Actores
Entrevistas / 31 mayo, 2018 / María Varela
La revista Socio Espectacular en todos estos años ha venido cumpliendo mes a mes una función de informar y difundir la labor cultural que se desarrolla en nuestro país. Por este motivo, nos pareció adecuado contar con un espacio donde podamos conocer a quienes ejecutan la acción que tanto disfrutamos, esos señores llamados actrices y actores, tantas veces postergados, desconocidos para el público en general. Les proponemos conocer a quienes con su arte nos general el placer en cada una de sus creaciones.
En esta entrega: Carina Méndez & Rogelio Gracia.
Carina Méndez
-¿Cuándo fue que decidiste ser actriz?
-Yo tenía doce años y formaba parte del coro del liceo. Una vez fuimos a un festival que se realizaba en el teatro Macció de San José. Recuerdo que cuando subí al escenario, para conocer el espacio donde luego nos presentaríamos, se me erizó la piel… el teatro vacío ya me había conmovido. Así que cuando cumplí quince, mis padres harían el gran esfuerzo de llevarme a estudiar teatro a Montevideo, porque yo vivía en Ciudad del Plata, San José.
Imilce Viñas fue mi primera maestra. Hice toda su escuela, pero aprendí de ella mucho más de lo que me enseñó. Fue muy generosa conmigo. Me hizo creer que yo podía dedicarme a esto, me lo dijo en una preciosa charla que no voy a olvidar. Me invitó además a trabajar en varias obras bajo su dirección y hasta me preparó para entrar en la EMAD (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático), para que continuara mi formación. Allí tuve también enormes maestros que me han hecho crecer y que por supuesto llevo en mi corazón como un tesoro.
Fue entonces a los quince años, y gracias al enorme apoyo de mis padres, que decidí ser actriz. Desde ese momento no he dejado de estudiar y de trabajar. Llevo ya veintiún años ininterrumpidos, eligiendo esta profesión.
-¿En qué cambió el teatro tu vida?
-El teatro es parte de mi vida desde la adolescencia y no me imagino sin él. Si cambió mi vida en algo estoy segura de que fue para mejorarla, a pesar de todo lo que uno sacrifica al dedicarse a esto. Siempre pienso que soy una persona muy afortunada de haber descubierto de tan chica mi vocación y de poder dedicarme a ella. El teatro me enriquece y me alimenta todos los días. Y no hablo de dinero ni de comida.
-¿Qué elementos debe tener un proyecto artístico para que te impliques?
-En el arte como en la vida mi intuición tiene un lugar muy importante. Si algo me conmueve, desde el lugar que sea, le doy para adelante. Siempre escucho ese ruidito, ese “algo” que no se puede explicar pero que te dice: “¡Hacelo!”, o, “¡no, mejor no lo hagas!”. Por fortuna siempre tuve libertad absoluta a la hora de elegir mis trabajos, tanto dentro como fuera de la Institución a la que pertenezco.
-¿Cuáles fueron los trabajos que te hicieron sentir que creciste como actriz?
-Para mí todos los trabajos son desafíos. Cada personaje que encaro me requiere mucho estudio y dedicación. Crezco como actriz en cada obra, en cada ensayo, en cada función y al lado de cada director y de cada compañero de los que me nutro. ¡Soy de las actrices trabajadoras, no de las talentosas!
-Sos integrante de El Tinglado, ¿qué significa ese rol en una institución teatral?
-Soy integrante de El Tinglado desde hace quince años. Es un orgullo pertenecer a la Institución independiente más antigua en actividad. Y ha sido un gran trabajo para el grupo, derribar la enorme cantidad de prejuicios que había sobre nosotros, la mayoría de los cuales venían de antaño. El Tinglado ha sido otra escuela para mí, lo es todos los días. Allí se convive con la cara real de la profesión. Allí, el amor te brota por los poros o se esfuma. No hay lugar para egos. Un día estás sobre el escenario y la gente te aplaude y otro día estás acomodando a la gente que viene a ver a tus compañeros. Allí todos tenemos el mismo valor, el presidente, los técnicos o el último compañero que recién se incorpora. Todos disfrutamos los éxitos y todos sufrimos los fracasos. Es un trabajo de veinticuatro horas y de todo el año. Por supuesto que es sacrificado, pero cuando escuchás por ahí que se nombra a tu salita o que se la premia… te olvidás de todas las horas sin dormir y de todo el cansancio de hacer ese trabajo que no siempre es el que se ve.
-¿En qué proyecto trabajás actualmente?
