Y un día volvieron las funciones a las salas de Cinemateca

Cinemateca Uruguaya / 1 agosto, 2021 /

Finalmente podemos contarles e invitarlos a compartir las funciones en las salas de Cinemateca. Para el mes de
agosto, entre los estrenos de Explota, explota (2020), de Nacho Álvarez, Historias de otoño (2021), de Gabriela Guillermo e Irina Raffo, Delphine y Carole, insumisas (2019), de Callisto McNulty, y Sister (2019), de Svetla Tsotsorkova, llegan varios ciclos imperdibles. Entre ellos una muestra de cine sueco y un homenaje al gran realizador Andrei Tarkovski.

UNA MIRADA AL CINE SUECO

Junto al Instituto Cultural – Uruguay, Svenska Institutet y Svenska Filminstitutet, llega una muestra del cine sueco
con películas de diferentes épocas. Entre las mismas se encuentran:


Lucky One
(2019), de Mia Engberg y Margaux Guillemard. Vincent trabaja hasta muy tarde en el submundo de París. Hace mucho que dejó de soñar con otra vida. Pero sin haberlo previsto, debe cuidar de Adina, su hija adoles-
cente, y su mundo empieza a cambiar. Una fina exploración de sentimientos y emociones.

Sune vs. Sune (2018), de Jon Holmberg. Primer largo del antes guionista y escritor Jon Holmberg, conocido en su
país natal por las series Fallet y Swedish Dicks. La historia de un niño de 10 años al que le gusta embarcarse en
épicas batallas y aventuras imaginarias pero que debe enfrentarse a un desafío inesperado: su nuevo compa-
ñero de clase que también se llama Sune y que acaba de llegar de los Estados Unidos. Ese hecho revoluciona
la vida del protagonista, afecta su buena reputación y lo enfrenta con el miedo a no ser lo suficientemente bueno. Una inteligente comedia dramática.

La nueva vida de Brito-Marie (2019), de Tuva Novotny. La protagonista del título, de 63 años, acaba de abandonar un matrimonio de 40 años y su larga vida como ama de casa. Vive en Borg, un pequeño pueblo cuyo único orgullo es su joven equipo de fútbol, y el nuevo trabajo de Britt-Marie será entrenarlos. Este es el comienzo de
un viaje lleno de luchas, desafíos, pero también calidez y amor. El retrato es acaso predecible, pero también emo-cionante y conmovedor.

La chica de frac, de Karin Swanson (1926). La protagonista lamenta su poco éxito entre sus compañeras de
universidad. Su hermano dispone de la ropa necesaria para ser un snob y ella no puede comprar los vestidos
que necesita. Vestirse con un frac de su hermano e ir a la fiesta más chic de la ciudad se convierte en su forma de
protesta. Un clásico del cine mudo sueco, y una de las cuatro películas dirigidas por Karin Swanson, una pionera
que debería ser mejor conocida.

Parejas  amantes (1964), de Mai Zetterling. Tres futuras madres recuerdan sus respectivas vidas sexuales. El tema tiene reminiscencias de Tres almas desnudas de Bergman y el elenco es totalmente bergmaniano, lo cual no debería sorprender si se recuerda que la directora Zetterling trabajó como actriz para el gran Ingmar (en Música en la noche) antes de emprender una carrera internacional. Sólido drama.

 

Los hermanos Mozart (1986), de Suzanne Osten. Una compañía teatral está preparando una nueva producción de Don Giovanni de Mozart, bajo la dirección de un joven y prometedor director, de revolucionarias ideas en
cuanto al montaje escénico. Sus innovaciones provocan enfrentamientos con los artistas aunque su magnetismo
personal les obliga, sin embargo, a seguir sus deseos.
Una comedia que remite sin mucho disimulo al homenaje a otros hermanos famosos, los Marx.

