Entrevista central
Bernardo Trías: “En Petróleo las consecuencias de la codicia son a nivel social pero también íntimo y físico, de una brutal destrucción”
Entrevistas Centrales / 28 junio, 2018 / Luis Vidal Giorgi
Bernardo Trías, integrante de El Galpón, a su actividad como docente y actor, ha sumado una firme actividad como director, desde sus inicios con los espectáculos basados en la improvisación a la actualidad, donde nos presenta el intenso texto de Lukas Bärfuss.
–El autor suizo alemán Lukas Bärfuss ha sido representado en nuestro país por los principales grupos del medio, el Circular, el mismo Galpón y el año pasado por la Comedia Nacional con su obra Málaga, incluso estuvo en nuestro país para asistir al estreno de la obra mencionada. ¿Cuáles serían las características de su escritura teatral que lo hacen un autor frecuentado en el mundo?, ¿son sus temas, su estilo de escritura?
-Ambos aspectos, los temas y las formas de escritura. Sin duda las temáticas urticantes de nuestra sociedad contemporánea son los motores que impulsan su necesidad de hablar a través del teatro. Creo que hay algo que lo caracteriza, que es situar el conflicto en el interior del sujeto y desde ahí plantear el fenómeno socio-político; o sea, la micro-política del sujeto. Hay constantes en sus historias que plantean aspectos éticos y morales del comportamiento del ser humano en sociedad y algo que tiene que ver con la relación dialéctica entre la libertad individual y la responsabilidad con los demás, como, por ejemplo, sucede en Málaga, donde la situación es la de una expareja en la que se disputan un fin de semana libre frente a su responsabilidad de quedarse a cuidar a su hijo. Del interjuego, muchas veces conflictivo, entre estos dos aspectos deviene el sentimiento de culpa y los cuestionamientos de consciencia que, a través de sus personajes, supongo que Barfüss pretende que nos hagamos todos como humanidad.
En esta provocación que propone aparece una recurrencia en su narrativa que es la relación directa entre progreso, capitalismo y brutalidad. Eso queda clarísimo en Petróleo, donde las consecuencias de la codicia, tanto a nivel social, íntimo, emocional y físico son de una brutal destrucción. En relación a las formas de escritura que asume en sus textos, hay una intención clara de no dejar ni todo dicho, ni todo cerrado, permitiendo al creador pasar el texto por su cuerpo, resignificándolo y dejando el espacio para que el espectador construya su propia historia de acuerdo a sus resonancias personales. En Petróleo no solo omite toda didascalia, por lo cual no hay referencias explícitas a lugares, momentos del día, pasajes de tiempo, acciones o reacciones de los personajes, sino que además escribe sin signos de interrogación o de exclamación, por lo cual las posibilidades de interpretación son variables.
–Y específicamente de la obra que vas a dirigir, Petróleo, que plantea un conflicto siempre actual entre el afán de lucro desmedido y los intereses de las poblaciones, además de otros conflictos individuales que tienen relación con la consciencia y nuestros límites: ¿qué aspectos te interesaron de la obra y qué aspectos guían la puesta en escena?
-En un principio me atrajo cierta extrañeza que encontré en la pieza. Cuando la leí, vi que, en una historia muy concreta de seres reales atrapados en una situación reconocible, sucedía algo que se movía en otro plano. Sin dudas en el inconsciente de Eva, la protagonista —de ahí el lenguaje de carácter simbólico—, pero también en el inconsciente colectivo de una cultura ajena a mí, sobre la cual se dan pocos datos: los nómades criadores de renos de la taiga. Eso que sucede en el universo interior de Eva es producto de la lucha por intentar enfrentar la realidad que se le aparece frente a sus ojos, pero que ella, anestesiada y en una situación de degradación física y moral, se resiste a ver. ¿Y cuál es esa realidad? Es la de un pueblo nómade de Asia que padece la invasión de sus tierras por parte de los europeos occidentales capitalistas dedicados a la extracción de petróleo. Me atrajo la extrañeza y me atrajo la brutalidad del conflicto, los personajes llegando a situaciones extremas de comportamiento. Todo es muy violento: la situación degradante que esta mujer soporta durante tres años esperando enriquecerse con el petróleo que su marido está buscando; la situación de los habitantes de esas tierras que se resisten a que los invadan, a que contaminen sus ríos, que arrasen con su cultura; la situación de los otros nativos que ya han sido asimilados por la civilización sedentaria; y la violencia en los vínculos entre estos europeos colonizadores y capitalistas petroleros. Pero además de esa relación entre brutalidad, progreso y capitalismo, que como decía es una de las recurrencias del autor, me sedujo la idea de la contradicción permanente de los personajes y del límite que transitan entre normalidad y locura.
-¿Algún dialogo significativo que se presente en la obra?
