Verónica Mato

Actrices / 30 mayo, 2019 / María Varela

-¿Tuviste una vocación temprana hacia el teatro?

-Comencé a hacer teatro cuando tenía 25 años, un hijo de 2, una carrera avanzada como arquitecta y un trabajo como ayudante de arquitectura. Era el año 2002. Nunca había asistido a ningún taller de teatro ni mi familia era teatrera. Justamente mi primera clase de teatro fue contigo Mary, en los talleres del Teatro Circular. Ahí me enamoré de la actuación. Sentí que esa era mi vocación y, como en otras cosas de mi vida, nadé contra la corriente, y a los dos años ingresé a la EMAD (Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático Margarita Xirgu). Y desde allí seguí.

-Actriz, dramaturga y directora, ¿cuál de estos roles te dio más satisfacción?

-La actuación es el motor de todo mi trabajo escénico. Si no fuera actriz no sería dramaturga ni directora, ni gestora cultural. El escenario es un espacio que me llena de felicidad, donde me siento más humana, más completa. Pero sin duda el hecho de ser dramaturga potenció mi carrera en general. Comencé a escribir en el 2008, ya llevo estrenadas siete obras de mi autoría. En el 2008, éramos pocas las mujeres que sin experiencia previa comenzábamos a escribir. Hoy, en cambio, la necesidad es darle mayor visibilidad a la multiplicidad de voces de mujeres en el teatro. Cuando me preguntan “qué sos”, sin duda digo: actriz y dramaturga. Son universos distintos pero que conviven en mí. Me hacen feliz. Cuando actúo y cuando escribo me pierdo de mí misma, creo que es una de las sensaciones más maravillosas de este arte.

 –Yo cual Delmira es un unipersonal tuyo que recorrió nuestro país y también México, ¿contanos cómo fue esa experiencia?

-En realidad Yo cual Delmira recorrió el mundo… [risas]. Cuando pensé este proyecto le dije al equipo que quería hacer un espectáculo que se adaptara a distintos escenarios y públicos. Y eso exactamente fue. Yo cual Delmira recorrió varias ciudades en Uruguay. Nos presentamos en más de 5 festivales en Argentina. Estuvimos en Chile, Brasil, Colombia, México (Ciudad de México y Tijuana). Hicimos una gira por España (Valencia, Girona, Barcelona y Logroño). Nos presentamos en un festival en Bonn, Alemania. En febrero la obra fue seleccionada para participar en un festival en Alexandría, Egipto, pero por temas de agenda no pudimos viajar. El 8 de junio estamos en Tacuarembó. Hace 5 años que la hacemos. La obra ha tenido muy buena recepción del público. Muchas personas me han preguntado sobre ella y la han leído luego de verla.

-¿Hay una discriminación hacia la mujer en el teatro?

-Es claro que hay desigualdad entre varones y mujeres en la sociedad en general. Y el teatro no escapa a eso. Los textos que hemos venido representando han sido de hombres que hablan de hombres o de una visión acotada de las mujeres. Los roles históricamente son esposa de, madre de, hija de.

Asimismo, en nuestra profesión estamos muy desamparadas: una actriz embarazada queda desempleada y luego es más difícil que la llamen para trabajar. Ejemplos de esos hay muchos. Hasta que el trabajo en las artes escénicas no deje de ser el hobby que hacemos en nuestro tiempo libre, las mujeres, que naturalmente somos las cuidadoras y las que asumimos más roles en lo familiar, no vamos a estar en una situación de equidad con nuestros colegas varones. Deben mejorar las condiciones laborales de los artistas. Las mujeres tenemos que darnos cuenta que hay cosas que históricamente han estado mal, que lo hemos permitido y perpetuado… Tenemos que perdonarnos y luchar juntas por nuestros derechos.

-¿Cuáles son los temas que más te interesa desarrollar como dramaturga?

-Me interesa generar diferentes estrategias que me permitan vincularme a las historias de una forma distinta. No jugar el mismo juego, no repetirme. Trabajar en procedimientos de escritura diversos: vincularme con el clima, el ritmo, la intensidad, la soledad. He trabajado en procedimientos de residencias artísticas en el exterior. Escribí una obra sobre la migración de personas en una residencia artística en la frontera de México y Estados Unidos. Mi última obra sobre la vida de Blanca Luz Brum la escribí en la Isla Robison Crusoe (Chile), donde ella vivió los últimos treinta años de su vida. También realicé un proceso de intercambio con una dramaturga brasileña, allí escribí en una favela, en un barrio privado, en una iglesia, en tierras ocupadas y en un condominio. Escribo desde mí, atravesada por circunstancias distintas. Me gusta contar lo que los otros no pueden porque quizás no lo ven o no tienen la libertad de hacerlo. Creo en el arte como compromiso con el tiempo en que uno vive.

-¿Qué proyectos tenés para este año?

-Estoy trabajando en la distribución de Nosotras en Brum, mi último espectáculo, estrenado en 2018, en el que actúo con Adriana Do Reis. En setiembre voy a un festival en Brasil, donde haré la tutoría de un proyecto de creación artística: impartir un taller y presentar un espectáculo. Como actriz voy a trabajar con Alberto Zimberg en La función por hacer, de Miguel del Arco, que estrena en la Sala 1 del Teatro Circular con un elenco fantástico; estrenamos en octubre. Seguimos con Trillo distribución de Artes Escénicas, la productora que tenemos con Andrea Silva, con muchos proyectos de circulación, en dos semanas, por ejemplo, nos vamos con El Ilustrador, de Damián Barrera, al Festival Internacional de Cali en Colombia.

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