HOMENAJE A ANDREI TARKOVSKI

Hasta 1987 la obra cinematográfica de Andrei Tarkovski era prácticamente desconocida dentro de la Unión Soviética: sus films fueron presentados en pequeñas salas marginales, con el pretexto de que el público común,
quizás popular, no habría de comprenderlos. En 1983, Tarkovski pudo salir casi subrepticiamente de su país, y
desde ese momento su obra fue directamente proscrita.
Eran los tiempos de Brezhnev, pero cinco años después sus films se exhibieron en forma de homenaje en época
de perestroika, luego de su muerte. Entrañablemente rusa, intransferiblemente personal, la propuesta artísti-
ca de Tarkovski solamente se entiende en ese contexto cultural y político, y ciertamente contribuyó a los cambios
que ocurrirían a fines de los ochenta, más quizás que la obra de los escritores y filósofos disidentes.
Había nacido en 1932, hijo del poeta Arseni Tarkovski, a quien con frecuencia citó en sus films. Estudiante de
música, pintura, lenguas extranjeras y geología, optó finalmente por el cine. Estudió en Moscú con el veterano
director Mikhail Romm, y tras graduarse realizó su primer largo profesional, La infancia de Iván (Ivanovo destvo,
1962), que reveló a un talento juvenil y recibió objeciones partidarias por su individualismo y sus tendencias místi-
cas.
Ese fue el primero de varios encontronazos del cineasta con una burocracia que entendió correctamente que su
obra implicaba desviaciones muy claras del pensamiento oficial: Andrei Rublev (1966) planteó una nítida parábo-
la sobre el arte y el poder; Solaris (1972) contempló el derrumbe de las seguridades del científico protagonista
ante la irrupción del misterio; El espejo (Zerkalo, 1974) pudo ser descrita como “una evaluación subjetiva del
mundo exterior”, y contenía entrelineadas alusiones al autoritarismo; Stalker (1979) adquiriría de a poco la apa-
riencia de un viaje iniciático, con la sugerencia de que la pureza del corazón y la actitud de apertura ante el miste-
rio constituían las vías de acceso a la verdad.
La reiteración de ciertos temas y ciertos recursos expresivos a lo largo de toda esa trayectoria ayuda a enten-
der mejor las intenciones de Tarkovski. La orfandad, la ruptura de los lazos familiares, la pérdida de las raíces,
aparece una y otra vez: estaban ya en La infancia de Iván (los padres del protagonista habían sido asesinados por
los nazis); se repetía en el protagonista de Solaris, que abandonaba padre y madre (la tradición, la sabiduría)
para buscar respuestas en los terrenos de la ciencia y la técnica; reaparecía en Stalker, donde había un personaje
femenino abandonado por su madre; resultaba muy visible en El espejo, con sus insistidas alusiones a las sepa-
raciones de padres o esposa, o la situación de los niños españoles exiliados. No es difícil entender empero que
esas rupturas individuales son apenas la cifra de desgarramientos más amplios: la separación de Dios, el olvido
del pasado nacional.

Esa pérdida es lo que se discute en Stalker (contrastando el racionalismo del científico con la reivindicación de la fe
esgrimida por el guía), lo que provoca los desconciertos del protagonista de Solaris ante una mente extraterrestre
de características casi divinas, o lo que empuja las búsquedas del monje-artista de Andrei Rublev, que conocía
las violencias y las crueldades de este mundo antes de acceder a la Revelación.

Toda una tradición de misticismo eslavo, sepultada por el pensamiento oficial de la era soviética, reaparece en Tar-
kovski. Entonces se entienden mejor los retornos al pasado y los rasgos de nostalgia que caracterizan a sus perso-
najes. El presente es caótico, fragmentario, incompleto, un dato que se expresa en las figuras fantasmales de

Solaris, la estructura en rompecabezas de El espejo, las imágenes de naturaleza arrasada de Stalker y El sacrificio
(Offret, 1986), su último film, rodado en Suecia cuando ya se sabía afectado de un cáncer terminal. Todo conduce a
un deseo de unidad y restauración que solamente el Espíritu puede operar. De ahí las apelaciones a la tradición de la Santa Rusia, la aspiración al encuentro con el Padre (final de Solaris), el simbolismo de la casa como lugar
de la seguridad y de la fe (Solaris, El espejo, Stalker), las referencias al Verbo en El sacrificio, o el viento que, como
el Espíritu, “sopla donde quiere” (otra vez San Juan: El espejo, El sacrificio). Trivia no necesariamente irrelevante:
en el Nuevo Testamento, “viento” y “espíritu” se expresan con la misma palabra, ruah. Se entiende que a los
burócratas no les gustara.

Las películas que componen el ciclo, casi todas en formato 35mm, son la siguientes: La infancia de Iván (1962); An-
drei Rublev (1966); Solaris (1972); El espejo (1974); Stalker (1979); Nostalgia (1983); El sacrificio (1986).

Además continuamos con las funciones en TV Ciudad del ciclo Cinemateca te acompaña, y mucho más.

Como siempre toda la programación pueden encontrarla en nuestro sitio web www.cinemateca.org.uy, y para estar
en contacto síganos en Twitter CinematecaURU o en Instagram @cinematecauruguaya.

Comentarios