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Cine

CICLOS Y REPOSICIONES: In memoriam: Bernardo Bertolucci

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  • Inicio: 17/01/2019
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No es fácil encasillar a Bernardo Bertolucci, quien falleció el pasado 26 de noviembre en Roma. Nacido en Parma en 1941, su edad lo convierte en un epígono más joven que lo ha dado en llamarse la terza generazione del cine italiano, el conjunto de cineastas, algo mayores que él, que intentaron hacia fines de los cincuenta reverdecer los marchitos laureles del neorrealismo (los Taviani, Vancini, Zurlino, Francesco Rosi, Franco Rossi, Bolognini, quizás Pasolini aunque su caso es más atípico y personal). Más que del neorrealismo, el Bertolucci inicial parece derivar de la Nouvelle Vague francesa, con algunos claros contactos con Godard en un film como Antes de la revolución y una ambición literaria (Tema del traidor y del héroe de Borges, muy libremente adaptado en la excelente La estrategia de la araña, que debe ser su mejor película de ese período). El propio Bertolucci ha dicho en algún reportaje que fue deliberada su intención de salirse de ese nicho intelectual para incursionar, sin renunciar a un sesgo personal (con dos rasgos persistentes: sexo y política), en el cine mainstream, con mayores presupuestos, estrellas famosas y distribución a través de las grandes empresas transnacionales que su proclamado comunismo debería detestar. El primer paso en esa dirección se llamó El conformista, una reflexión sobre el fascismo que sigue pareciendo otra de sus mejores películas, que se inspiraba en Moravia y tenía en su elenco a Trintignant.

El incordio es que esa salida al ruedo generó algunos equívocos, el más famoso de los cuales se llama Último tango en París, donde el legendario escándalo oscureció casi toda discusión seria sobre sus valores y sus carencias en el plano estético. Mucha gente se empeñó en ver en esa película la pornografía que no estaba, y alguna crítica valiosa como la norteamericana Pauline Kael agregó más leña al fuego sosteniendo que se trataba de un momento tan importante para el cine como La consagración de la primavera de Stravinski lo fue para la música, lo que hizo razonar a Norman Mailer (quien no solía escribir de cine) que si la mismísima Miss Vinagre decía eso de una película algo debía tener.

Último tango hizo de Bertolucci una celebridad, los cuestionamientos éticos fueron posteriores, y la aprovechó para conseguir más presupuesto, elencos internacionales y la posibilidad de encarar relatos de gran aliento como Novecento o El último emperador, que han servido para ilustrar más nítidamente sus virtudes y sus límites. En el debe hay que colocar, casi siempre, cierta superficialidad dramática, un exceso de pretensiones y un notorio maniqueísmo en el diseño de personajes. En el haber (y no es poca cosa), una destreza de “filmador”, más que de “director”, que le permitía armar escenas complejas, entrecruzar acciones, usar el montaje alterno para otorgar un espesor a situaciones que de otra manera podrían haber desembocado en la trivialidad.

De sus raíces “nouvelle vaguianas” y sesentistas deriva cierto espíritu cinéfilo persistente en el Bertolucci posterior, que llega hasta el homenaje explícito de** Los soñadores a Band à part** de Godard. De sus inquietudes políticas hay constancia, sobre todo, en Novecento, aunque la caída de la Unión Soviética y sucursales pareció empujarlo (como a los Taviani) a cierta toma de distancia, a concentrarse en personajes individuales y sus enrarecidas relaciones (y hasta en el “pequeño budismo”), haciendo a un lado los ímpetus más épicos y colectivos de films previos. De todos modos esa actitud no era nueva en su carrera: arrancaba también desde los tiempos de Último tango, y se reiteraría en películas posteriores en las que personajes excéntricos y generalmente intelectuales intentaban (y habitualmente fracasaban) en la construcción sus propios mundos utópicos y autónomos (el tema llega hasta Los soñadores). En este repaso de su obra, no completo pero sí bastante representativo, está casi todo eso. Y también la oportunidad de ver su cine en la gran pantalla y en 35mm: películas como Novecento o El último emperador, sin ir más lejos, pierden bastante en el televisor o el monitor de la computadora.

