-¿Cuándo supiste que querías ser actor?
-Desde cuándo exactamente no lo sé. Pero cuando era niño miraba en la TV esos ciclos de unitarios con muy poca escenografía y en los cuales la actuación predominaba ante todo, como Atreverse, Compromiso, Nosotros y los Miedos, Alta Comedia, y me fascinaban las historias y las interpretaciones de esos grandes actores que formaban parte de esos elencos. Recuerdo también que de niño era fanático de la serie mexicana El Chavo del 8, y conjuntamente con mi hermana y amigos del barrio un verano nos juntamos y escribí una obra de teatro con todos los personajes de la serie y la representamos en el garage de la casa de unos vecinos, para nuestros padres, con programa de mano detallando el reparto y cobrando entrada. Y posteriormente en el liceo, cuando cursaba 5to Humanístico, tenía un profesor de Sociología que era el actor y director de teatro Luis Vidal. Pero Luis, además de ser profesor de la materia Sociología, daba un taller, en el mismo liceo, de Iniciación al Arte Escénico. Me anoté, cursé todo el año e hicimos un espectáculo a fin de año para padres y alumnos del liceo. Y esas experiencias me encantaron. Y siempre me gustó ponerme en la piel de otra persona o jugar a interpretar otras personalidades. Creo que fue por todo esto que quise ser actor. Luego estudié en la Escuela de Teatro, con Beatriz Massons, primero, y luego en la Escuela de Teatro del Sur, dirigida por Antonio “Taco” Larreta, y con maestros como Elena Zuasti, Ricardo Beiro, Juan Jones, Mario Ferreira, Elena Brancatti, etc.
-¿Qué es lo más difícil de la profesión?
-Lo más difícil es asumir los riesgos y desafíos que uno siempre enfrenta al hacer un espectáculo. Siempre saber estar ubicado o centrado y no perder el eje. No marearse con un éxito y no desanimarse ante los fracasos. Y creo que también aceptar que uno puede estar haciendo un gran personaje o ser parte de una gran obra y a veces el público no acompaña y aceptar esos vacíos luego de meses de ensayos con muchas ilusiones y tratar de seguir adelante .También a veces el teatro no es redituable como uno quisiera porque lleva mucha dedicación, estudio y constancia, y no siempre en el teatro uno es recompensado como quisiera o como merecería, porque dependemos del público y de la aceptación o no de la obra que uno represente.
-En una nota dijiste que el dirigir te enriquece como actor, ¿seguís pensado lo mismo?
-Sí, sigo pensando lo mismo. Yo soy actor y la dirección vino hacia mí (y no por iniciativa propia). El año pasado dirigí una obra hermosa del autor francés Rémi de Vos, que se llama Hasta que la muerte nos separe, y este año dirigí un monólogo escrito por cuatro autores brasileros diferentes, interpretado por la actriz Cintia Caballero, que se llama Soltera, casada, viuda, divorciada. Y en ambos casos, que me fueron propuestos ya con el elenco formado, aprendí muchísimo. Aprendí del intercambio actor–director, pero ahora desde la vereda de enfrente, la del director. Y al asumir esa tarea uno observa, estudia y analiza a la obra desde otra perspectiva, con otra responsabilidad por el todo, con inseguridades y miedos obviamente pero siempre apuntando a la verdad del actor, y eso es de un gran aprendizaje. Al ser actor entiendo claramente los planteamientos del actor hacia el director porque a mí también me pasa o me ha sucedido al trabajar con diferentes directores. Y el hecho de dirigir también me ha dado otras herramientas como actor que me ayudan en la creación de un personaje. A su vez hace tres años que soy el director de los espectáculos de Macabi Tzair, integrado por adolescentes que realizan espectáculos finales a fin de año y con temáticas que tiene que ver con la religión judía. Eso también es de gran aprendizaje al trabajar con adolescentes que no son profesionales y que deben interpretar personajes complejos en obras que dejan mensajes para toda la comunidad. Pero tengo clarísimo que principalmente soy actor y como director tengo mucho camino por recorrer y por aprender todavía. Las dos experiencias que tuve fueron tan diferentes como absolutamente geniales para mí, y eso me generó mucha satisfacción por lograr los objetivos que uno se propone.
-Además de teatro hacés carnaval, ¿se complementaron estos dos ámbitos en tu formación artística?
