Historia del cine: Británicos de posguerra

En 1945, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte acababan de ganar una guerra y empezaba a perder un imperio. Ese último dato se volvería mucho más claro en el correr de los años cincuenta, con una probable culminación en el papelón de la intervención en el canal de Suez en 1956, que constituiría el trasfondo del surgimiento de toda una generación contestataria (los angry). Los tardíos cuarenta y tempranos cincuenta fueron menos desencantados y protestones, y allí el cine británico siguió tres o cuatro tendencias principales. Por supuesto, se continuó produciendo un cine de guerra heroico (alguien llegó a decir que la imagen más icónica del cine británico podía ser Kenneth More en pose valiente, en la cubierta de un acorazado), pero hubo también algunos autores más personales. En plena guerra Laurence Olivier había hecho ya un Enrique V, e insistió poco después con Shakespeare en su atendible Hamlet. David Lean, primero con Noel Coward y luego sin él, había demostrado ser un tipo interesante en películas como Hidalgos de los mares o Lo que no fue, y prosiguió con una línea de adaptaciones literarias de valor, generalmente basadas en Dickens. La empresa Ealing y otras ensayaron una línea de comedia ingeniosa, mientras los más interesantes de todos, el equipo de The Archers (Michael Powell y Emeric Pressburger) era subestimado, quizás porque su tendencia a la fantasía y la imaginación resultaban poco británicas: su reivindicación vendría después. De casi todo eso hay ejemplos en el presente ciclo.