Hermandad teatral México – Uruguay

Teatro / 3 junio, 2024 /

Luis de Tavira recibe la Medalla Vasconcelos

 

Lanza crítica a las políticas culturales

 

El dramaturgo Luis de Tavira (Ciudad de México, 1948) fue homenajeado con la “Medalla José Vasconcelos” durante un acto celebrado el 14 de mayo en el Seminario de Cultura Mexicana, donde se reconoció su fructífera, generosa y extraordinaria creatividad en la teoría y práctica teatrales.

Felipe Leal, titular del Seminario de Cultura Mexicana, dijo que la presea le fue entregada “en reconocimiento a su destacada trayectoria como director de escena, pedagogo, dramaturgo y fundador de instituciones teatrales que han sido determinantes para la construcción del teatro mexicano”.

Al recibir el reconocimiento, De Tavira dijo tener “una suerte de asombro” al considerar cómo una distinción puede “dar significado a una trayectoria que ha intentado cumplir la vieja promesa de fidelidad que cada artista se hace cada día en silencio”.

Añadió que “nadie hace teatro solo, así que entiendo que este reconocimiento atañe a esa maravillosa comunidad a través de la cual me ha sido dada la gracia del teatro: actores, actrices, escenógrafo, diseñadores, coreógrafos, técnicos, promotores, gestores, algunos están aquí y su presencia hace plena la alegría… en todos ustedes mi corazón leal se amerita”.

Sin embargo, De Tavira no perdió la oportunidad para formular críticas a la actual política cultural. Dijo: “La recién creada Secretaría de Cultura todavía hoy existe para cumplir ordenamientos de la Ley de Educación; aún no existe en México una Ley Federal de Cultura que exprese la consistencia de la producción artística, y que defina los derechos culturales y las responsabilidades de las administraciones públicas destinadas a la promoción del arte y la cultura”.

Añadió que es preciso distinguir entre “Cultura” y “Acción cultural”, y precisó que esta última es decisiva para el desarrollo del país y la vitalidad espiritual de las comunidades, porque le corresponde “la formación de los sujetos de desarrollo y la convivencia”.

Según De Tavira, el más recurrente error de las políticas de acción cultural ha sido intentar dar respuestas simples a problemas complejos. Al respecto, cuestionó que “las políticas recientes resultan dispendiosas e ineficaces porque apuestan por la eventualidad inmediata y no invierten en la estabilidad a largo plazo”. “Solo en condiciones de estabilidad puede haber crecimiento y participación en el gozo cultural y artístico, la acción cultural resulta imposible sin la participación de sociedad civil que es ella misma lo que se entiende como cultura pública, no habría que olvidar que la verdadera obra de arte es la sociedad…”.

 

Una prolífica trayectoria

 

Director de escena, pedagogo, teatrólogo, dramaturgo y fundador de instituciones teatrales, la trayectoria de Luis de Tavira ha sido determinante para la construcción del teatro mexicano, mismo que no se puede comprender sin sus aportes.

Nacido en la capital mexicana en 1948, desde comienzos de los años setentas De Tavira ha sido maestro de actores, directores, escenógrafos y dramaturgos, algunos de los cuales son hoy destacados exponentes de la profesión teatral, cinematográfica y televisiva.

Es creador del método de análisis tonal, cuyas aportaciones han contribuido a la renovación de la hermenéutica dramática de nuestro tiempo. Su aplicación ha transformado el concepto y la práctica de la interpretación escénica como creación, al grado de constituirse en fundamento decisivo para la formulación conceptual de la dramaturgia en tanto constructora de la comunidad interdisciplinaria que interviene en el hecho teatral.

Su obra, además de la composición de piezas originales, comprende un vasto cuerpo de actualización de textos dramáticos de diversas tradiciones que conforman un elocuente testimonio del ejercicio dramatúrgico de nuestros días.

En 2003 fundó el Centro Dramático de Michoacán (Cedram), cuya labor se vinculó intensamente con habitantes de diversas regiones de ese estado mexicano, adonde llevó obras de teatro trashumante sobre las ruedas de Rocinante, un tráiler que al desplegar su escenario con bancas para los espectadores, ofreció puestas en escena a los pobladores de zonas apartadas de los grandes centros urbanos y zonas de conflicto.

