LIBRE

Piel de verano (Ciclo)

  • Inicio: 04/05/2024
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Argentina, 1961

Dirección: Leopoldo Torre Nilsson

Guión: Leooldo Trre Nilsson, sobre cuento de Beatriz Guido. Fotografía: Óscar Melli. Música: Baby López Furst. Producción: Producciones Ángel. Elenco: Alfredo Alcón, Graciela Borges, Franca Boni, Juan Jones, Rafael Salzano

Duración: 96 minutos

La protagonista (Graciela Borges) se hospeda en una casa de verano. Un día, su insípida rutina es interrumpida por su abuela, quien le cuenta que al hijo de su amante, (Alfredo Alcón), le han diagnosticado una enfermedad terminal. El padre del muchacho ha mantenido a toda su familia, incluso pagó la casa de verano donde ahora se hospeda nuestra heroína. por lo que la familia está en deuda con él. A Borges se la hace una propuesta: si pasa los últimos días del muchacho con él, puede tener ropa nueva de Dior y un viaje de un año a París con una de sus amigas. Aunque desprecia al joven, ella acepta. La ficticia relación parece avanzar, hasta que una jugarreta del destino introduce un elemento de tragedia.
El director Leopoldo Torre Nilsson su equipo ubicaron la acción de su película en una Punta del este fuera de temporada, cuya grisura acentúa la melancolía que envuelve toda la historia. La ambientación uruguaya facilitó la incorporación al elenco de actores locales como Henny Trayles, Rafael Salzano y Juan Carlos Carrasco. Luciana Possamay y Juan Jones.
Más allá de su costado uruguayo hay un elemento adicional que puede interesar al espectador a mas de seis décadas de la realización de la película. Piel de verano es un ejemplo típico de la colaboración de la escritora Beatriz Guido con su marido el director Torre Nilsson, con quien trabajara también en La casa del ángel (1954), La caída (1956), Fin de fiesta (1958), La mano en la trampa (1961), Martín Fierro (1967), sobre el poema de José Hernández; El santo de la espada (1969), a partir del libro homónimo de Ricardo Rojas; y Los siete locos (1973), basada en la novela de Roberto Arlt.
Miembro de la generación de los «parricidas», las obras de Guido se centran en la nostalgia de la niñez, los problemas de la adolescencia (Fin de fiesta, 1958), la realidad nacional (El incendio y las vísperas, 1964) y la introspección psicológica (La invitación, 1979). Beatriz Guido publicó con veintisiete años su primer libro, Regreso a los cielos (1952), y dos años después, con la novela La casa del ángel (1954), obtuvo el premio de la editorial Emecé. A partir de entonces emprendió una prolífica carrera como escritora profesional, paralela a su prolongada labor de guionista cinematográfica. Guido, cuyo centenario se cumplió el año pasado es una escritora que padeció un injusto olvido, fruto, quizás, de sus posiciones políticas y es cierto que hoy es una de las autoras valiosas argentinas menos citadas de su generación (lo mismo podría decirse de su maestro cineasta). Puede haber otras razones, no necesariamente justas, para ese semiolvido. Por mera portación de apellido, Guido ha sido considerada la representante de la oligarquía, del mismo modo que en los politizados sesenta el cine de Torre Nilsson fue tachado de “demasiado europeísta” por críticos engagés: Torre se aleja de su mundo cuando hace Martín Fierro y se pone telúrico, pero sus mejores películas suelen ubicarse en un ambiente de alta burguesía a la que examina críticamente. Piel de verano no es una excepción.

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