Julio en Cinemateca

Cinemateca Uruguaya / 30 junio, 2023 /

El juicio, documental de Ulises de la Orden. Esta película es algo así como la alternativa documental a Argentina, 1985, de Santiago Mitre. La ubicación espacio-temporal es la misma: 1985, Buenos Aires, Argentina. El tema es el juicio a las Juntas Militares de la última dictadura (1976- 1983), acusadas por delitos contra la humanidad. Pero en este film el material no consiste en una representación con actores. Como en Núremberg luego de la Segunda Guerra Mundial, este juicio argentino fue enteramente filmado y registrado en cintas U-matic. Durante 90 jornadas se escucharon los relatos del horror y una sentencia final: Nunca más. Se registró a los defensores, así como los posicionamientos políticos e ideológicos de quienes apoyaron la dictadura. En la voz de las víctimas, se grabaron las historias de tortura y dolor de los supervivientes y familiares de desaparecidos y asesinados. La vida y la muerte en el mismo salón. Un archivo del pasado y una película que plantea un punto de partida.

En alguna entrevista periodística el director y guionista Ulises de la Orden ha explicitado sus razones: “A mí me movió la idea del Juicio a las Juntas, hará unos diez años. Caóticamente, desordenadamente, empecé a cazar información. Y lo primero que resalta es que había 530 horas grabadas de audiovisuales que eran inéditas. Eso me hizo desear verlo. Y lo segundo destacado era que había unas historias anexas. Hay una copia alojada en el Parlamento de Noruega, que se había llevado en 1987 y había una copia digitalizada del año 2010. Con eso seguí leyendo, investigando, entrevistando gente. Hasta que me di cuenta de que había una película posible con esos materiales. En ese momento empecé a coquetear con la idea de si sería interesante hacer la película solo con archivo. Yo tenía en mi retina —¿viste esas películas que te quedan marcadas a fuego?— el film La guerra de un solo hombre, de Edgardo Cozarinsky. Es una obra maestra. Creo que, desde que vi esa película hace más de 30 años, siempre quise hacer algo de archivo”.

Los osos no existen, de Jafar Panahi. Realidad y ficción se confunden en esta obra del iraní Panahi que es a la vez un drama, un documental y un trozo de noticiero que podría estar sucediendo ahora mismo. Ficción y realidad se cruzan, se interponen, proporcionando una enorme riqueza de significados. Y para ello Panahi utiliza pocos medios, muy austeros, con un estilo sencillo que oculta un guion y una planificación sumamente cuidadosa.

Más allá de enfrentarse a unos meses de prisión por la reactivación de su condena, Panahi, quien sigue teniendo problemas con la teocracia que tiraniza su país, se ha visto vetado durante tiempo de viajar al extranjero y poder hacer films. Esto último lo ha eludido ingeniosamente y así ha podido brindar obras como esta: un largometraje de aparente ficción que se convierte en una exploración sobre el propio poder de la imagen y una declaración política.

El director interviene en la trama como testigo de los amores, las tragedias y las huidas o deseos de huida que se van sucediendo. Esa mezcla irresoluta entre la ficción y el documental permite establecer resonancias entre los relatos y con la propia realidad del creador. En estas encrucijadas, las disputas y los choques dentro de la comunidad y frente a tradiciones incuestionables e inflexibles invitan a la reflexión.

La estancia de Jafar Panahi en la aldea a la que se traslada para su rodaje tampoco es tranquila o pacífica: él solamente quiere rodar a distancia una película, pero el hecho mismo de tomar una foto puede provocar un conflicto, pues quizá ha fotografiado al azar a una mujer con un hombre que no es el elegido por las respectivas familias para un matrimonio concertado. No hay forma de huir de la realidad que nos rodea, parece decir Panahi, que sabe bien de lo que habla. Como en un melodrama (y esta película no lo es), la realidad aporta dos finales terribles a las historias de las dos parejas que solo quieren libertad y algo de prosperidad. En tanto, Jafar Panahi, actor y espectador de su film, tiene que irse del pueblo ante la presión de sus moradores y de las autoridades.

Alguien ha comentado sin error que una de las virtudes de la película es que uno sale de verla comentando no solo la película, sino también la situación del pueblo iraní y sus cineastas contestatarios. Este cine de denuncia es también muy buen cine, un valor que últimamente parece no tenerse en cuenta. Enhorabuena. Premio especial del jurado en el Festival de Venecia 2022.

Sparta, de Ulrich Seidl. Aunque Seidl afirma que no es un realizador de documentales, sus películas respiran una sensación de autenticidad. Sus films a menudo se perciben como un género cruzado entre ficción y realidad. El estilo aparentemente documental de sus largometrajes es fascinante por el contenido inquietante y la intimidad única que tenemos con los personajes principales.

En Sparta, el film construye su historia sobre un personaje real de un hombre alemán, Markus Roth, quien fue arrestado por Interpol, tras una investigación que reveló una red de pedofilia que involucraba a 50 países diferentes.

Markus Roth era un pedófilo que ofrecía lecciones gratuitas de judo a niños en áreas pobres de Rumania. Construyó un estudio de entrenamiento e instaló una piscina inflable en su patio trasero donde los niños podían nadar y jugar. Para muchos de los jóvenes, Roth proporcionó un refugio seguro donde pasaban el rato más que en su casa. Ninguno de los niños sabía que Roth estaba vendiendo videos y fotos de ellos mientras se duchaban y jugaban.

El guion sigue muy de cerca la historia real de Roth y revela lentamente a un hombre que, con una intensidad creciente, lucha consigo mismo. No quiere hacer daño a los niños, pero sigue infringiendo su propia moral. No condenamos inmediatamente al pedófilo, sino que se introduce en la complejidad del tema. Hasta se puede sentir compasión por el personaje, considerando que está solo en su desesperación mental.


El visitante
, de Martin Boulocq. Después de salir de la prisión, Humberto se gana la vida modestamente cantando en velorios. Su mayor deseo es reconstruir su relación con su hija y brindarle una vida digna, pero los abuelos de la niña, pastores evangélicos influyentes, no están dispuestos a ceder la custodia de su única nieta. Acorralado financiera e ideológicamente, Humberto se ve obligado a enfrentarse a sus propios demonios mientras lucha simultáneamente contra una poderosa institución eclesiástica a la que alguna vez perteneció. Ambientada en la ciudad de Cochabamba, El visitante es una sombría meditación sobre las clases sociales, las relaciones familiares y el creciente poder del evangelismo en América Latina, reflexionando sobre los persistentes legados del colonialismo en la región y las nuevas formas de dependencia ideológica que guían a nuestras sociedades.

 


Cadáver exquisito, de Lucía Vasallo. Clara encuentra a Blanca, su novia, flotando sin signos vitales en la bañera de su casa. Destrozada por la situación, busca refugio en los recuerdos de Blanca mientras la misma se encuentra hospitalizada en estado de coma. De a poco, Clara empieza a descubrir a una Blanca que desconocía. Desde ese momento, comienza un camino de transformación física y psíquica.

 

 



Cidade Rabat, de Susana Nobre. Helena tiene 40 años y trabaja en una productora de cine. Se ha pasado los últimos años de su vida ocupándose de su trabajo y su familia. Tras la muerte de su madre, un sentimiento de libertad se despierta en ella y, aprovechando el tiempo que tiene ahora para sí misma, intenta vivir una segunda juventud.

 

 

 

 

Todo esto y mucho más los espera en Cinemateca.

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