Entrevistas

Actrices: Soledad Lacassy

Entrevistas / 30 noviembre, 2018 / María Varela

-¿Cómo iniciaste tu formación artística?

-Desde chiquita mis padres me llevaban a ver obras infantiles. Ellos son grandes espectadores de teatro  y gracias a ellos es que hoy estoy transitando esta profesión. Ya un poco más grande me llevaron a ver un musical y yo salí enloquecida con lo que había visto y experimentado. Ellos me comentaron que quien dirigía ese espectáculo tenía una escuela, y así fue cómo me anoté en la Escuela de Acción Artística de Luis Trochón. Ese fue mi primer contacto con las artes escénicas. Hice la carrera de Comedia musical, de la cual egresé en 2010, y luego trabajé en algunos musicales infantiles. A todo esto, seguía con la constancia de ir al teatro, como cuando era niña, y entonces empecé a considerar la posibilidad de desprenderme un poco de lo musical y entrar en ese otro mundo. Hice un entrenamiento actoral durante el 2012, y en 2013 hubo una convocatoria en el Teatro Circular, me anoté en la prueba y entré a la escuela. Pero tuve que dejarla porque estaba haciendo una carrera universitaria y no logré acomodar los horarios. Me desanimé mucho y fui considerando la idea de abandonar la inquietud de tener una formación teatral, hasta que un par de años después, para mi sorpresa y alegría, me encontré con la noticia de que también iba a abrir escuela el Teatro El Galpón. Y acá estoy terminando mi tercer año de escuela y trabajando en la institución.

-¿Te sentís apoyada para poder seguir transitando esta profesión?

-Sí, me siento muy apoyada. Como comenté recién, tengo la enorme suerte de contar con el apoyo incondicional de mis padres, que me alientan en esta profesión y la viven conmigo muy de cerca. Me siento privilegiada, dado que si bien ha cambiado bastante la postura de la sociedad con respecto a tomar el teatro como un trabajo y no como un hobby o una actividad más, aún me encuentro con gente que no se siente respaldada e incentivada por las personas que la rodean. Afortunadamente, mi familia y amigos me acompañan en este camino que elegí y que estoy empezando a caminar. Además, estoy viviendo esto con mis compañeros de escuela que, como les digo yo a ellos, son hermosos, y hemos logrado ser un grupo, aunque heterogéneo, muy unido y fuerte. Hemos aprendido a cuidarnos y querernos en estos tres años que llevamos juntos, por lo que también me siento apoyada y comprendida por ellos. Tanto que, acostumbrada a trabajar con ellos en la escuela y en nuestra primera obra juntos —Lorca en las trincheras de Madrid—, cuando empecé el proceso de la obra a la que fui invitada a participar, y que está en cartel ahora, los extrañaba y me sentía rara sin ellos.

-¿Qué significa para vos estar actuando en una institución como El Galpón y en la obra Los cumpleaños de Irina, dirigida nada menos que por Villanueva Cosse?

-Me resulta increíble, teniendo en cuenta que desde hace muchos años soy espectadora de las obras de El Galpón. Y no me imaginaba que en algún momento iba a tener la oportunidad de formarme en esa institución y de actuar en sus salas. En particular, estar actuando en Los cumpleaños de Irina es muy importante y desafiante para mí. Es la segunda obra que estreno en la institución, pero esta vez no con mis compañeros de escuela sino junto al elenco estable, lo cual me significa tener que estar a ese nivel y tener que ensayar y trabajar al ritmo que lo hace un actor profesional. Es sin dudas una oportunidad muy grande y linda que me están dando y por la que siempre voy a estar agradecida; a la institución por haberme invitado a participar del taller que se tuvo previo a empezar el proceso de ensayos, y sobre todo al director, Villanueva Cosse, por habérsela jugado como lo hizo conmigo. A lo que me refiero es que yo recién estoy empezando, de hecho no terminé mi formación y él decidió darme un personaje tan emblemático y conocido como Irina, la menor de Las tres hermanas de Chéjov. Esto me motivó y alegró mucho y también me asustó mucho, la verdad. Pero me esforcé, crecí y aprendí en este proceso que como una vez me dijo Villa: “Es una segunda escuela”.

-¿Sos permeable a las propuestas de trabajo que vayan surgiendo? ¿Cuáles te interesarían más?

-Sí, sobre todo ahora que estoy en la escuela y se da mucho que te tocan personajes que representan un desafío en sí mismos por la lejanía que tienen con uno, o por la situación en la que se encuentran, que dista mucho de las experiencias que yo haya podido tener. Casualmente, los dos personajes que me tocaron en las obras en las que participé este año, que mencioné antes, son muy diferentes. En la primera tuve que componer una madre bastante particular, con un físico muy diferente al mío y  que vendía a su joven hija a un viejo. Claramente, ajeno a lo que soy yo. Pero luego, una Irina que sí tiene puntos de contacto conmigo y que fuimos trabajando más desde mi propia esencia. Ambos trabajos tuvieron sus momentos de disfrute y de dificultad. Si tuviera que elegir, me inclino hacia los personajes que más tienen que ver conmigo. Por lo menos por ahora, me interesa más partir desde quien soy yo para desde allí vincularme con mis compañeros y jugar juntos la situación dramática para ir descubriendo cómo son nuestros personajes.

-¿Cuál es para vos la característica más importante que tiene tu generación?

-Las ganas de crear cosas nuevas, propias. De adentrarse en procesos de investigación, de innovar, de encontrar nuevas formas. También, mezclar distintas ramas del arte, hacer uso de herramientas, recursos o formas de expresión de la danza o la música. Pienso que somos una generación que está buscando su propia manera de desarrollarse como artistas y que esté presente nuestra voz en ello. De buscarnos entre nosotros y armar grupos de trabajo, para aprender los unos de los otros y también para potenciar las individualidades. Para que cada uno a su vez pueda experimentar y probarse en otros roles; hay quienes gustan de otras actividades vinculadas al teatro que no necesariamente son la actuación, como la dramaturgia, la dirección, la producción. Esto tiene que ver con la proactividad, autogestión, flexibilidad, dinamismo y ganas de superarse y emprender que caracteriza a esta generación.

-¿Tenés proyectos entre manos?

-Sí, estoy desde el año pasado con Proyecto Rueda. El cual empezamos y llevamos adelante junto a mi novio, Cristian Amacoria, y otros actores y amigos, Juli Lucena, Nico Pereyra y Anaclara Alexandrino, que además es mi compañera de escuela. Proyecto Rueda nace por la necesidad de acercar el teatro a otras personas que por diferentes motivos no pueden acceder al circuito teatral y que en la mayoría de los casos no habían tenido antes contacto con las artes escénicas. Comenzamos por los más chiquitos: vamos por el país, de escuela en escuela, dejando una intervención teatral y un nuevo compañero para ellos, que es un árbol autóctono y frutal que, además de quedarles como regalo y generar el compromiso de cuidarlo, simboliza lo que a través del juego y la dramatización queremos transmitirles, que es la importancia de cuidar la naturaleza y el mundo en el que vivimos. Cada escuela es una nueva experiencia y un nuevo aprendizaje para nosotros; vamos a seguir creciendo y “rodando” con este proyecto para lograr acercar el teatro a todos los rincones de nuestro país.

 

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