ENTREVISTA a Walter Tournier y Hernán Tajam

Entrevistas Centrales / 30 junio, 2023 / Luis Vidal Giorgi

Sin palabras: un recorrido hacia la libertad

Walter Tournier y Hernán Tajam, dos creadores audiovisuales en  Sin palabras: un recorrido hacia la libertad.

Con motivo de la instalación artística multidisciplinaria Sin Palabras: un recorrido hacia la libertad, en el Teatro El Galpón, para la buena memoria del golpe de Estado de 1973, participaron en el equipo, entre otros, dos creadores de trayectoria que se han destacado en los medios audiovisuales, quienes, además, vivieron ese periodo dictatorial de los años del desprecio por la democracia. Nos brindaron sus comentarios sobre esta experiencia creativa colectiva.

 

-Este aniversario de los cincuenta años del inicio formal de la dictadura ha dado lugar a numerosas expresiones sobre ese periodo que llevan a evocar situaciones y hacen aflorar recuerdos, tanto para los que hemos vivido esa circunstancia como también a los más jóvenes, ya sea por contextos familiares o por deseo de conocimiento. En tu caso, desde este trabajo creativo de la instalación a presentar en El Galpón, ¿cuáles han sido los recuerdos que has evocado?

Walter Tournier: Lamentablemente, no son buenos recuerdos. Despertarse con una imagen de tanques rodeando al Palacio Legislativo quedó en mi memoria con mucho dolor. Quizás sea el recuerdo más significativo por un hecho que jamás pensé pudiera darse, estar sometidos a un régimen militar por otros compatriotas. De ahí a caminar a oscuras sin saber que encontrarás fue lo cotidiano. Al principio la solidaridad y el saber que no estabas solo ayudó mucho, pero rápidamente se encargaron de eliminarlos. Por supuesto que estos recuerdos estuvieron presentes en el trabajo que hemos hecho en El Galpón, pero prevalecieron los más positivos, un pueblo que busca su libertad.

Harán Tajam: Cuando el golpe aún no había cumplido los 20 años, estaba cursando segundo en la Facultad de Arquitectura. Hacía más de tres años que me había mudado a Montevideo desde mi pueblo natal, Paso de los Toros. Los recuerdos son muchos, tiempos muy agitados políticamente. Era muy difícil estar al margen, ya que no había muchas posibilidades de detenerse a pensar en el miedo. Muchos compañeros ya habían sido arrestados, sabíamos que eran torturados y algunos asesinados. La represión era grande, pero pensábamos que la revolución estaba a la vuelta de la esquina. Nunca nos imaginamos que la dictadura sería tan sádica, tan feroz y que lograría golpear a cada sector por separado para luego instaurar el terror. En la mañana del golpe, a las 8 a.m., participé en la ocupación de la facultad. Esa primera noche, muy fría, la pasé en la azotea con un grupo de compañeros, haciendo guardia por si venían a desalojarnos. También estábamos preparados para defender una posible detención de Seregni, quien vivía enfrente. Nos encontrábamos con mucha incertidumbre y teníamos poca comunicación con lo que ocurría afuera. Sabíamos que la huelga era general y muy firme. Estábamos convencidos de que lograríamos revertir el golpe. Dentro de la facultad, era increíble el clima de unidad y organización que habíamos logrado. El 28, después de casi dos días, salí con dos compañeros a buscar más comida y abrigos. Desafortunadamente, nos estaban esperando y nos detuvieron. Nos trasladaron a jefatura y, después de 24 horas, nos dejaron en libertad bajo fuertes amenazas. Ahora, revisando los archivos del terror, me encuentro con esa cita.

Otro recuerdo impactante fue unos días después, en la manifestación del 9 de julio, conocida como las “cinco en punto”. Fue violentamente reprimida. Al principio, la gente no cedía, pero cuando se escucharon disparos de metralleta, sentí verdadero miedo y deseé desaparecer. Más tarde supimos que eran balas de fogueo, pero a partir de ese momento y tras el levantamiento de la huelga, sentí que la situación era muy difícil de revertir. Fue frustrante y comencé a sentir un miedo real.

Varios compañeros, especialmente mi familia, me insistieron para que me fuera a Europa. Allí estudié arquitectura durante un par de años, trabajé en un estudio gráfico y colaboré con los exiliados latinoamericanos y los comités de solidaridad con los presos políticos uruguayos. En 1979 regresé para participar en el plebiscito de 1980. Luego, tratando de contribuir a esa resistencia silenciosa, me dediqué por completo al trabajo en gráfica, fotografía y finalmente en el ámbito audiovisual.

-Desde tu disciplina artística, ¿cuáles son las expresiones y aportes que están en la instalación?

WT: Fue un trabajo en equipo en el que todos aportamos ideas, desde nuestras disciplinas, que colectivamente aceptábamos y concordábamos. Creo que en cada uno de nosotros estaba la voluntad de transmitir ideas que ayudaran a crear un espacio sensible y reflexivo. Creo que la conjunción de sonido, imágenes y teatro dan una dimensión emotiva que nos remite a esa oscura época.

HT: Estoy produciendo un proyecto de serie documental, compuesto por cuatro largometrajes, titulado La Tierra Púrpura, dirigido por Rafael Deugenio. Uno de ellos aborda el golpe y el periodo de la dictadura, el cual acabamos de finalizar y estamos presentando en el marco de los 50 años. Para llevar a cabo este trabajo, tuve que investigar y recopilar materiales de archivo sobre este periodo.

Gracias a mi experiencia en el medio audiovisual, Héctor Guido me invitó a participar en este desafío. En un principio, mi responsabilidad fue encargarme, junto a Julio Sánchez, de las proyecciones a lo largo del recorrido. Posteriormente, me uní al equipo conformado por Walter Tournier, Lala Severi, Guille Casanova y Fernando Condon en la realización del video final.

-¿Algo más que quieran agregar sobre este trabajo conjunto?

WT: Mi satisfacción de haber trabajado por primera vez en un teatro y, sobre todo, con gente de teatro.

HT: Para mí ha sido un verdadero honor tener la oportunidad de colaborar con creativos de tanta experiencia y talento. Jamás hubiera imaginado trabajar junto a personas que admiro tanto, como Walter, Fernando, Osvaldo Reyno y el grupo del prestigioso Teatro El Galpón.

Recuerdo, por ejemplo, cuando estaba en Italia y nos llegó desde Alemania una copia en 16 milímetros de la película En la selva hay mucho por hacer, realizada por Walter, que trataba sobre los dibujos en la cárcel de Mauricio Gatti para su hija. Tuvimos la oportunidad de proyectarla en escuelas como parte de un proyecto en colaboración con la ANPI (Asociación de Partisanos Italianos). Fue una experiencia inolvidable. Aunque no conocía personalmente a Walter en ese momento, sabía que también había estudiado arquitectura y me atraía mucho su experiencia en la C3M (Cinemateca del Tercer Mundo) de la cual él formaba parte. Ahora, trabajar con él en este proyecto me parece un sueño hecho realidad.

Sin embargo, lo más importante para mí es lograr que los visitantes tengan una experiencia sensorial y que logremos emocionar, aunque sea un poco, tanto a aquellos que vivieron ese periodo como a los más jóvenes.

El hecho de haber vivido una parte de la dictadura en Europa y la parte final en Uruguay creo que me ha ayudado a aportar algunas ideas en este trabajo colectivo, en este recorrido por El Galpón, sin palabras hacia la libertad.

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