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Una tempestad como las de Shakespeare

Libros / 29 septiembre, 2018 / Rodolfo Santullo

En La semilla de la bruja, la imprescindible escritora canadiense Margaret Atwood se desdobla para abandonar momentáneamente sus escenarios distópicos habituales y meterse de lleno en una divertida venganza inmersa por completo en el mundo teatral.

Nuestro protagonista es Felix Phillips, el director teatral del prestigioso festival canadiense Makeshiweg en Ontario, el encargado todos los años de representar las obras de Shakespeare y especialista en el tema. Se trata de un hombre muy válido en lo profesional, aunque con unas ideas un tanto alejadas de la ortodoxia a la hora de llevar a cabo la representación de turno de las obras que pone en cartel, lo que lo ha llevado a más de una polémica. Para cuando comienza la novela, Felix anda en horas bajas, todavía de duelo de no una, sino dos terribles tragedias familiares, lo que lo hacen profundizar aún más sus teorías bizantinas de sus puestas de escena, en particular la de La Tempestad, una de las obras más complejas del bardo inglés. Con la excusa de que no está ciento por ciento en sus cabales, es la oportunidad largamente esperada por Tony —mano derecha de la producción del festival— para dar su golpe de mano y lograr el despido de Felix, con la conveniencia del ministro de Cultura, quien ha chocado por años con el excéntrico director.

Solo, desamparado y al borde de la locura, Felix inicia entonces un largo y elaborado plan. Uno que implicará la puesta en escena de La Tempestad, sí, pero también uno que le permitirá vengarse de sus enemigos, de aquellos que han contribuído a su caída. Y, por fin, a años de ocurrida su desgracia, ocupa inesperadamente el puesto de profesor de teatro en la penitenciaria de Fletcher, donde su programa teatral (realizando obras de Shakespeare, por supuesto) es un éxito y todas las piezas se ponen en el lugar inesperado para finalmente poder concretar su venganza: Tony y el ministro visitarán la cárcel.

Hace unos años, la editorial británica Hogarth anunció una iniciativa fascinante: una serie de novelas basadas en las obras más famosas de Shakespeare. Hasta ahora ha reclutado a ocho novelistas para que reinterpreten otras tantas piezas teatrales: Howard Jacobson (El mercader de Venecia), Anne Tyler (La fierecilla domada), Tracy Chevalier (Otelo), Jeanette Winterson (Cuento de invierno), Gillian Flynn (Hamlet), Edward St. Aubyn (El rey Lear) y Jo Nesbø (Macbeth). En La semilla de la bruja, cuarta novela de la serie, Margaret Atwood (Ottawa, 1939) se ha encargado de La tempestad. Y lo que se propone Atwood es harto ambicioso, porque no solo La Tempestad ocupa un rol principal en la novela —no en vano, la versión que realizan los presos en Fletcher va a ocupar su buena cantidad de espacio—, sino que además, en el relato principal, la canadiense realiza su adaptación: Félix es viudo, al igual que Próspero y también bautiza a su hija Miranda. Al igual que el protagonista de la obra, es víctima de una traición y también tiene la oportunidad fortuita de vengarse de aquellos que causaron su desgracia cuando estos lleguen casualmente a su isla (bueno, en su caso, la cárcel).

Atwood, muy en boga en nuestros días por el éxito de la adaptación a TV de su magistral novela El cuento de la criada, es de esas escritoras deliciosas, de las que cada libro es una obligación leer. Aunque frecuentemente transite el camino de la ciencia ficción distópica —la ya mencionada El cuento de la criada, Oryx y Crake— su desdoble en esta novela no es inesperado —ya años atrás había realizado esa fabulosa novela total llamada El asesino ciego, que cuenta con tres novelas en una— porque se trata de una autora sin techo. Aquí se permite todo: el drama, el juego con el teatro, un apunte de sátira y crítica a la política, y hasta estupendos momentos de humor (por ejemplo, los insultos que Felix le permite decir a sus presos/actores: solo pueden ser extraídos del original shakespereano y tenemos cosas tales como «tumor», «llaga que supura» o «úlcera»).

Una estupenda novela tanto para aquellos que conozcan La tempestad como para los que no. Y una estupenda novela tanto para aquellos ya seguidores de Margaret Atwood como para los que la conozcan en este mismo libro.

 

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