Julio llega a Cinemateca con dos estrenos uruguayos, Las olas y Tracción a sangre.
Las olas, dirigida por Adrián Biniez, nos cuenta la historia de Alfonso, quien sale de trabajar y va al mar. Se sumerge en el agua y nada. Emerge en una playa donde estuvo de vacaciones con su familia cinco años atrás. Allí comienza un viaje fantástico por diferentes veranos y balnearios en los que estuvo a lo largo de su vida: de niño con sus padres, en una isla misteriosa con su exesposa, de adolescente con sus amigos, con piratas de la Malasia y acampando en el mismo lugar con dos novias diferentes, en dos años consecutivos.
«El espectador debe dejarse sumergir y así disfrutar de la historia”, sostuvo el director y libretista Biniez cuando presentó su película en el festival de San Sebastián.
Biniez usa el mar (un clásico del cine o de la literatura) como elemento narrativo que unifica la historia, y su acercamiento a él es casi experimental: filmación prácticamente exclusiva en exteriores, con la luz del sol, sin usar iluminación artificial y sirviéndose de la naturaleza como decorado de la película.
Por su parte, el documental Tracción a sangre, de Sofía Betarte, nos presenta a dos familias de clasificadores de residuos de Montevideo, que intentan salir adelante luego de haber perdido sus herramientas de trabajo: sus caballos. Mientras Daniel y Matías, con la ayuda de su sindicato, intentan recuperar su caballo requisado recientemente, Marcelo y Alicia, buscarán hacerse de un vehículo propio, para poder devolver el caballo prestado con el que trabajan.
Relegados a la periferia de Montevideo, en la intimidad de sus hogares y a través de sus luchas cotidianas, el documental va haciendo conocer a unas personas entrañables que dignamente intentan salir adelante cargando a cuestas una realidad muy desfavorable, con profundo optimismo, perseverancia y mucha tracción a sangre. Un Uruguay que está ahí, al lado nuestro, aunque generalmente preferimos mirar para otro lado.
También llega El otro lado de la esperanza, del reconocido director finlandés Aki Kaurismäki. El protagonista del film es un refugiado sirio que llega a Finlandia con la necesidad de trabajar. Allí se cruza con un finlandés cincuentón que quiere cambiar su vida y abre un negocio de restauración. La peripecia vital de ambos personajes se entrelazará inextricablemente.
Kaurismäki se había ocupado ya de los problemas de la inmigración en su espléndida El puerto (Le Havre), y aquí vuelve a él con una mezcla de humor, emoción e invitación a la reflexión. Su estilo sigue siendo minimalista, exento de virtuosismos, con escenas fijas que parecen cuadros estáticos, esmeros de iluminación y color, poco diálogo y una música que es un personaje más. La película es una pequeña maravilla en su equilibrio entre el humor y lo serio, dos elementos que no suele ser fácil hacer coexistir.
Desde Lituania llega Frost, de Sharunas Bartas. La película nos cuenta la historia de Rokas e Inga, una pareja de jóvenes lituanos que se ofrecen como voluntarios para conducir una camioneta de ayuda humanitaria a Ucrania. Cuando los planes cambian y se encuentran abandonados a su suerte, cruzan las vastas tierras nevadas de la región de Donbáss en busca de aliados y refugio, implicándose en la vida de los afectados por la guerra. A pesar del peligro, se van acercando cada vez más a la línea del frente. Sharunas Bartas propone, en esta ocasión, una obra ambientada en el conflicto activo entre Rusia y Ucrania para reflexionar sobre aquello que más conoce, que es la condición humana.
Finalmente desde Francia llega El atelier, de Laurent Cantet. En la trama de la película, Antoine ha aceptado seguir un taller de escritura donde unos jóvenes en proceso de inserción social deben escribir una novela negra con la ayuda de Olivia Dejazet, una reconocida escritora. El film —protagonizado por un grupo de jóvenes de diferentes orígenes, todos interpretados por actores no profesionales— parte del taller como espacio de reflexión, creatividad y autodesarrollo, para transformarse en escenario de un thriller, con la oscura relación que establecen Antoine y Olivia como hilo conductor. Pero la trama toma además un cariz social. La certeza de que cualquier pasado fue mejor deriva en un atronador grito generacional que denuncia la ya de por sí compleja relación de los chicos con su historia. Los jóvenes deben buscar su hueco en un páramo desolador de desempleo y desigualdad, problemas que afectan a los más vulnerables, justo aquellos en los que los discursos racistas o ultraderechistas pueden calar más fácilmente.
Además de los estrenos, durante el mes repasaremos la obra de Robert Aldrich, continuamos con el repaso de las mejores mil películas de todos los tiempos, ya queda poco para el número uno, y recordamos a Federico Fellini y a Ed Wood.
Como siempre toda la programación puede consultarse en www.cinemateca.org.uy o llamando al 2415795.
Los esperamos.