-Sí, se complementaron. Particularmente trabajé un año en el conjunto de humoristas Naranja Mecánica, dos años en la revista La Compañía y dos años en la comparsa Tronar De Tambores. En la categoría revista interpreté diferentes personajes, concretamente en el género humor, y al tener la formación de actor y haber actuado antes en diferentes comedias te da otras posibilidades para la interpretación. En la categoría de comparsas yo era el actor que llevaba el hilo conductor del espectáculo y esa responsabilidad de llevar adelante la historia en la cual, en una comparsa, interactúan alrededor de setenta personas me fue mucho más fácil por mi experiencia en teatro. El hecho de ir a tablados todas las noches y en una misma noche actuar en cinco o seis escenarios diferentes te da un entrenamiento y una capacidad para resolver problemas en minutos en los cuales tenés que adaptarte a todo. Y a su vez la actuación en el Teatro de Verano frente a miles de personas, eso es algo único y muy emocionante. Asimismo aprendí de muchas personas que hacen carnaval, en donde te encontrás con cantantes, bailarines, actores, autores, directores y con una infinidad de artistas con mucho talento y siempre es muy interesante ese intercambio que sucede en el Carnaval, de elencos, con artistas con diferente formación.
-¿Qué significó para vos interpretar a Oscar Wilde en la obra Esta noche Oscar Wilde, de Jorge Denevi, dirigida por Daniel Romano?
-En primer lugar, fue un gran desafío porque Oscar Wilde fue un dramaturgo que existió, o sea, real y, por lo tanto, no es de ficción, y entonces tenía que ser muy cuidadoso al interpretarlo, por todo lo que se sabe sobre su vida. A su vez, su personalidad, que fue muy particular y con diferentes estados anímicos, y lo que sucedió con la sociedad británica que lo condenó por sus sentimientos, me generaba mucho respeto y responsabilidad a la hora de asumir ese rol. Al leer el texto de Jorge Denevi enseguida me fascinó la dramaturgia y cómo Denevi había sido capaz de recrear parte de la vida de ese gran escritor en un texto tan genialmente escrito y tan claro para interpretar. Con el director Daniel Romano trabajamos muchos meses para darle al espectáculo lo que Denevi quiso transmitir en su texto y, a su vez, para darle yo como actor una impronta personal. Por eso se estudió mucho su vida, se hizo mucho trabajo de mesa y de estudio del texto. Luego, la puesta se fue armando por sectores, y allí Daniel tuvo siempre muy claro lo que quería como director, y nos fuimos entendiendo muy bien y con mucho respeto hacia el contexto histórico, político y social de ese momento en el cual transcurre la obra. Y se fue armando esa historia en la cual el personaje pasa de un estado anímico a otro en segundos y que fue muy complejo lograrlo y al mismo tiempo fascinante; pero creo que es otro de los grandes desafíos que tiene el espectáculo. A su vez, cuento con tremendo equipo del cual estoy muy orgulloso y que agradezco sean parte del espectáculo: Nelson Mancebo, en el diseño de vestuario; Leonardo Hualde, en la iluminación; Alfredo Leirós, en la ambientación sonora; Lucas Carrier Pujol, en el diseño de visuales en vivo; Marco Benvenuto, en la asistencia de dirección; Alejandro Persichetti, en la fotografía y gráfica; y, en la producción general, We Producciones (Juan, Jorge y Cecilia), con el apoyo de COFONTE. Por todo lo expuesto, creo que Esta noche Oscar Wilde es lo más complejo que me ha tocado hacer en mi carrera artística hasta ahora y cada función se disfruta plenamente y se seguirá disfrutando sin lugar a dudas.
-¿Tenés nuevos proyectos este año?
Por ahora quiero poder seguir haciendo Esta noche Oscar Wilde, ya que, luego de la primer temporada de dos meses en el Anglo, queremos continuar representándola, porque estamos muy contentos con la respuesta obtenida del público, colegas y de la prensa especializada. Es una obra que nos da felicidad hacerla. Me gustaría llevarla al interior del país y también al exterior, si es posible o si surgen propuestas. A su vez, hasta fines de noviembre, formo parte del elenco de Sacco y Vanzetti, de Mauricio Kartun, que se representa los sábados y domingos en el teatro El Tinglado, dirigidos por José María Novo, y es un espectáculo que me da mucho orgullo pertenecer. Para el año que viene todavía no hay proyectos.