LA “ERA DE ORO” del cine norteamericano de horror se extendió, aproximadamente, entre 1930 y 1939. Es cierto que Hollywood había practicado antes el género, con una culminación en los trabajos del director Tod Browning y del actor Lon Chaney en el cine mudo, pero a comienzos de los años treinta se habían conjugado varios factores que explicarían la expansión de las películas terrorí- ficas. Por una parte, la influencia de la Gran Depresión se reflejaría en la pantalla a través de la proliferación de figuras monstruosas (como, una década antes, la crisis de la república de Weimar engendrara los monstruos del expresionismo). La importación de talentos europeos que huían del nazismo acrecentaría, por otra parte, una estética cercana al expresionismo, con fotógrafos como Karl Freund, que hiciera en Alemania El Golem de Wegener, Metrópolis de Lang y La última carcajada de Murnau, y en los Estados Unidos fotografiaría el Drácula de Browning y Los crímenes de la calle Morgue de Robert Florey, ambas con Lugosi, y dirigiría La momia con Karloff y Las manos de Orlac con Peter Lorre. La lista incluye también a otra gente como Lang, Ulmer o los hermanos Siodmak, quienes no en vano aparecerían también vinculados al horror y el cine negro. La empresa Universal practicaría con particular asiduidad el género, con toda una serie de Frankensteins, Dráculas y Hombres lobos (y sus previsibles hijos y sobrinos), que tras varios ejemplos talentosos (Whale, Browning, alguno más), comenzarían a incurrir en la reiteración y terminaron enfrentando a Abbott y Costello. El género parecía agotado a comienzos de los años cuarenta, pero fue revivificado por un productor llamado Val Lewton, que trabajando para la empresa RKO impulsó una serie de películas de bajo presupuesto pero con un nivel de calidad y originalidad muy por encima de la habitual, que obtuvieron igualmente un éxito popular inusitado para el género en su momento. Monstruos, vampiros, fantasmas, zombis, magia negra, necromancia, constituyeron el catálogo manejado habitualmente por las producciones de Lewton. Lo llamativo fue la originalidad y la inquietud con que utilizó fotografía, decorados y banda sonora, aprovechando hábilmente el silencio como elemento de sugestión. En torno de Lewton se formó un equipo de gente joven que pudo hacer sus primeras armas en la realización, y que en varios casos desarrollaron una destacada carrera posterior (Jacques Tourneur, Robert Wise, Mark Robson). Es posible que su cine resulte hoy un tanto démodé para espectadores para los cuales horror equivale a sangre salpicante y monstruos creados por computadora que parecen salirse de la pantalla, pero vale la pena reverlo. Aquí hay solo algunos ejemplos.
EL BARCO FANTASMA
(THE GHOST SHIP)
Dir: Mark Robson.
EE UU 1943- 69 min.- ST.
Con Richard Dix, Russell Wade, Edith Barrett.
Muertes misteriosas a bordo del barco del título, y el choque entre un joven oficial y un capitán obsesivo. A diferencia de otros Lewton, no hay elementos sobrenaturales en la intriga. Pasable suspenso.
Octubre 23 , martes.A las 17.50,19.15 y 20.40 hs.
LA ISLA DE LOS MUERTOS
(ISLE OF THE DEAD)
Dir: Mark Robson.
EE UU 1945- 73 min.- ST.
Con Boris Karloff, Ellen Drews, Helene Thimig.
Un grupo aislado en una isla griega, amenazada por la cuarentena y acaso por terrores más sobrenaturales. Un ejemplo típico de la producción de Lewton, con su renuncia al efectismo, su preocupación por crear una atmósfera mediante recursos visuales y sonoros, la sugerencia antes que la mostración de lo horrible.
Octubre 25 , jueves.A las 20.45 hs.
MANICOMIO
(BEDLAM)
Dir: Mark Robson.
EE UU 1946. – 79 min.- ST.
Con Boris Karloff, Anna Lee, Billy House.
Un melodrama de época con toques de horror, a propósito del famoso manicomio británico del título original. El asunto es francamente folletinesco, pero el “sello Lewton” (atmósfera, sugestión, discreción para el efectismo) está ahí.