-Por ejemplo, hay uno largo pero que sintetiza la obra: “Silencio, digo. Edgar Bron, estás advertido. Estate alerta cuando abandones este país y vuelvas a tu patria. Sé discreto. El Occidente no se va a mostrar agradecido. Van a quemar tu petróleo, se van a chupar tu gasolina y van a quemar tu combustible, pero no esperes nunca honores o algún himno en tu gloria. Te van a señalar con el dedo, y van a cuchichear a tus espaldas. En cuántos crímenes se habrá involucrado por su trabajo. Cuántos ríos habrá contaminado, cuántos niños habrá asesinado, cuántas guerras habrá provocado por su proceder deshonroso. Vos habrás salvado sus culos resfriados de su helada muerte, Edgar, pero mejor no esperes la calidez de ningún corazón. No te van a recibir en sus moradas. Veo que los sentimientos te superan”.
–Y en la puesta en escena, ¿cómo se aúnan y expresan los otros rubros —incluida la actuación—?
-El espacio físico es un sótano y las ideas sobre las que trabajamos con el escenógrafo son el agobio, el encierro y la inestabilidad. Los planos perdieron el paralelismo con las dimensiones horizontal y vertical, todo está movido, hay un desfasaje con la realidad. Es una composición en la que el realismo toma un carácter de tipo expresionista. El vestuario es pesado, es oscuro, no hay espacio para la libertad y el placer. Hay referencias al deterioro físico y moral de los personajes y una referencia a la cultura asiática invadida por los europeos. La iluminación juega con la realidad del yo consciente y con la otra, la del inconsciente de Eva, con diferentes juegos de tránsitos temporales y con la sugerencia acerca del mundo exterior, lo que sucede en el afuera. También toma elementos expresionistas, jugando con sombras y claroscuros en los rostros de los personajes. El diseño sonoro, a través de atmósferas inquietantes, recrea tanto el universo interior de los personajes como lo que sucede en el exterior y combina sonidos no lineales, no melódicos y sin referencias conocidas, evitando trasmitir calma y seguridad, con melodías conocidas que simbolizan las dos culturas enfrentadas. Se toman referencias de los Nenets, pueblo nómade de las provincias del norte de Siberia, mezcladas con fragmentos de la ópera El oro del Rin, de Wagner. En la actuación, la situación conflictiva que plantea el texto requiere de cuerpos puestos en acción al límite, con situaciones físicas de degradación, de intoxicación, de violencia, de enfrentamiento permanente de uno consigo mismo, de pulsiones animales todo el tiempo a punto de desencadenarse sin que eso ocurra efectivamente. Las palabras son consecuencia de esos impulsos reprimidos, son lo que el instinto animal del ser humano haría pero que por razones de orden civilizatorio no hace y entonces verbaliza, muchas veces de forma verborrágica o catártica.
-¿Algo más que quieras agregar?
-Si bien Barfüss ubica esta historia en un país ficticio, Beriok, nosotros sentimos la necesidad de ubicar esa zona geopolítica en el mapa real. El texto nos daba algunas pistas, como ser las referencias a los nómades, a la taiga, a los renos, a un sistema socio-político autoritario, corrupto, lacayo del colonialismo. Emprendimos el camino de la investigación, en el cual participamos todo el equipo creador de manera activa y curiosa. Puntualmente recibimos el aporte de un viajero que durante un tiempo considerable convivió con estos pueblos nómades, criadores de renos del norte de Asia. Fue muy importante para entender su cultura, su modus vivendi, sus creencias religiosas basadas en el chamanismo y la relación con su hábitat. También fuimos recabando información sobre la situación que padecen por la extracción de petróleo en sus tierras y por los sucesivos intentos de asimilarlos a la civilización sedentaria y de normativizarlos cultural y socialmente. Si bien toda esa información nos sirvió para entender el fenómeno social y político, creemos que esta historia habla del sentimiento de culpa del europeo por su constante afán invasor y colonialista. Hace cinco años, Evo Morales pronunció un incisivo discurso, frente a los jefes de Estado de la comunidad europea, sobre la verdadera deuda externa, en el que decía que él, descendiente de los que habitaron América hace cuarenta mil años, les hablaba a los que la descubrieron hace tan solo quinientos. Decía que la verdadera deuda externa la tiene Europa con América por los millones de kilos de oro y plata robados, por los crímenes de exterminio, la invasión y destrucción de ciudades y los abusos varios. Y que Europa debería firmar una carta de intención que permitiera entregar a América su continente entero, como primer pago de esa deuda histórica, en vez de negar visas y desterrar inmigrantes. Hace muy poco, Italia se negó a recibir un barco con más de seiscientos migrantes provenientes de Libia que viajaban en las peores condiciones de hacinamiento, deshidratados y corriendo riesgos de muerte. Los Nenets, pueblo nómade de las provincias del norte de Siberia, a quienes hemos elegido como referencia directa de nuestra historia, descienden de civilizaciones que tienen su origen hace más de veinte siglos. Hoy sufren la invasión, la destrucción y el abuso del capitalismo europeo. Esta historia, la de este Beriok ficticio de Lukas Barfüss, no nos es ajena, y su lamentable vigencia nos dice que montarla en nuestro escenario, el de El Galpón, tiene un verdadero sentido de compromiso social y político.