-Tengo la enorme fortuna de pertenecer a una Institución donde la programación es siempre muy variopinta: estoy, desde hace tres meses ya, en la comedia Ni familia ni amigos, los fines de semana en horario central. También estoy preparando la reposición de El deseo atrapado por la cola, de Pablo Picasso, un espectáculo que hicimos el año pasado, ganador de cuatro premios Florencio (Mejor director, José María Novo; Mejor espectáculo; Mejor vestuario, Paula Villalba y Mejor iluminación, Martin Blanchet). Y ya comencé con los ensayos de Sacco y Vanzzeti, de Mauricio Kartún, que se estrenará el 23 de agosto en nuestra sala. Tres espectáculos totalmente distintos, de los que, como siempre, ¡estoy profundamente enamorada!
Rogelio Gracia
-¿Siempre quisiste ser actor?
-No, si bien tuve una vocación artística y una sensibilidad por lo artístico desde niño, no fue hasta avanzada mi juventud que me lo propuse seriamente. De niño aprendí percusión, y luego cine y fotografía en Cinemateca Uruguaya, donde la actuación era en lo que me sentía más cómodo.
-Tenés trabajos importantes realizados, tanto en el teatro como en el cine y la televisión: ¿en cuál de esos medios te sentís más cómodo?
-En cualquiera de ellos me siento cómodo, y en todos he aprendido y aprendo. Yo empecé en el teatro, y creo que el teatro es la casa del actor, el arte del actor, a diferencia del cine y la TV. El teatro es de donde salgo y a donde vuelvo siempre. Pero en cualquier parte donde tenga un lindo desafío actoral, me siento a gusto. Infelizmente en nuestro país la producción de ficción de TV es nula o casi nula, y muy reducidas las oportunidades para cine. Pero si existieran más oportunidades, seguro mi actividad estaría más balanceada con lo audiovisual. De todas formas, he sido muy afortunado y siempre he tenido lugar en esas escasas posibilidades.
-Contanos sobre la experiencia vivida en Buenos Aires con el unipersonal que realizaste, dirigido por Lucio Hernández, Tom Pain, de Will Eno.
-Ha sido maravillosa. Estrenamos en medio de una enorme cartelera y poco tiempo antes del FIBA ( Festival Internacional de Buenos Aires), y nos mantuvimos nueve semanas, nos invitaron a volver, y nos dieron el Premio Mayor de los premios Teatro del Mundo que otorga la UBA (Universidad de Buenos Aires) y el Centro Cultural Rojas, en la categoría Espectáculo Extranjero. Algo que nunca hubiéramos imaginado. Es un medio de una gran diversidad y calidad teatral. Estrenar en un teatro en Buenos Aires, como uno más, es un privilegio y también un desafío que me ha hecho crecer y aprender mucho. Es la tercera obra con la que voy a esa ciudad, y ya estoy invitado a trabajar con un director de allá. Espero seguir consolidando mi vinculación con esa ciudad, a la que cada día quiero más, y en la que cada vez tengo más amigos.
-¿Sentís que has ido logrando los objetivos que te has ido marcando en tu carrera?
-Mi objetivo es tener larga vida en esta profesión y disfrutar el camino. Eso se va dando, y por momentos con gratas sorpresas. Aprender siempre algo más sobre esta profesión, con maestros, directores y compañeros. Generar vínculos sanos y entornos agradables de trabajo. Poder compartir buenos trabajos con el público.
-¿Sos un tipo que se juega, aun corriendo el riesgo de equivocarte?
-Me la juego todo el tiempo, siempre corriendo riesgos, porque el que no arriesga no gana. Muchas veces las cosas salen bien, se festeja. Y otras, pues pago el precio. Pero en nuestro trabajo no se opera a corazón abierto. Nadie se muere. Por eso el riesgo es más que permitido. Diría que es casi obligatorio. Vivo y agradezco cada día poder desarrollar una vida en el arte, con todo lo que ello implica. He pasado de hacer el espectáculo más comercial en décadas, a hacer una obra experimental, para no encasillarme en un género solo. Lo consideraba un riesgo estético. Me la jugué con gran riesgo el día que decidí dedicarme a esto, dejando una carrera de contador y un estudio contable. Había un gran riesgo en eso. Ese mismo riesgo lo corrí el año pasado cuando decidí hacer un monólogo por primera vez, que se estrenaba en el Teatro Solís y luego ir a hacerlo a Buenos Aires.
-¿Qué proyectos tenés para este año?
-Seguir con Tom Pain. Tenemos oportunidad de hacerla en cuatro países en los próximos meses: Uruguay, Argentina (Buenos Aires nuevamente, en enero y febrero, y festival de Bariloche), Chile (Festival de Puerto Montt), y nuevamente España, en noviembre. Y dentro de un par de meses, estreno La Golondrina, del autor catalán Guillem Clua, junto a la gran Estela Medina.