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Los hombres detrás del hombre del mañana

Libros / 29 diciembre, 2018 / Rodolfo Santullo

«Joe Shuster» reconstruye en clave de novela gráfica documental la historia -y desgracias- de los creadores de Superman.

El origen es por todos sabido. Ante el advenimiento del fin, la destrucción de su planeta Kryptón, el científico Jor-El coloca en una cápsula de escape a su hijo Kal-El, quién será el único sobreviviente de la tragedia. Enviado a La Tierra, será encontrado en Kansas por los granjeros Jonathan y Martha Kent. Criado como un niño humano más, Clark -que así será bautizado- descubrirá inmensos poderes al encontrarse bajo el espectro de un sol amarillo, los cuáles dedicará al bien, la verdad y la justicia transformándose en el primero de muchos superhéroes y verdadero iniciador de todo un subgénero y una marca indeleble en la cultura popular universal. Se dice fácil.
¿Pero quién estaba detrás de esta idea? ¿Quién inventó al Hombre de Acero? La respuesta se puede encontrar navegando en las redes, sí, pero mucho más emocionante, conmovedor y disfrutable es hacerlo mediante «Joe Shuster» del guionista Julian Voloj y el dibujante Thomas Campi, quienes reconstruyen mediante la propia voz de Shuster -el dibujante creador de Superman- la historia de su origen y los innumerables avatares que él y Jerry Siegel -el guionista- pasaron desde el nacimiento del personaje hasta que pasados más de cuarenta años lograron ser reconocidos por haberlo hecho.
El punto de partida no puede ser más dramático: un policía encuentra a un anciano casi ciego durmiendo en una plaza. En vez de arrestarlo, se compadece de él y le invita a desayunar. Al descuido, en una servilleta, el anciano dibuja a Superman con notable precisión. Se trata del propio Joe Shuster, quien en la década de los setenta estaba reducido prácticamente a una situación de indigencia. De su propia voz, mientras reconstruye para ese policía y los clientes de la cafetería su historia, Shuster nos irá contando todo: como su familía judía escapó a los pogromos que ocurrían en Europa, su nacimiento en Toronto, Canadá, la mudanza de su familia a Cleveland, como empezó a dibujar, cómo conoció a muy temprana edad al también muy jovencito Jerry Siegel y cómo inventaron juntos a Superman.
Y ahí las cosas se tuercen. Porque, contra todo pronóstico, Superman es un triunfo. Un triunfo que, por un contrato improvisado en el momento y firmado por dos jóvenes artistas de apenas veinte años, es por completo propiedad de National Allied Publications (quienes años más tarde pasarían a llamarse DC Comics). El éxito sube como la espuma: cientos de miles de ejemplares vendidos, radioteatros, seriales de cine, merchandising. Y Siegel y Shuster que no sólo no perciben un centavo de esto, sino que además cuando empiezan a protestar, son despedidos.
Así, el libro de Voloj y Campi va reconstruyendo -primero apasionadamente biográfico, luego de manera meramente documental- la batalla legal e incluso moral que los creadores de Superman libraron durante más de cuatro décadas para ser reconocidos y recompensados por la creación de la gallina de los huevos de oro. Una gallina que había quedado en manos de inescrupulosos ejecutivos que no pensaban -ni piensan, basta con ver cómo siguen operando hoy- soltarla bajo ningún concepto. El relato que cuenta Voloj no está carente de matices -las personalidades tanto de Siegel como de Shuster son puestas en tela de juicio- así como de rescates y cuestionamientos a otros artistas del medio, según cómo reaccionan al enterarse de la situación de sus colegas (a este aspecto, muy bien parado queda el polémico Stan Lee, recientemente fallecido, y tremendamente hundido el nefasto Bob Kane, el «creador» de Batman).
Si bien sobre el final, al mantenerse dentro del rango documental, el libro es algo anticlimático -carece de un desenlace contundente, se narran meramente los hechos- es la labor de Campi la que verdaderamente brilla. El artista va mutando de estilo y así mientras la historia se desarrolla en los 30s y 40s, emula la estética y el tono de los artistas de esa época, y para cuando llegamos a los 60s y 70s, hace otro tanto, demostrando una versatilidad y un virtuosismo a toda prueba.
En el año 2000, el escritor Michael Chabon publicó «Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay», una ficcionalización -y versión libre- de la historia de Siegel y Shuster (y una de las mejores novelas de los últimos 20 años para quien suscribe). Hasta la fecha, era la única vez que la ficción se había hecho cargo del drama de Siegel y Shuster. La aparición de este «Joe Shuster» -notablemente editado por Dib-buks, como suele hacerlo esta editorial- rescata nuevamente una historia épica, emotiva y conmovedora. La historia de dos jóvenes artistas judíos de Cleveland que le hicieron creer al mundo que un hombre podía volar, ser más rápido que una bala y más poderoso que una locomotora.

 

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