Cecilia Baranda: “Lo cómico, que a la vez es trágico, se convierte en patético y grotesco”
Entrevistas Centrales / 29 mayo, 2019 / Luis Vidal Giorgi
Cecilia Baranda, tras el suceso de La Incapaz, vuelve a estrenar en el Teatro Circular: Marathon, del dramaturgo argentino Ricardo Monti, una obra que fuera emblemática en los años ochenta, que luego conociera en su país de origen varias versiones, pero nunca estrenada en nuestro medio. Una obra para tiempos de crisis, con una visión aguda sobre la naturaleza humana y el poder, con el atractivo escénico de un concurso de parejas de baile.
–El dramaturgo argentino Ricardo Monti sitúa la obra original en el año 1930, luego de la crisis del 29 y los gobiernos autoritarios que se expanden, pero la escribe en 1981, contexto en el cual las dictaduras militares imperan en Latinoamérica, por lo tanto, en su puesta en escena resonaban potentes ecos. En otra puesta de hace pocos años un crítico argentino dijo que la obra “en democracia se torna más metafísica”. ¿Cómo concebís sus ecos actuales en tu propuesta?, ¿hubo que adaptar algunos momentos?
-Hay acontecimientos que se repiten y basta con observar lo que está pasando políticamente en el mundo y el resurgimiento del fascismo, en América como en Europa. Pero el texto de Marathon trasciende más allá de lo meramente político. Refiere a la sociedad, a la necesidad de aceptación de los seres humanos, donde sus miserias humanas se convierten en espectáculos públicos. Habla del abuso de poder, que repercute en los seres humanos, que se sienten desesperados, ya sea por la crisis económica o por sus propias peripecias de vida. El Animador, conductor de este espectáculo, dice: “Yo, en realidad no existo, estoy, por decirlo así, dentro de ustedes, son sus propios deseos los que me dan poder”. Yo realicé una adaptación que envié a Monti, la cual, con orgullo, confieso que fue elogiada por él mismo. Los “mitos” que aparecen en la obra original fueron cambiados, tomando algunas de sus frases e incorporándolas en la escena de los sueños como palabras del inconsciente y en otras escenas.
-Marathon tiene un gran atractivo escénico al ser un despiadado concurso de baile que es ideal para un escenario como el Teatro Circular. ¿Cuáles son los aspectos relevantes de tu versión y puesta en escena?
-Al ritmo de mambos, merengues, milongas, vals, rock; músicas que van marcando el pasaje del tiempo, cinco parejas bailan sin cesar, esperando un premio incierto. Son humillados y expuestos sus conflictos, por un Animador que lo que busca es que el espectáculo tenga éxito, y un Guardaespaldas que filma los sucesos y vigila. Desde un principio nos inspiramos en el humor del neorrealismo italiano y del grotesco rioplatense. Lo cómico, que a la vez es trágico, se convierte en patético y grotesco. Entre cada escena, transcurre un tiempo indeterminado. Los participantes se involucran en forma inconsciente en el espectáculo provocado por el Animador; y así compiten por un espacio sin libertad. Hasta que ocurre una muerte.
–Como docente has trabajado sobre esta obra con estudiantes de la EMAD, es una obra que requiere un despliegue permanente de energía y una elaboración ajustada de los personajes. ¿Cómo se conecta el elenco a esta estimulante posibilidad?
-Recuerdo que esta obra siempre fue una aspiración que Walter Reyno tuvo, para hacerla en el Teatro Circular. Creo que su espíritu, bastante burlón, rondará en nuestros ensayos. Cuando la hice en la EMAD, encontré la posibilidad de atender un grupo grande de estudiantes y de técnicos, donde en dos semestres se pudo investigar en la puesta en los bailes e interpretación actoral. También se realizó extensión y se presentó en los barrios. Al ser seleccionada en el Teatro Circular para realizarla en su sala grande, es indiscutible que este proyecto necesitó de pautas claras, concretas, entrenamiento en técnicas actorales, verdad y convicción, nociones del estilo del neorrealismo italiano y del grotesco como especifiqué anteriormente. Y el indispensable entrenamiento corporal y de bailes. Y lo más difícil, ubicación y desplazamiento de sus doce actores que nunca salen de escena. En esta oportunidad cuento con un elenco que se entregó a la propuesta con mucho entusiasmo: Guillermo Robales, Xavier Lasarte, Alicia Restrepo, Luciano Álvarez Espino, Norma Salvo, Julio De León, Aline Rava, José Camejo, Emilia Palacios, Agustín Becchio, Mariana Arias, Sebastián Martinelli. La coreografía y entrenamiento corporal es de Norma Berriolo y Adalberto Jacques como Asistente de bailes. Diseño de vestuario de Soledad Capurro. Diseño de Escenografía de Lucia Tyler. Diseño Iluminación de Martin Blanchet. La Asistencia de dirección es de Lucia Persichetti, quien colaboró junto a mí en la selección musical. Si no tuviéramos la entrega y el compromiso de todos ellos, hubiera sido muy difícil llevar a cabo este proyecto.
–Hay una galería de personajes populares, aristócratas, represores. ¿Alguna situación, personajes o diálogos que quieras destacar como claves de la obra?
-Sí. Un empresario en crisis, una prostituta, un albañil y su mujer, un poeta y una bibliotecaria, una pareja con desamor y penurias económicas. En la adaptación fueron eliminados los hermanos aristócratas, y los personajes de Tom Mix y Ana D. son jóvenes en situación de calle, que se convierten en símbolos. Tom Mix dice: “¿Qué estoy haciendo aquí, bailando? ¿Qué estoy haciendo en este lugar? Perdido entre todos… y todos perdidos… Escarbando en la tierra con las uñas. Escarbando un agujero para acostarnos adentro y descansar… ¿Qué estoy haciendo aquí? Afuera de mí… Todas las noches en mis sueños hay niños inmortales… Hermosos. Libres. La vida es eso”.
En otra escena sobre el fascismo, el Guardaespaldas dice: “La victoria es el orden. La quietud es mi sueño. Un vasto cementerio… Al vencedor no se le pedirán explicaciones. La ejecución tiene que ser brutal y sin miramientos. Hay que reprimir toda actitud sentimental. Todos los que han meditado sobre el orden de este mundo saben que solo se sostiene el éxito de los que mejor utilizan su suerte”. El Animador quiere mantener el movimiento, y ante la duda si es justo o no, responde: “Miren a su alrededor. ¿Ustedes creen que a estos seres desesperados les importa la justicia? ¿Justicia en medio del pánico?”. Y en otro momento dice: “Tengo un espejo para cada uno de ustedes. Un espejo grande, donde se verían cada uno como es, pero multiplicado”. Solo puedo agregar que, entre las risas que provocan las situaciones, lo patético de las mismas y el propio devenir de la obra, el espectador deberá preguntarse qué estamos haciendo como sociedad.