Rodrigo Tomé

Actores / 29 noviembre, 2019 / María Varela

-¿Cómo te surgió la idea de ser actor?

-Ser actor no fue, en lo personal, un proyecto definido desde siempre o que lo haya soñado de chico, lo más acertado sería decir que la actuación y el teatro fueron un mundo que se me fue abriendo en el tránsito de mi formación educativa, una vocación que descubrí de grande. Si bien siempre me interesó el mundo teatral como espectador, mis experiencias arriba de las tablas comienzan a mis 22 años, cuando tomé clases de teatro en un curso de aproximación a las artes escénicas dictado por el querido Luis Vidal.
Esa primera aproximación, desde un nivel más serio, despertó en mí un interés mayor por interiorizarme en la actuación y fundamentalmente dentro del teatro. A partir de esa experiencia me interesó mucho incursionar de manera más profesional en esta disciplina, pero a su vez mi realidad laboral tomaba caminos poco compatibles con la actuación.
En esta situación me encontraba cuando me enteré que iniciaba, luego de muchos años, la escuela de teatro de El Galpón, y decidí inscribirme ya que contaba con la edad límite para ingresar según los requisitos de la convocatoria. Una vez ingresado en la Escuela, empecé a descubrir el fascinante mundo del teatro desde adentro de una institución emblemática como El Galpón.

-Acaba de egresar la generación 2016 de la Escuela de Artes Escénicas de la Institución Teatral El Galpón de la que sos parte. ¿Qué te llevás de esos años de aprendizaje?

-El aprendizaje adquirido en estos cuatro años de escuela, para alguien como yo que no provenía de una tradición teatral, fue absoluto y total. Desde el primer año tuvimos unos docentes de un enorme nivel y trayectoria que nos fueron transmitiendo con gran sabiduría y solidaridad sus conocimientos, técnicas, experiencias y compromiso con el trabajo artístico.
Además, formarse en El Galpón no es lo mismo que hacerlo en cualquier otra escuela de teatro, desde el principio la convocatoria no refería solamente a realizarse individualmente como artista, sino también a integrar un colectivo con sus normas y características. La dinámica del teatro en la que todos sus integrantes son sus propios “dueños” y en la que las decisiones se toman con total horizontalidad y participación de sus componentes fue transmitida desde el vamos, y se nos formó en esa dirección. La generación 2016, recientemente egresada, está compuesta por 27 actores y actrices —grupo al que me enorgullece pertenecer— que fueron partícipes de mi proceso de aprendizaje desde su lugar de compañeros, tan importantes como todos los docentes e integrantes de la institución que nos acompañaron a lo largo de estos años.

-En el egreso realizaron una muestra con obra de creaciones originales, donde formaron equipos para trabajar en todas las tareas que atañen a un espectáculo, tanto en los rubros artísticos como técnicos. Contanos cómo fue esa experiencia artística y esa responsabilidad colectiva que asumieron con mucho éxito.

-La obra de egreso fue de las experiencias más placenteras que viví en la etapa de                  formación. Fueron algo más de siete meses intensos de trabajo e investigación que derivaron en el espectáculo La Travesía Involuntaria, una obra inspirada en vida y obra de Mario Levrero. El proceso de trabajo fue llevado adelante con compromiso y dedicación enormes por parte de los siete compañeros, ya que creamos la obra desde cero, la dramaturgia, la dirección y todos los rubros técnicos en su diseño y realización. En lo personal, me ocupé de la producción del espectáculo, monitoreado por Amelia Porteiro, descubriendo un rol abajo del escenario muy interesante y desconocido para mí, que fue un placer cumplir.
La repercusión de la obra fue muy gratificante para nosotros y superó nuestras expectativas, no solo tuvimos una buena devolución de parte de gente del ámbito teatral sino también desde seguidores de la obra de Levrero que nos vinieron a ver y también parte su familia. Tuvimos el honor de que nos visitara Alicia Hope, la viuda de Mario Levrero y uno de sus hijos, que quedó tan impresionado con la obra que nos pidió autorización para filmar unos fragmentos e incluirlos en un audiovisual que está elaborando para el futuro.
Estamos muy agradecidos a El Galpón que nos va a dar la oportunidad de volver a realizar y disfrutar de esta obra durante enero y febrero del 2020.

-¿Creés que una de las virtudes del teatro es el trabajo y la creación colectiva?

-Sin duda, considero que en el teatro, siempre que se empieza a trabajar en un proyecto, la libertad creativa es algo decisivo. Tener rigurosidad al entrar en el juego de construcción dramática con la seriedad y compromiso de todos es el pilar fundante de todo proceso de creación. Tan importante considero esa libertad en el colectivo como también la existencia de una figura que enfoque el trabajo en una dirección acordada. Los proyectos que se nutren de la intervención de todos los componentes se ven enriquecidos de un modo muy notorio ante aquellos en los que el trabajo es unidireccional o vertical. Desde mi punto de vista, reivindico al teatro como un espacio de transversalidad y participación entre todos sus integrantes.

-Estás en la obra Proyecto Galeano, Latinoamericano, de Aderbal Freire-Filho, ¿qué significa para un actor que está dando sus primeros pasos a nivel profesional el trabajar con un director de la talla de Aderbal y con un elenco de prestigiosos actores?

-La experiencia de participar en Proyecto Galeano, Latinoamericano fue y es fascinante. Es un honor que me hayan convocado a formar parte de esta obra tan importante para El Galpón en sus 70 años y compartir elenco con tan prestigiosos actores. Podría dividir estos meses tan intensos de aprendizaje y trabajo en tres elementos. En primer lugar, abordar la obra de Galeano desde una perspectiva histórica: deleitarme con su poesía, indignarme con nuestra historia latinoamericana, enternecerme con los personajes conocidos y desconocidos que retrata, empezar a conocer su monumental obra tomando como eje Las venas abiertas… y sorprenderme con la brutal y atroz contemporaneidad de sus textos en la convulsionada realidad actual de nuestra América Latina.
En segundo lugar, conocer la persona de Aderbal Freire-Filho significó un aprendizaje total desde el primer ensayo, no solo por su sabiduría y experiencia, sino por la calidez humana que tuvo en todo el proceso creativo. Supo combinar la rigurosidad en el trabajo con la libertad creativa, haciendo la difícil tarea de seleccionar los textos, construir la dramaturgia y dirigir a los actores al mismo tiempo. Un verdadero creador y teatrero como él pudo haber construido lo que logró, y cruzármelo en el camino es una experiencia que siempre valoraré.
Por último, compartir elenco con actores de tanta trayectoria y a la vez con compañeros de la escuela fue maravilloso. Se da la curiosa pero mágica situación de actuar codo a codo con actores talentosísimos y de amplia trayectoria (como Myriam Gleijer a modo de ejemplo) que recuerdo verlos como espectador hace muchos años, y nunca hubiese imaginado compartir escenario con ellos. Es una obra muy fuerte e impactante, que me genera gran placer participar.

-¿Tenés algún proyecto para el próximo año?

-Sí, ya estamos ensayando para volver el año que viene en los meses de enero y febrero con el reestreno de La Travesía Involuntaria, en la sala Atahualpa, y para más adelante hay algunos proyectos, pero aún no confirmados, para trabajar en El Galpón.

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