Julia Varley y Eugenio Barba del Teatro Odín: “El fulgor de la belleza y la obsesión de los creadores”

Entrevistas Centrales / 31 diciembre, 2021 / Luis Vidal Giorgi

La actriz Julia Varley y el director Eugenio Barba, integrantes fundadores del ya mítico Teatro Odín, con sede en Dinamarca, estuvieron en nuestro país retomando un creativo y fraternal contacto que se remonta a los años ochenta, siempre dispuestos a brindar sus experiencias, las cuales reafirman la singular huella que sus espectáculos han dejado en nuestro medio teatral.

Recordando a Atahualpa del Cioppo Maestro de artistas

En su breve estadía dieron una demostración práctica de la técnica actoral a cargo de Julia Varley, en Polizón Teatro, y una master class sobre el mismo tema y cómo se transfiere el conocimiento de una generación a otra por Eugenio Barba, en la Sala Atahualpa de El Galpón, al igual que lo ha realizado en ocasiones anteriores, recibiendo manifestaciones de afecto de los presentes por ese vínculo que se mantiene a lo largo del tiempo.

Justamente, Barba comenzó su alocución recordando a Atahualpa del Cioppo, señalando la importancia de sus enseñanzas por toda Latinoamérica donde difundió su aporte, el cual pudo comprobar en sus giras por varios países, donde las referencias al director uruguayo eran constantes, hasta el momento emocionante en que lo conoció.

También Varley relató su encuentro en el Festival de Montevideo, donde, luego de una función agotadora, el abrazo y la palabra entusiasta del Maestro Atahualpa significó desde entonces un aliciente para sentir “que no tengo derecho de estar cansada”.

Actuar como Arte de la Repetición

Eugenio Barba señaló que recién con Stanislavsky se definió a los actores como artistas, antes su oficio estaba basado en la imitación de modelos y roles, desde entonces se estableció la importancia de la formación buscando la originalidad en la interpretación fuera de los estereotipos, además de darle una dimensión ética a la misma. Tanto en sus orígenes como en esta nueva etapa “ese saber hacer busca impactar en los sentidos del espectador”, por eso es fundamental la memoria física en la actuación, que se logra a través de los ejercicios y el entrenamiento. Así como las notas para el compositor o las pinceladas para el pintor, en la actuación se utiliza un repertorio de signos perceptibles para expresar lo interior, las emociones. Por eso en la actuación no se trata de reflejar lo espontáneo como en la vida cotidiana, sino de poder repetir los gestos y acciones sin anticipar, reconstruyendo los cambios en las tensiones (fuerte/suave; lento/rápido) de las acciones siempre en el presente. Estilizando la espontaneidad, pero mostrando lo creado en el espacio de modo insólito para generar un efecto kinestésico que logre una eficacia artística sobre los sentidos del espectador.

También destacó, con el aporte Varley y sus ejercicios, la importancia de no buscar significados, no definir la anécdota en el texto; por el contrario, priorizar la reacción con todo el cuerpo comprometido en las acciones, estableciendo la sincronización entre lo físico y el decir. Evitar lo mecánico para quedarse con la vida, con el alma de cada acción gestual y vocal en el espacio, “como era cada pincelada para Van Gogh.”

Por lo que pudimos presenciar, a modo de ejemplo, un ejercicio de Varley improvisando una partitura de acciones, modulando su energía física y vocal, acompañada por las indicaciones y las reflexiones de Barba; otro de los rasgos característicos del Odín que, en su unión entre la teoría y la práctica —con una vastedad, una profundidad y una poética de la creación teatral—, han marcado un camino original en el panorama del teatro mundial, con coherencia y determinación desde sus inicios, en 1964, cuando Barba, luego de su formación junto a Jerzy Grotowski, reunió a un grupo de jóvenes de distintas nacionalidades rechazados por las escuelas de teatro y fundaron su grupo en Holstebro, un pueblo de 15.000 habitantes. Y desde entonces han perseguido “el fulgor de la belleza” y la verdad, que al decir de Barba “es siempre cruel”.

 Una fundación para los “sin nombre”

Ante las preguntas del auditorio, con una estimulante presencia de jóvenes, acerca de la forma que habían vivido la situación generada por la pandemia, Julia Varley señaló que fue un momento difícil para ella por extrañar el contacto con los espectadores, ya que el teatro es esa energía que se genera en el presente en relación con los otros, por lo que estaba ansiosa por ver amigos y recuperar el cuerpo para compartir energía, como estaba sucediendo esa noche en la sala. Barba por su parte expresó que, entre otras respuestas adaptativas del grupo, además de estar ensayando, en su caso editó en forma digital una revista de teatro antropológico, pues recordaba que en su época de formación era difícil conseguir los libros necesarios, entonces ahora es más fácil poder compartir en la web esos materiales para que los estudiantes accedan. Y también creó con Varley una fundación, pensando en que los integrantes del grupo tienen una edad avanzada (Barba tiene 85 vitales años) y es una manera de compartir sus experiencias y apoyar nuevas. De un reportaje que le hicieran en Página12, extraemos estas declaraciones de Barba sobre la fundación: “Se dirige a la cultura sumergida de los ‘sin nombre’ del teatro. Su propósito es apoyar focos de acción de personas desfavorecidas por género, etnia, geografía, edad, forma de pensar y actuar dentro y fuera del teatro. El teatro es política con otros medios: los de la belleza. La fundación apoya iniciativas de mujeres en el teatro y está desarrollando un proyecto que se propone compartir saberes a través de una revista, The Journal of Theatre Anthropology, además de la realización de películas sobre antropología teatral, conversaciones mensuales con personas u agrupaciones anónimas que operan cultural y socialmente en las periferias, y organizando sesiones de la Escuela internacional de Antropología Teatral, la ISTA. Desafiando todas las dificultades de la pandemia, la fundación logró realizar una sesión de la ISTA en Italia, en octubre pasado”.

El eterno retorno de los mitos

El Odín ha trabajado la mitología como materia prima creativa en varios espectáculos, tanto que uno de ellos se titulaba Mythos y reunía desde la mitología griega hasta un posible mito del siglo XX vinculado al socialismo, como el soldado de la Columna de Prestes en Brasil. Dada esta recurrencia, no sorprende que el espectáculo que en la actualidad está preparando su grupo, para estrenar en el 2022, también retome las figuras míticas del ciclo tebano como Antígona; se titula Tebas en el tiempo de la fiebre amarilla. A propósito de esta temática, le preguntamos sobre la vigencia y vitalidad de los mitos para la creación. Barba señaló, entre otros aspectos, el carácter arquetípico de los mitos, que permiten esas nuevas y permanentes recreaciones; que todo creador tiene sus mitos personales, los cuales pueden ser asimismo colectivos, como la búsqueda de la libertad, la justicia. En su caso fue “proteger mi diversidad ante un mundo que margina”. Ese “emperrarse”, esa obsesión es lo que lo ha sostenido en la creación a lo largo del tiempo. Contó una anécdota de Einstein, cuando le preguntaron por qué otros físicos de mayor edad y experiencia no habían “descubierto” la relatividad, Einstein contestó: “Solo yo tenía una obsesión”. Y esa obsesión también pasa por imaginar otro mundo posible, del cual el Teatro Odín nos da testimonio y nos muestra un resplandor desde su isla, el cual constituye un faro para los artistas de la escena en estos tiempos inciertos.

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