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Que sea rock

Libros / 28 noviembre, 2019 / Rodolfo Santullo

Mal de la Cabeza Vol. 1 recorre la década de los 90 y el rock en Uruguay de la mano de un experto: Gustavo Aguilera.

El escritor, periodista y comunicador Gustavo Aguilera (Montevideo, 1968) toma su propia posta generada en Errantes: Historias del Rock Nacional 1977-1989 y continúa allí donde la había dejado en este Mal de la Cabeza, que avanza no solo cronológicamente en materia melómana, sino que se transforma también en un gran fresco sobre la producción cultural en la década de los 90 en Uruguay. Si algo hay que aplaudir por encima de todo es el profesionalismo del autor para ordenar el material disponible e incluir bandas, géneros y artistas, primero que nada, regido por un criterio lo más objetivo posible. No hay gusto aquí involucrado y eso es para festejar, porque enriquece el resultado final del libro. Lo que hay es un registro periodístico minucioso, un criterio marcado para dicha inclusión —un mínimo de trabajos editados en dicha década y listo— y la reconstrucción de la carrera de la banda en cuestión y los vericuetos que rodearon la grabación y edición de los discos publicados.

Así, pasan por estas páginas una multitud de artistas, pero ordenados con tino y criterio: por género. Aguilera repite algunos formatos que ya había instalado en su libro anterior —por ejemplo, un periodista como voz “general” o hilo conductor, siendo en este caso Andrés Torrón, cuya entrevista se va desgranando a lo largo de todo el libro—, pero para esta ocasión apela a la mayor diversidad musical que tuvo esta década en nuestro país y así instrumenta capítulos específicos dedicados al rock, al punk, al reggae, etc., representados por entrevistas a sus exponentes más destacados en ese momento y capítulos de la propia pluma del autor que retratan el momento y sus participantes. Así, prestan sus voces y recuerdos artistas tan variados como Alberto “Mandrake” Wolf, Hugo Gutiérrez (La Sangre de Veronika), Guillermo Peluffo (Trotsky Vengarán), Leo Lagos (Los Supersónicos), Nico Barcia (Chicos Eléctricos), Álvaro “Apagón” Albino y Álvaro Fenocchi (Kongo Bongo) y Álvaro “Varo” Coll. Esto repercute en un libro plural, un libro diverso en sus opiniones y en sus resultados. No falta quien recuerda con alegría estos años de vida musical, el que lo recuerda con resentimiento, el más cerebral o el más emotivo. En todos los casos, Aguilera se reafirma como un gran entrevistador, uno que logra exprimir lo mejor de cada uno de sus entrevistados.

A su vez, no queda afuera prácticamente nadie ni nada. No hay banda relevante que no sea al menos mencionada —Buitres, Níquel, Cuarteto de Nos, La Abuela Coca, etc., etc. y etc.— ni momento histórico importante que no esté reflejado: la herencia de los 80, Pando cuna del Rock, la visita de Mano Negra y su infinita influencia. A este respecto, Aguilera construye una bitácora de sucesos con el rock nacional avanzando en su infinito mar y mostrando todas las costas que fue respectivamente visitando.

Quizá más ordenado que Errantes, Mal de la Cabeza tiene a su vez mucho menos factor nostálgico. Al encontrarse sus sucesos más cercanos en el tiempo, los involucrados —y el propio Aguilera— son acaso más cáusticos o centrados a la hora de recordar sus procesos. No solo eso, de casi todos los participantes se extrapola una visión sobre el momento político y social vivido en los 90 en Uruguay y cómo este repercutía —casi siempre negativamente— en la producción cultural. Esto construye un aspecto tangencial y muy rico —y, en mi caso, inesperado— del libro, que es su visión del tiempo y lugar, de construir un fresco que pinta de cuerpo entero lo que significó grabar y editar música —que no tenía tanta diferencia con escribir y publicar libros o producir y estrenar teatro, por ejemplo— en un momento que hoy se dimensiona como realmente muy adverso. Mal de la Cabeza da cuenta de esta tarea, pasa en limpio el hercúleo trabajo y pelea contra el olvido, nada más importante que eso.

Nota para los posibles críticos de lectura rápida: este volumen reseñado hoy es el «Lado A» de un libro que será —siguiendo el mejor criterio musical— doble. Aguilera se encontró con una abundancia de material que no le permitía editar un solo tomo —o sí, pero hubiera sido publicado a un costo mucho mayor— y prefirió dividirlo en dos. Por tanto, antes de estallar y protestar que tal o cual de sus bandas o cantantes favoritos no hace acto de presencia, sepa que queda un Mal de la Cabeza Vol. 2 en un futuro cercano. Tenga paciencia.

 

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