Nuevas variaciones

Libros / 4 mayo, 2018 / Rodolfo Santullo

Manuel Soriano recupera a su personaje (¿alter ego?) Koch en una nueva tanda de nueve cuentos donde se vuelven a contar historias mínimas, obsesiones oscuras, finos momentos de humor y miradas al abismo de la cotidianeidad de un hombre de mediana edad.

Con una serie de novelas exitosas —Rugby (2010), Fundido a blanco (2013) y ¿Qué se sabe de Patricia Lukastic? (2015, y ganadora del Premio Clarín de Novela)—, libros de cuentos —La caricia como método de tortura (2007) y Variaciones de Koch (2011)— y algunos libros infantiles —Las aventuras de Jirafa y Perrito (2011)— editados por Topito, editorial de la que además es editor responsable, se puede decir que Manuel Soriano (Buenos Aires, 1977, radicado en Montevideo desde 2007) es uno de los más activos productores culturales de los últimos años. Pero no es solo cantidad lo que llama la atención de su trabajo, sino la constante calidad de su obra —sea en las áreas que sea: novela, cuento, relato infantil— que se sostiene imperturbable con el paso del tiempo.

Una nueva muestra de esto es Nueve formas de caer, antología editada por Alfaguara este mismo año, donde en nueve —evidentemente— relatos Soriano reflexiona sobre los pequeños momentos que, a pesar de no significar gran cosa de manera aparente, son momentos de inflexión, de antes y después, para su protagonista.

Y este protagonista vuelve a ser Koch —el mismo de Variaciones de Koch— quien siempre es el mismo —o, deberíamos decir, siempre reacciona de la misma forma: con cierta abulia, manía, poca participación— o al menos variables mínimas sobre la misma persona. Koch puede ser periodista, escritor, ingeniero, etc., pero siempre este aspecto será secundario al relato, donde una eventualidad servirá de parte aguas para el momento que está viviendo. Incluso en los relatos en que el narrador carece de nombre, adivinamos a Koch por sus reacciones, sus respuestas, sus manías (las obsesivas búsquedas por Internet, la hipocondría), sus obsesiones (el cine, el fútbol), el sutil humor negro y el tono que hermana cada uno de los relatos, y en uno solo, a todos sus protagonistas.

Los relatos, además —casi todos ellos, más sobre esto un poco más adelante—, componen entre todos una casi novela, donde vamos viendo capas y capas de Koch, más y más de su personalidad a medida que estas variaciones sobre distintos temas nos revelan más sobre su caracter, su modo de ser, su psicología. Incluso, Soriano incluye en esta antología algunos cuentos publicados anteriormente —en la serie Cuadernos de Ficción de Estuario Editora o en Exposición Múltiple de Alter Ediciones—, que leídos en este conjunto ganan nuevas interpretaciones, nueva dimensión al ser considerados en un contexto global y mayor. Acaso si los dos cuentos de niños —o donde Koch es niño— quedan por fuera de esta sensación, de esta construcción de un mismo personaje, y —aunque son buenos cuentos cualquiera de los dos— terminan por causar algo de ruido editorial.

Es algo dificil repasar los cuentos ya que no llevan títulos, sino números del uno al nueve, pero se puede destacar mínimamente algunas tramas por sobre otras. El primero supo llamarse Eboué en Fobal, en Cuadernos de Ficción, y sigue siendo uno de los grandes relatos de Soriano. El segundo, sin embargo, debe ser junto al noveno, los mejores del libro. En el segundo de los cuentos, Koch es un escritor algo frustrado que pugna por entregar su primera novela a Rodolfo Fogwill en su última visita a Montevideo, durante el festival Ñ, con variadas idas y vueltas. En el noveno, Koch es ahora un guionista de cine devenido en reseñista televisivo, quien se obsesiona con un «privadito» —o prostíbulo clandestino— aparentemente oculto en su edificio. Y aunque estos dos se destacan por sobre los demás, no hay un solo relato flojo dentro de los nueve, algo que es muy difícil de conseguir en cualquier antología.

Amén de todo lo anterior, Nueve formas de caer es una excelente puerta de entrada a la narrativa de Manuel Soriano, un muestrario de su prosa, sus intereses, su retrato del hombre de mediana edad que mira algo asombrado, algo indiferente, la vida que pasa frente a sus ojos.

 

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