Relatos del gigante del norte
Libros / 30 marzo, 2019 / Rodolfo Santullo
La paz es cosa de niños es una valiosísima antología de cuentos de autores brasileros que casi no han sido publicados antes en nuestro idioma.
Suele ocurrir que cuando se habla de narrativa latinoamericana, Brasil queda afuera. O en el mejor de los casos, se apela a sus autores clásicos —Jorge Amado, Lima Barreto, Machado de Assis, más recientemente Clarice Lispector, o si tenemos raíces en el policial negro, Rubem Fonseca y Tabajara Ruas—, pero parecería que la actualidad literaria brasileña directamente no existe. Sea que el continente permanece de espaldas al país o el mismo país permanece de espaldas al continente, que el salto idiomático lo complica del todo o que no existe una politica cultural que permita que llegue a nuestro idioma una tan rica como variada oferta literaria como la que se produce actualmente en nuestro país limítrofe, simplemente a Brasil no se lo incluye. Solo por lo anterior —al margen de cualquier valor literario—, ya es motivo de aplauso la valiente recopilación que encara y realiza una editorial pequeña e independiente como es Pez en el Hielo —liderada por Gonzalo Baz y Dani Olivar, quienes, además, junto a Eloísa Avoletta encaran la estupenda traducción de todos los textos— en este La paz es cosa de niños. La introducción de diez escritores brasileños —de los cuáles, si no me equivoco, tan solo Ana Paula Maia está traducida al castellano en sus dos libros por Eterna Cadencia: el excelente De Ganados y de Hombres y Así en la tierra como debajo de la tierra— a nuestro mercado, nuestro lenguaje y nuestras librerías es, ya en sí mismo, algo mucho de agradecer.
Y luego, el nivel de los cuentos. Seleccionados por los mismos autores convocados —cada uno decidió qué era lo mejor para integrar el libro—, el nivel medio es alto. Por supuesto —y esta es la verdad de perogrullo que se dice en cada recopilación de relatos, sea del mismo o de varios autores—, en la variedad está el gusto y no van a faltar los cuentos con lo que uno empatice en mayor o menor medida, según sus gustos de lector (sobre todo cuando hay tanta variedad incluida como en este caso). Pero lo que no cabe duda es que todos son interesantes y una puerta de entrada al mundo de sus autores.
Santiago Nazarian, Daniel Pellizzari, Ana Paula Maia, Andrea del Fuego, Marcelo Maluf, Daniel Galera, Michel Laub, Paula Fábrio, Paloma Vida y Marcelino Freire son los incluidos, y su selección “responde a un capricho de los editores , no intenta ser un panorama ni una antología de la literatura brasilera contemporánea. Estos son solo algunos de los autores que nos gustan y que aceptaron la propuesta del libro”. Así explica la editorial su elenco desde la nota introductoria, pero cabe agregar que los diez autores seleccionados tienen en común amplias trayectorias en Brasil y, al mismo tiempo, son prácticamente desconocidos en América Latina. Este libro permite enmendar en cierta medida esta situación.
Y encontrando cuentos del nivel de Coneja Vampira (Nazarian), la historia de un hombre muerto narrada por él mismo mientras espera que su introvertida mascota se cebe en su carne; Francisco no se da cuenta (Del Fuego), el relato de una enfermedad y una relación que también podría ser igual de enferma; el magistral —mi favorito de todo el libro— Animales (Laub) que reconstruye la historia personal del protagonista a partir de las distintas muertes que han ocurrido durante los años en su entorno personal; y El descubrimiento de la pitanga y de la chacra del castillo (Fábrio), que es la reconstrucción autobiográfica de la autora y su despertar a la literatura; destacando en el conjunto, hace además de todo a este libro un objeto a codiciar, uno que alberga una decena de relatos que nunca desentonan, pero que incluye al menos cuatro imprescindibles para ver lo bueno que se está escribiendo allende la frontera norteña. Cuatro cuentazos que hacen que uno salte a googlear de inmediato a sus autores y trate de esforzarse para conseguir más material de ellos, así sea en su lengua original.
Solo cabe festejar esta edición de Pez en el Hielo y esperanzarse con que sea el origen de algo más desarrollado a futuro —¿una colección de literatura brasilera contemporánea?—, ya que la puerta que han abierto es una de esas que no debería volver a cerrarse.
Rodolfo Santullo