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Esta película conmemoró, en 1912, el 35 aniversario de la soberanía nacional rumana, como consecuencia de la guerra entre Rusia y Turquía, saldada con la derrota en los Balcanes del temido Imperio otomano. Al final de la película aparece el desfile del 10 de mayo de 1912 (grabación de actualidad en aquel momento) y es el primer largometraje de ficción rumano.