Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, Hollywood no se limitó a producir propaganda patriótica. No es casual, por cierto, que esos años hayan coincidido también con los del mayor auge del cine negro (oficialmente iniciado en 1941 con El halcón maltésde Huston, aunque de hecho la primera versión de la novela de Hammett es diez años más vieja), con su visión ambigua y pesimista del hombre y la sociedad /la guerra tiende a promover algunos pesimismos, claro), y por otro una vertiente de “buenos sentimientos”, y espíritu religioso que puede ser entendida también como otra reacción ante lo que estaba pasando (La canción de Bernadettede Henry King, sobre Lourdes y Santa Bernadette Soubirous, o las películas de Leo McCarey sobre sacerdotes y monjas como El buen pastor y Las campanas de Santa María) El fin de la guerra y la reinserción de los combatientes en la vida civil prolongó algunas de esas tendencias y modificó o tras. Quizás el mejor ejemplo que habría que incluir en este ciclo sea Lo mejor de nuestra vida de William Wyler, una película de largo aliento que e s también una de las mejores producciones norteamericanas de todos los tiempos, pero se la vio hace poco en otro ciclo. Lo mismo ocurre con algunas de las mejores películas negras de la época, aunque aquí hay por lo menos un ejemplo (Sin ley y sin alma de Siodmak) que vale realmente la pena. El conjunto sirve para mostrar que el Hollywood de entonces era bastante menos evasivo que el actual. La experiencia de la guerra había sido muy fuerte, y algunos de sus efectos llegaron al cine. Antes de 1945, el antisemitismo no había sido casi tocado por el cine industrial. Entonces aparecieron La luz es para todos de Kazan y Encrucijada de odiospara demostrar que las cosas habían cambiado. Esta última película trata también del tema de los soldados desmovilizados, pero lo más interesante es observar que en la novela original de Richard Brooks el prejuicio que llevaba al asesinato era la homofobia: Hollywood convirtió a la víctima en judío, porque todavía no se atrevía a reconocer que en el mundo existían los gays (de la misma época es Clamor humano de Mark Robson, un film bélico que lidiaba con el tema del racismo antinegro, antes inexistente) Un nombre a tener en cuenta es el del productor Louis de Rochemont, documentalista y productor de noticieros que se empeñó en producir una serie de películas inspiradas (a veces lejanamente) en hechos reales y filmadas en localizaciones auténticas en lo que alguien etiquetó como “neorrealismo sin denuncia” aunque a veces esa denuncia existía. De Rochemont estuvo vinculado a alguno de los primeros films de Kazan, como el debate sobre las manipulaciones de la justicia de Crimen sin castigo, o la discusión sobre racismo antinegro en Linderos perdidos de Alfred Werker. Otro nombre a tener en cuenta es el del también columnista Mark Hellinger, otro exigente del realismo que apoyó la zona más valiosa del cine de Jules Dassin (con una culminación en La ciudad desnuda, donde la verdadera protagonista es Nueva York, y no los detectives que investigan un trivial caso policial) El formidable crítico trotskista norteamericano David Walsh ha señalado acertadamente que los años cuarenta fueron para el cine de Hollywood no solamente una culminación crea tiva, sino también probablemente su período máprogresista en términos políticos. Allí se denunciaron desde la corrupción política Decepción) hasta la criminalidad organizada o boxística (Cuerpo y alma de Rossen , El luchador de Wise) Después acreció la guerra fría y apareció el maccarthysmo, y las cosas se complicaron.
LA LUZ ES PARA TODOS
((GENTLEMAN’S AGREEMENT))
Dir:Elia Kazan.
EEUU 1947 -118 min. ST.
Con Gregory Peck, Dorothy McGuire.
El periodista Peck se hace pasar por judío, y alguna gente empieza a actuar distinto con él. Uno de los primeros films importantes de Kazan, y una denuncia del antisemitismo latente en sectores sociales presuntamente abiertos y educados.
ENCRUCIJADA DE ODIOS
(CROSSFIRE)
Dir: Edward Dmytryk .
EEUU 1990 -85 min. ST.
Con Robert Young, Robert Mitchum, Robert Ryan.
Un crimen motivado por el prejuicio (el antisemitismo en el film, la homofobia en la novela original de Richard Brooks, solo que los gays no existìan en Hollywood en 1947) genera una investigación que también indaga en mentalidades conflictivas y las dificultades de reinserción en la vida civil de los veteranos de guerra.
LA CIUDAD DESNUDA
( NAKED CITY)
Dir: John Ford.
EUU 1948-92 min. ST.
Con Jules Dassin. Con Barry Fitzgerald, Howard Duff, Don Taylor.
Una investigación policial que insume veinticuatro horas es el pretexto para una observación casi documental de ese momento de la ciudad de Nueva York.Dassin se quejó de que los productores redujeran ese aspecto de su film, pero así como quedó sigue siendo, de todos modos (con Rififí , Mercado de ladrones y Siniestra obsesión) una de sus tres o cuatro películas importantes.
SIN LEY Y SIN ALMA
(CRISS-CROSS)
Dir: Robert Siodmak.
EEUU 1949- 88 min. ST.
Con Burt Lancaster, Yvonne De Carlo, Dan Duryea.
Un hombre honrado es arrastrado al sórdido mundo de la corrupción por el influjo de la clásica femme fatale. Uno de los mejores noirs de Siodmak, cercano a su obra maestra Los asesinos.
DECEPCIÓN
(ALL THE KING’S MEN)
Dir: Robert Rossen.
EEUU 1949- 109 min. ST.
Con Broderick Crawford, Mercedes McCambridge, John Ireland.
Un hombre lleno de buenas intenciones se convierte en político y se deja atrapar por las redes del juego sucio. Una madura denuncia, libremente inspirada en la trayectoria del célebre demagogo Huey Long.
EL LUCHADOR
(THE SET UP)
Dir: Robert Wise.
EEUU 1949 – 73 min. ST.
Con Robert Ryan, Audrey Totter, George Tobias.
Un maduro boxeador en decadencia, para demostrarse a sí mismo que todavía no está acabado, decide seguir boxeando, a pesar de la desaprobación de su mujer. Incluso su propio mánager, convencido de su derrota, apuesta contra él. No solo deberá enfrentar a su rival, sino también a la mafia del boxeo.