Luis de Tavira es director de escena y fundador del grupo Teatro Taller Épico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde también se desempeñó como profesor de Actuación. Asimismo, fue director del Centro Universitario de Teatro de la UNAM, y de actividades teatrales en la misma institución así como del Centro de Experimentación Teatral del INBAL.

En la actualidad trabaja como director independiente y desde enero de 2017 es director artístico de La Casa del Teatro A.C., a la par de haber regresado a los escenarios para actuar, recientemente, en la obra “El Padre”, original de Florian Zeller.

Ha dirigido cerca de 50 espectáculos teatrales en México y en el extranjero y se han estrenado sus obras: Premática de los excesos de un sátiro despechado y arrepentido penitente (1972), Sodoma y Gomorra (1972), Officium tenebrarum (1972), Il livro di Job (Frascati, Roma, 1972), La banda de Dionisos (The Crew of Dyonisos) (Santa Clara, California, 1973), Missa solemnis (San Francisco, California, 1974), Impromptu para tuba en llamas (1979), El general madruga (en colaboración con J. Garrido y Arturo Beristáin, Frei Volsbuhne, Berlín, 1982), Novedad de la patria (1983), Zozobra (basado en los poemas de Ramón López Velarde, FIC, 1988), La conspiración de la cucaña (homenaje a Alfonso Reyes, en colaboración con Alfonso de María y Campos, 1989) y La séptima morada (1991).

En el 90 aniversario del Palacio de Bellas Artes

La Compañía Nacional de Teatro

presentó Los empeños de una casade sor Juana

 

En el marco de las celebraciones por el 90 aniversario del Palacio de Bellas Artes, la Compañía Nacional de Teatro (CNT) presentó en la sala principal la primera función de Los empeños de una casa, de sor Juana Inés de la Cruz.

Los empeños de una casa es la primera comedia escrita por sor Juana Inés de la Cruz en 1683 por encargo de la Marquesa de la Laguna.

Estrenada en el siglo XVII, durante las celebraciones por el nacimiento del primogénito de los virreyes de la Nueva España, la obra de la religiosa de la Orden de las Jerónimas aborda una serie de enredos amorosos que sirven de pretexto para que la autora diserte sobre la frágil naturaleza humana y el público se divierta con la obra.

En la puesta en escena de la CNT, compañía que depende del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), el ingenioso dispositivo escénico diseñado por Jesús Hernández, un escenario circular inclinado lleno de entradas y salidas donde se abren y cierran puertas para presentar esta serie de embrollos amorosos —muy ad hoc para una trama de enredos—, es el espacio donde se desarrolla esta historia de amor y locura que se genera en la cabeza de la propia sor Juana, mientras ella vive en escena su propia tragicomedia.


Adaptada por la directora de la compañía, Aurora Cano, la primera escena del montaje presenta a Sor Juana —también conocida como la décima musa— en su biblioteca con la Virreina María Luisa, quien le encarga a la poeta una comedia; mientras la está creando, la propia autora está envuelta en su propia tragedia sintiéndose prisionera de su propio conocimiento, pero también mal correspondida por la Virreina.

Una de las principales características de la relectura de la obra de sor Juana, es la inclusión de boleros interpretados por un trío que acompaña a los actores en el escenario, quienes cantan temas como “Quizás, quizás, quizás” y “Esta tarde vi llover”. Hay un momento en la obra en el que se anuncia al público que se prepare para cantar y como si fuera karaoke en una pantalla aparece la letra de “Piel Canela”.

Hablada en verso, la trama mantiene su delirante comedia junto a elementos como el travestismo, y cierta grandilocuencia que recuerda al cabaret, todo a un ritmo vertiginoso que hace que las más de dos horas y media que dura el montaje se pasen entre risas y sorprende por la interacción con el público, que termina cantando “Lágrimas negras” con todo el elenco.

Según Aurora Cano, en parte del objetivo de la puesta en escena es “provocar una crisis en los asistentes, así como algún tipo de perturbación moral; de eso se trata el teatro, de generar cuestionamientos, conflictos, debates y emociones”.

 

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