Columna de cine

Óscar: El año de los afroamericanos

Nota / 28 febrero, 2019 / Guillermo Zapiola

 

Mucha gente se va a enojar porque Roma de Alfonso Cuarón no obtuvo el Óscar a mejor película del año. El resto fue bastante previsible pero sin demasiadas injusticias, con alguna pequeña sorpresa, algún rubro que merece objeciones y demasiados afroamericanos.

De acuerdo, Roma era la mejor de las ocho películas candidatas al Óscar, y poca gente se hubiera enojado si, como calculaba la mayoría, se lo hubieran otorgado. Pero hay otro ángulo para contemplar el hecho de que no haya ocurrido: la Academia eligió la película de Cuarón como la mejor en lengua extranjera. Si, además, hubiera tenido el premio principal (hubiera sido la primera vez en la historia que ese doblete se produjera), el tío Óscar estaría diciendo que no es solamente una muy buena película, sino algo así como la mejor película de la historia y del planeta. No exageremos.
Si omitimos Roma, la ganadora Green Book era probablemente la opción más sensata, es la mejor de las siete películas que quedaban, y aparte del premio mayor se llevó otros dos merecidos: el de actor de reparto para Mahershala Ali, que está realmente muy bien, y el de mejor libreto original, que es un reconocimiento a la solidez con que los guionistas construyeron el arco dramático de esos dos personajes (uno blanco, el otro negro) que al principio desconfían el uno del otro y luego aprenden a comprenderse.
Por otra parte, Cuarón no fue olvidado. Obtener los Óscar a mejor dirección (el segundo de su carrera, luego de la más convencional Gravedad), mejor fotografía y mejor película en lengua extranjera no es poca cosa. Por supuesto, al mexicano le hubiera gustado conseguir una estatuilla más, pero no puede quejarse.
Rami Malek era una de las dos apuestas más seguras para mejor actor (el otro era el elaborado Christian Bale de El vicepresidente) y se le cumplió. Su Freddy Mercury es lo mejor que tiene Bohemian Rhapsody, además, obviamente, de la música de Queen. La película en sí misma no pasa de ser un biopic convencional, y si se quería premiar en ella otras cosas además de lo que efectivamente se premió (montaje, edición de sonido, mezcla de sonido) hubiera sido un exceso.
Muchos hubiéramos preferido que el Óscar a mejor protagónico femenino fuera para Glenn Close, pero Olivia Colman, ganadora por La favorita, era una enemiga temible y no es una injusticia que la hayan galardonado. Por otra parte, el rubro estaba realmente disputado. No hubiera sido injusto tampoco premiar a Melissa McCarthy por su muy sólida labor en ¿Podrás perdonarme algún día?, una película cuya mejor carta (como ocurre también con la discreta La favorita) está en su elenco.
Tal vez el rubro en el que había una competencia más pareja fuera el de mejor actriz secundaria, porque ahí estaban también la Amy Adams de El vicepresidente y dos de las compañeras de reparto de Olivia Colman en La favorita (Emma Stone, Rachel Weisz). El premio a Regina King por Si la colonia hablara no es inmerecido (esa mujer está realmente muy bien) pero lleva a una pregunta incómoda: ¿cuánto influyó el color de su piel (era la única afroamericana del grupo) para que se lo dieran?
Porque (y aquí viene el párrafo políticamente incorrecto de esta nota) hubo demasiados afroamericanos entre los ganadores, y entonces surge la sospecha de que la Academia está premiando cosas en función de una agenda y no de valores estéticos. Mejor película (Green Book), un alegato contra el racismo; mejor actor, alguien que interpreta a un personaje gay (Malek en Bohemian Rhapsody); mejor actriz, una a mujer que encarna a una reina lesbiana (Colman en La favorita); actor y actriz de reparto, dos afroamericanos (Mahershala Ali, Regina King); mejor guión original (merecido) a Green Book); mejor guión adaptado (inmerecido. debe ser el premio más discutible de la noche) a Infiltrado en el Klan, otro alegato antirracista; y tres premios secundarios aunque no injustos (música, diseño de producción, vestuario) a Pantera negra, una entretenida película de superhéroes que, al igual que Infiltrado en el Klan, no debió figurar entre las candidatas, y cuya principal originalidad consiste en que protagonistas son negros.
Precisemos. Con el par de reparos señalados, la Academia premió, película más, películas menos, a lo mejor del año cinematográfico. Y teniendo en cuenta que Roma es mexicana, hay que hacerle caso cuando dice que la competente pero no memorable Green Book es la mejor película norteamericana del año. Empujando un poco la reflexión, deberían encenderse las señales de alarma: si eso es lo mejor que Hollywood tiene para ofrecer, Hollywood está en problemas. Admitamos que la Academia también ha metido la pata en el pasado, no premió como película a El ciudadano, nunca de otorgó un Óscar a Stanley Kubrick o a Alfred Hitchcock, y Contacto en Francia le ganó a Naranja mecánica. Pero en esa época tenía para premiar cosas como ¡Qué verde era mi valle!, El puente sobre el río Kwai o Lawrence de Arabia. Hoy no.

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