Febrero en Cinemateca

Cinemateca Uruguaya / 31 enero, 2022 /

Este mes en Cinemateca, además de los estrenos regulares recordaremos la obra de Peter Bogdanovich.

El caso de Peter Bogdanovich es particularmente llamativo. Cuando en 1971 estrenó La última película, hubo quien lo proclamó “el nuevo Orson Welles”, y se lo colocó a la cabeza del grupo de cineastas renovadores que en ese momento estaban cambiándole el rostro a Hollywood. Tras media docena de películas de variado pero a menudo considerable interés, sin embargo, la maquinaria empezó a fallar: Bogdanovich proporcionó un film fallido tras otros, y en los cuarenta años que siguieron se lo colocó en el estante de los realizadores olvidados. Ahora que ha muerto a los 82 años habría que buscar un equilibrado punto medio, reconocer el valor de por lo menos una zona de su carrera, y reivindicar también al estudioso del cine y el crítico a menudo sagaz que hubo en él.
Nacido en Kingston, Nueva York, Bogdanovich es hijo de inmigrantes que huyeron de los nazis: su padre era un pintor y pianista serbio y su madre descendía de una rica familia judía austriaca.
Originalmente actor en los años cincuenta, estudió el método con la legendaria profesora Stella Adler y solía aparecer en televisión y obras de teatro veraniegas. A principios de los años sesenta, adquirió notoriedad al programar diversas películas en el museo MOMA de Nueva York. Cinéfilo obsesivo –llegó a ver 400 películas al año durante su juventud- Bogdanovich mostraba principalmente obras de directores estadounidenses como John Ford y del entonces menospreciado Howard Hawks. También reivindicaba a olvidados pioneros del cine estadounidense como Allan Dwan.
Bogdanovich estaba influenciado por los críticos franceses de Cahiers du Cinéma, especialmente por François Truffaut. Antes de ejercer él mismo como director, labró su reputación como crítico en artículos para la revista
Esquire. En 1968, Bogdanovich pasó a la dirección. El legendario “rey de la clase B” Roger Corman le ofreció trabajo, y Bogdanovich trabajó en la reedición de un film de ciencia ficción soviético que Corman había comprado, convirtiéndolo en algo inenarrable llamado Viaje al planeta de las mujeres prehistóricas. Más importante fue la posibilidad de dirigir una película más seria, Míralos morir Targets, historia de un asesino de masas en la que dirigió al legendario Boris Karloff y que reveló a un talento cierto.
De vuelta al periodismo, Bogdanovich entabló una larga amistad con Orson Welles, a quien entrevistó para una revista y más tarde publicó el libro
This is Orson Welles (1992). También escribió libro sobre John Ford, Howard Hawks y unas Conversaciones con directores de leyenda, que lo sitúan como un cronista de cine de primera línea. También dirigió el documental Directed by John Ford, que resulta imprescindible para todo interesado en la obra del Maestro.
En 1971, Bogdanovich, de 32 años, fue aclamado por el que sigue siendo su film más célebre,
La última película. Una melancólica coming on age ambientada en un pueblito texano hacia 1951, inspirada en un relato de Larry MacMultry. Le siguieron ¿Qué pasa doctor?, una comedia evidentemente inspirada en la memorable Domando al bebé de Hawks, y Luna de papel, una comedia en tiempos de la Depresión con Ryan O’Neal, que consiguió que la hija de 10 años de éste, Tatum O’Neal ganara el Oscar a la mejor actriz secundaria. Esta última película fue producida bajo los auspicios de The Directors Company, creada por Bogdnanovich junto a Coppola, William Friedkin y otros. Para entonces se había enamorado de Cybill Shepperd (actriz de La última película) y para casarse con ella se divorció de su primera esposa, la diseñadora Polly Platt. Feministas de lengua ácida han señalado que el rápido deterioro de la obra de Bogdanovich coincide con su divorcio de Platte, sugiriendo que ella fue la fuerza creativa detrás de lo mejor de sus películas. The Directors Company duró poco (solamente produjo La conversación de Copppola y Daisy Miller de Bogdanovich).
Allí empezaron los problemas.
Daisy Miller (1974), adaptación una novela de Henry James, fue un fracaso de crítica y público, y a Bogdanovich tampoco le fue bien con Al fin llegó el amor (1975) un musical de Cole Porter en el que el director se empeñó en rodar los números musicales en directo, método que tampoco funcionó en la penosa Los miserables de Tom Hooper. Intentó recuperarse con Aquella locura del cine (Nickelodeón, 1976), una evocación ocasionalmente graciosa de los comienzos de Hollywood que tampoco funcionó bien en taquilla. Tras una pausa de tres años, Bogdanovich volvió con la atrayente Saint Jack (1979), un decente film noir que circuló poco, producido por Playboy Productions de Hugh Hefner, en parte como pago de una demanda al dueño de Playboy por haber pirateado unas fotos de Cybilll Shepperd desnuda.
Lo que siguió fue un fracaso tal vez injusto y orleado por la tragedia
: Nuestros amores tramposos (1981), otra comedia melancólica que le ofreció a Audrey Hepburn el último protagónico de su carrera, pero que se vio sacudida por el romance del director con su actriz Dorothy Strattem, que fue asesinada por su marido quien luego se suicidó (la historia fue contada en el film Star 80 de Bob Fosse).
Para entonces Bogdanovich era ya sin embargo un cineasta del pasado, aunque siguió filmando y hasta hizo algunas comedias atendibles (especialmente
Detrás del telón), el drama Máscara (1985) y la secuela de La última película titulada Texasvile (1990). En 2001 volvió al tema del cine con The Cat’s Meow, esta vez sobre el supuesto asesinato del director Thomas Ince por William Randolph Hearst, que tal vez sea una leyenda de Hollywood o tal vez no. Pero para entonces su carrera cinematográfica estaba prácticamente terminada. Dirigió algunos telefilms, volvió al cine con la mediana comedia Terapia en Broadway (2014), y continuó desempeñándose con más seguridad como crítico y ensayista, no es infrecuente verlo como presentador de las películas de la serie Criterion, y dedicó bastante tiempo a la restauración de uno de los films inacabados de Orsom Welles. Vale la pena recodarlo, aunque as no sea para dejar constancia de que una zona de su aporte fue más importante de lo que los pocos que lo recuerdan puedan creer.

Durante el ciclo podremos ver Míralos morir (Targets), de 1968; La última película (The Last picture show), de 1971; ¿Qué pasa, Doctor? (What’s up Doc), de 1972; Luna de papel (Paper Moon), de 1973; Daisy Miller, de 1974; Saint Jack, de 1979; Detrás del telón (Noises off), de 1992; Esa cosa llamada amor (That thing called love), de 1993 y El maullido del gato (The cat’s meow), de 2002.

También culminaremos con el ciclo de “El cine de 2021” y entre los estrenos se encuentra State Funeral, de Sergei Loznitsa. A lo largo de este documental, organizado mediante una excelente labor de montaje, repasamos el homenaje que las instituciones y muy en particular de la población brindaron al cuerpo de Stalin, planteando una reflexión sobre la facilidad con la que el terror puede determinar nuestras propias emociones. No hay atisbos de ironía en el tratamiento del material, solo la certeza de que la historia tomó un rumbo diferente al que muestran las imágenes.

Como si todo esto fuera continuamos con el ciclo Cinemateca te acompaña todos los domingos y jueves por Tv Ciudad, y en +Cinemateca.

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