Carnaval 2025: La mano que escribe la murga

Carnaval / 30 enero, 2025 /

Hay un ambiente, este año, como de alegría, como de ganas de festejar, de pasarlo bien, de disfrutar el carnaval. El año electoral aporta mucho material de ese que rinde: anécdotas curiosas, peripecias personales de los candidateados, asuntos que se conocieron en plena campaña, dichos y diretes variados. A todo eso se suman los permanentes temas que están en boca de la gente y que son los que acucian la vida diaria: la inseguridad, la salud, el empleo, el tiempo con la familia.

Cabe volver a señalar que, hace rato ya, las murgas tienen un nivel de calidad tal que hace que todas canten bien, toquen bien, se muevan bien, en definitiva, que ofrezcan buenas ejecuciones musicales y desempeños humorísticos. Cabe, también, volver a señalar, en estas páginas, que la clave del buen espectáculo sigue siendo el libreto. El planteo de los temas, el humor que se logra, la crítica con arte, si es posible la crítica con humor a la vez. En un tiempo en que los conjuntos son todos de buen nivel, la obra se define por la calidad o acierto del texto.

Y vale señalar, con todo respeto y aprecio, que donde se necesita mayor crecimiento es, justamente, en este aspecto: en la mano que escribe la murga. La vieja y querida pluma del autor, bueno…, de los autores; hace tiempo ya que son habituales las “comisiones de letras” donde se reciben ideas de toda la barra y se encargan de amasar la masa madre. Lo dicho no significa que no haya buenos libretistas. Algunas plumas que ayudan a volar a las palabras, otras que tienen el ingenio para encontrar el lado fino en la crítica. A veces se acierta más, a veces menos. Al final del carnaval lo sabremos. No es fácil, pero es necesario crecer allí.

Este año hay alguna retirada que se disfruta por el hallazgo de un buen decir, pero, también, en lo musical que es donde más se ha desarrollado el género. Hay retiradas donde su tono poético se potencia con una musicalidad también poética, por las melodías que se eligieron, por las armonías que se construyen y donde una sutil disonancia del acorde enaltece las palabras al decirlas cantando. Esto pasa en La Nueva Milonga, por ejemplo. Hay otras, por cierto. Mejores quizá, eso lo verá cada cual.

Cada año llegan nuevas generaciones que, inevitablemente, traen consigo sus asuntos cotidianos y sus modos de decir. Este año ingresan al carnaval dos murgas de jóvenes que tienen oficio porque lo fueron aprendiendo en los ámbitos que se han ido instalando en la ciudad y que son los han venido generando murguistas que, luego, llegan al carnaval más exigente con oficio y soltura en el escenario. Ya quedó atrás aquella época donde se veían, en la cuerda del coro, algunos componentes con menor habilidad. Como quedaron atrás, también, aquellos tiempos donde el tono se daba de oído y solía pasar que la emoción, o los nervios, influían en la emisión del coro. Hoy la guitarra asegura que las notas sean las que deben ser, aunque pueda pasar que alguna intervención patine un poco porque es en vivo y, ahí está la gracia, se trata de personas que se emocionan mucho actuando.

Decía que llegan dos murgas “nuevas” al circuito del carnaval y son Jorge y Sorda de un oído. Y vale destacarlas porque no siguen la tendencia habitual de las que integran jóvenes. Estas dos van por un camino más de murga original, por su estilo, porque reutilizan una modalidad más clásica, pero también porque muestran una notoria irreverencia, se desempeñan más desprejuiciadas y sueltas, y dicen cosas que no siguen lo convencional. Y tampoco parece preocuparles mucho si queda bien o no. Es carnaval, en definitiva. Hay que verlas. Por su propuesta y porque lo hacen bien.

Datos —no exhaustivos— que puedan servir a la hora de ir a verlas:

Jorge: Y bueno… a volar. Son angelitos enviados al Uruguay a encontrar la esperanza perdida. En esa búsqueda se preguntan qué es la patria y se proponen actualizar los símbolos patrios. Un cuplé donde buscan empleo a los políticos que se quedaron sin cargos en la elección. Cuplé del ángel perdido, con cupletero al viejo estilo, y críticas muy duras. Buena batería y coro, de voces que aún no han pasado por la intensidad de los tablados diarios y se verá si se curten o la afonía aparece por ahí.

Sorda de un oído: La fiesta de los culpables. Un espacio donde desahogar las culpas, reflexionar sobre ellas o identificar culpables. Fluida y dinámica; mucho desparpajo y, a veces, disparatados. No se ocupa de edulcorar nada; con crítica cruda y sin prejuicios. Canta muy bien y, especialmente, en la retirada se aprecia una disfrutable musicalidad, bien manejada, donde el coro se luce mejor.