Antes de la Revolución
(Prima della rivoluzione)

Director/a: Bernardo Bertolucci
Con Francesco Barilli, Adriana Asti, Allen Midgette

Un joven que acerca al comunismo mientras mantiene una relación incestuosa con su tía. Tal vez la película más “godardiana” de Bertolucci, en cuyo elenco asoma probablemente sin casualidad Allen Midgette, quien también trabajó para Godard y para Andy Warhol.

El conformista
(Il conformista)

Director/a: Bernardo Bertolucci
Con Jean-Louis Trintignant, Stefania Sandrelli, Gastone Moschin.

Sobre novela de Alberto Moravia, el examen del “pequeño fascista” que, se dice, todos llevamos dentro. La suntuosidad de la forma despide cierto aroma viscontiano y confirma a Bertolucci como un gran “filmador”.

El último emperador
(The Last Emperor)

Director/a: Bernardo BertolucciActores: John Lone, Peter O’Toole, Joan Chen, Ying Ruocheng, Victor Wong, Dennis Dun.

Escenas de la vida de Pu Yi, el último emperador chino, desde su niñez hasta el comunismo. La suntuosa puesta en escena es su mejor virtud, y vale la pena ser vista en la amplitud de una pantalla de cine en 35mm.

Novecento

Director/a: Bernardo BertolucciCon Gérard Depardieu, Robert De Niro, Dominique Sanda, Stefania Sandrelli, Donald Sutherland, Burt Lancaster, Sterling Hayden.

Una crónica campesina que abarca medio siglo e historia italiana, con notorio maniqueísmo en el diseño de personajes pero también un considerable poderío narrativo, gran elenco, y una construcción poemática que identifica el verano con la infancia de sus personajes, el otoño con la aproximación del fascismo, el invierno con la dictadura mussoliniana, y la primavera con la liberación.

Último tango en París
(Ultimo tango a Parigi)

Director/a: Bernardo BertolucciCon Marlon Brando, Maria Schneider, Jean-Pierre Léaud, Massimo Girotti.

El intento de construir una relación erótica al margen del tiempo está, inevitablemente, condenado a la tragedia. La (por esta vez) magnética presencia de Brando y los esmeros de forma levantan el interés del material. Mejor olvidarse del escándalo, fruto del puritanismo, que la rodeó en su momento, y de la confusión más reciente entorno a la naturaleza del abuso de poder durante el rodaje. Aunque conviene atender a cuestionamientos éticos válidos que llevaron a Bertolucci a un arrepentimiento demasiado tardío.

 

Soñadores (Dreamers)

Director/a: Bernardo Bertolucci/País: Reino Unido / Francia / Italia

Duración: 115 minutos/Año: 2003

Con Michael Pitt, Louis Garrel, Eva Green.

Un trío de niños mimados del primer mundo se encierra para vivir su utopía de liberación sexual y política, mientras afuera se producen los tumultos del mayo parisino del 68. Hay sexo, citas cinéfilas y reflexiones con ambición de trascendencia, a discutir. Alguien se felicita al soñar con millones de jóvenes unidos con el Libro Rojo de Mao en la mano, pero otro le pregunta si no sería mejor que cada uno marchara con su propio libro.

Tu y yo

Director: Bernardo Bertolucci /País: Italia

Duración: 96 minutos/Año: 2012

Con Jacopo Olmo Antinori, Tea Falco, Sonia Bergamasco.

Un adolescente de catorce años hace creer a sus padres que se va a esquiar a una estación con unos amigos para, en realidad, pasar esos días en el sótano abandonado del propio domicilio familiar, donde planea vivir en compañía de sus libros de terror y fantasía. Otro personaje bertolucciano que intenta inventarse un universo autónomo, de espaldas al mundo real.

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