El bello verano

Es 1938 y en Italia impera el fascismo. Libremente inspirada en la novela Cesare Pavese, la película cuenta la historia de una chica de campo, Ginia, que comienza a abrirse camino en la gran ciudad y se ve atraída por un círculo bohemio de pintores que resultan ser medios sinvergüenzas y, especialmente, por una modelo de espíritu libre y ojos tristes. Ensimismada y descubriendo un mundo nuevo en su paso a la adultez, Ginia se percata poco a poco de la situación política, cuando unos intimidantes Camisas Negras de Mussolini suben a un autobús en el que viaja o cuando la radio de su vecino suena a todo volumen con una diatriba de Mussolini y ella cierra la ventana.
La protagonista vive con su hermano Severino que se mudó a la ciudad para ir a la universidad pero se concentra más en trabajar que en las tareas académicas y parece desilusionado y fuera de lugar en Turín. Mientras su hermana imagina mudarse a una ciudad más grande, él siente nostalgia y habla de regresar al campo, donde aún vive su madre.
Ginia trabaja como costurera en un elegante taller de moda. Uno de sus diseños de vestidos es un éxito y por eso le piden que haga el vestido de novia de una clienta importante. A partir de ahí, Ginia se ve envuelta en un mundo de fiestas y atraída por Amelia, que fuma, bebe y coquetea, no solo con los hombres, sino de manera bastante intencionada con la propia protagonista.
La cámara está atenta a los matices volátiles de la actuación de Vianello (que interpreta a Ginia), la forma en que su rostro se ilumina con cada nueva experiencia, ya sea un sorbo de aperitivo o la oportunidad de estar en el estudio de un pintor, y la forma en que su mirada puede oscurecerse con la decepción. En una de las secuencias mejor observadas de la película, la directora Luchetti, se centra en lo que podría ser un aspecto casi universal del despertar sexual de las mujeres. La película presenta de manera realista la forma en que el momento anhelado puede desarrollarse como una experiencia de dolor físico y desapego emocional cuando un joven despistado está en una misión egocéntrica.
Pero en la película también hay una hermosa escena en un baile de un pequeño pueblo, impulsada por la exquisita música de una banda de cuatro integrantes en pantalla, Ginia y Amelia bailan juntas, y la cámara se acerca tanto que el espectador comienza a preguntarse si los habitantes del pueblo son poco observadores o simplemente de mente abierta, o si la intimidad del abrazo de las mujeres es simbólica en lugar de literal.
A lo largo de todo el film, la sensible banda sonora de Francesco Cerasi y los detalles de época, suntuosos y vividos, dan valor a la película.