La Nueva Milonga: Nuevas tendencias. Tiene a la letrista que anda mejor, Ximena Márquez, y al arreglador musical que anda mejor, Diego Berardi, y un coro muy sólido. Por eso, en especial, el saludo y la retirada son muy bellos. El último cupletero típico, el veterano Claudio Rojo, guía al debutante Gastón Carbajal con su personaje Waldemar, por las nuevas tendencias en la sociedad. El contraste entre ambos actores funciona bien. Cuplé del escáner del puerto y el contrabando. Salpicón que incluye una mirada internacional, que se agradece. Un título histórico de murga, solo de hombres en escena, pero por la que habla una mano de mujer.

Doña Bastarda: En la mala. Son habitantes de la calle y nos cuentan distintas situaciones de su mundo cotidiano. Está fuerte. Interpela. Mucha crítica con humor. Una graciosa versión de Brindis por Pierrot, convertida en Brindis por la Coalición. Mucho ritmo y dinámica. Retirada, bella, que comienza con una excelente interpretación de Camila Sosa. El regreso a los textos de un buen letrista como Emiliano Tuala influyó en el buen libreto que escribe junto a Imanol Sibes, además cupletero.

Asaltantes con patente: ¡¿Qué querés inventar?! Son ratones en un laboratorio y, en ese mundo de inventos, repasan la realidad con crítica y humor. Retirada dedicada al histórico letrista Carlos Soto “Doble filo”, una pluma poética y certera, de conocidas retiradas: Un saludo cordial…”, “Gorrión que abriendo sus alas…”.

Cayó la cabra: Sorpresa. Con una notoria mejora en el canto, la dinámica de siempre y el humor dislocado que suelen practicar. Destaca el cuplé sobre la pareja abierta. También hay sorpresitas y no sorpresas.

Curtidores de Hongos: Primitivos. En un tiempo donde la tecnología invade todo, Curtidores muestra los aspectos primitivos de los humanos. En la educación de los hijos, los sentimientos de los padres. En los solos está Luis “Canario” Pereira, cuya voz era muy típica del sonido de La reina de la Teja.

La gran muñeca: Volver a las raíces. Cupletero: Aldo Martínez. Cuplé del Partido Colorado, donde desfilan las históricas figuras que lo guiaron. En el salpicón el repaso incluye variadas noticias internacionales, que son bienvenidas.

Queso magro: Prendidos fuego. Incendios en la enseñanza y la salud. Cuplé de un encendido Salle. Humor en todo el espectáculo como acostumbran.

La mojigata: Sí, pero no. Sobre contradicciones que tenemos y que están en el ambiente. Corrupción, infancia, inseguridad, política, analizadas con crítica y reflexión.

La venganza de los utileros: El club de las excusas. Un servicio que hace realidad las excusas para que no haga falta mentir. Si hace falta tanto te matan alguna tía como te inundan la casa.

Gente grande: Puede fallar. Propone resolver la inseguridad legalizando el delito. Crítica al machismo y discriminación expresado en diferentes actitudes habituales.

La trasnochada: Belleza. Un coro destacado, dirigido por Martín Souza. Y un gran cupletero como Maxi Orta.

Un título viejo: Esto es carnaval. Una mirada sobre el propio carnaval y sus vivencias. Cupleteros: Maxi Tuala y Fabricio Speranza.

La Cayetana (San Carlos). Cuplé donde Martín “Pollo” Perrone personifica a Orsi.

Jardín del pueblo (Paysandú): La familia Drama. Letras de Sebastián Mederos, quien escribió años anteriores para Mi vieja mula.

Con gusto no pica (Mercedes): Transformaciones. Con un buen coro dirigido por Jorge Velando.

A la bartola: El humor puede salvar al mundo. Directora escénica: Carmela Viñas.

La margarita: No lo entenderías. Una retirada con texto de Raúl Castro y música original de Hugo Fattoruso.

La cáscara: ¿Quién tiene el control? Un título nuevo con murguistas de larga trayectoria. En la tercia: el veterano Marquitos Gómez. El cupletero es Julio Cabrera, “Shulay”, el conocido monologuista.

La línea Maginot: Anticuado. Un estilo típico de la Unión, con el coro más agudo y emisión potente.

Araca la cana: La bruta. Emula y se reivindica como la histórica murga que dice las cosas directo y sin adornos.

Y aunque no es una murga: vuelven Los Bubys. Con casi todo el mismo plantel. Su gran tema es la edad y los medicamentos. Por eso su lema es “BPS: Bubys Por Siempre”.

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