pero muy poco de su cine se ha estrenado comercialmente en el Uruguay, y la propia Cinemateca solamente le dedicó un ciclo (parecido a éste, aunque un poco más largo) hace unos nueve años, y luego se olvidó de él. Vale la pena recuperarlo de las brumas del olvido. Nacido en Schenectady, Nueva York, en 1950, Sayles estudió psicología en la universidad Williams de Massachusetts. Tras acabar los estudios en 1972, pasó un tiempo recorriendo el país y desempeñando trabajos diversos, como empleado en una fábrica de embutidos, obrero en la construcción o enfermero, antes de ingresar a una compañía de teatro de repertorio. Luego saltó al cine. Comenzó, como muchos otros cineastas norteamericanos independientes y no tanto (Martin Scorsese, Francis Coppola, James Cameron, Jonathan Demme, Dennis Hopper) trabajando para el legendario “rey de la clase B” Roger Corman. Sus comienzos como guionista lo vinculan sobre todo al terror y la ciencia ficción . Para Corman y su equipo escribió cosas como la primera y divertida Piraña (1978), dirigida por Joe Dante (no tuvo nada que ver con la disparatada secuela dirigida por Cameron), el asunto gangsteril de La chica de rojo (1979) de Lewis Teague, y la variante espacial de Los siete samurai (versión Corman) titulada Batalla más allá de las galaxias (1980) de Jimmy Murakami. Insistió con bichos que se comían a la gente en El cocodrilo (1980, director Teague), y proporcionó otros sustos en el asunto de hombres lobos de Aullidos (1981) de Dante, que incluía la elaborada broma de que cada uno de los personajes tuviera el nombre de un director que hubiera hecho una película de hombres lobos. Mientras se ganaba la vida con ese cine barato que supo escribir con frecuente inteligencia, Sayles comenzó también a desarrollar una carrera literaria que incluye las novelas Pride of the Bimbos, y Union Dudes. Destinó las ganancias que obtuvo trabajando con Corman a la producción de su primer film, El regreso de los Seacaucus Seven, y a partir de allí alternó la escritura de guiones para films ajenos con el desarrollo de una obra propia, mucho más personal.. No ha esquivado los temas arriesgados ni el compromiso social, como lo demuestran películas como Lianna (uno de los primeros films norteamericanos que se ocupó del lesbianismo sin ánimo sensacionalista), o los retratos críticos de comunidades que no son lo que parecen a primera vista, un dato que acaso llega a su culminación en la brillante Estrella solitaria (1996), que por atrás de su historia semipolicial es toda una reflexión sobre la frontera, la inmigración, los vínculos ocultos por detrás de los prejuicios raciales, y esa compleja y fascinante realidad norteamericana llamada Texas. Un rasgo persistente en el cine de Sayles ha sido la amplitud de registro social, con varios personajes y puntos de vistas divergentes, estructura que ha reiterado en diversas geografías: Louisiana en Escrito en el agua (1992), Texas en Estrella solitaria (1996), Irlanda en El secreto de Roan Inish (1994), o Alaska en Limbo (1999) El tema polí- tico y el interés por América Latina son otra característica de su obra, que incluye la lucha de los mineros de Virginia Occidental por crear un sindicato en Matewan (1987), las tensiones entre la comunidad anglosajona y latina en Estrella solitaria, o el retrato que presenta en Silver City (2004) de unas elecciones dominadas por una dinastía política en Colorado, en la que se ha podido ver paralelismos con la familia Bush. Las relaciones entre hispanos y anglosajones constituyen otro de sus focos de interés, estaban ya en Estrella solitaria y reaparecieron en films como Hombres Armados (1997), su primera película rodada íntegramente en español y en un lenguaje indígena, protagonizada por Federico Luppi; en Casa de los Babys (2003), rodada en Acapulco y ambientada en un país latinoamericano sin identificar, donde un grupo de mujeres estadounidenses esperan a que les concedan un niño en adopción, o en Silver City, donde una vez más la explotación laboral de los inmigrantes ilegales tiene un peso importante en la trama. Como productor, Sayles ha trabajado en Mé- xico y ha estado vinculado a films atendibles como Santitos (1999) y Morirse está en hebreo (2007), ambos dirigidos por Alejandro Springall. Fue también productor ejecutivo de Girlfight (2000), una historia de boxeo femenino que lanzó a Michelle Rodriguez. El presente ciclo se ocupa solamente de una parte de su trabajo como director.