Entrevista Central

Julia Medeiros, actriz integrante del Grupo Ponto de Partida: El arte como instrumento transformador de la realidad.

Entrevistas Centrales / 24 marzo, 2018 / Gerardo Mantero & Luis Vidal Giorgi.

Julia Medeiros es integrante del grupo Ponto de Partida, este colectivo artístico de Minas Gerais cultiva una amistad de larga data con El Galpón. El año pasado decidieron, ante la intricada situación en que se encuentra Brasil, que el motivo de su próxima creación fuera contar, desde el escenario, la historia de El Galpón. Encontraron que la peripecia vivida por sus integrantes en la dictadura, y en el posterior exilio, resaltaba el concepto de que el arte puede ser una herramienta luminosa, y más aún en momentos dramáticos y dolorosos. Ante el eminente estreno de Voy a volver, fuimos al encuentro con la actriz brasileña para que nos contara cómo fue esta experiencia creativa y emotiva a la vez.
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-¿Cómo fue el proceso que dio como resultado este espectáculo basado en la historia de El Galpón?

-Hubo dos cosas. En primer lugar, Ponto de Partida siempre ha hecho espectáculos que pasan por temas humanos, profundos —o mismo que sean no tan sensibles, pero siempre hablando del hombre—; siempre acerca de lo que pasa adentro, y de la gente brasileña también. Y, en esta oportunidad, queríamos hablar de los refugiados. Hablar de los refugiados en principio es mucho: ¿qué es hablar de los refugiados?, ¿de dónde?, ¿en qué momento? Porque es algo que ha sucedido en todas las épocas cuando las personas tienen que salir obligadamente de su espacio. Entonces comprendimos que lo que queríamos era hablar de los sentimientos presentes en la situación de refugio o de exilio, por ejemplo, el acogimiento, la solidaridad, y también de las dificultades, pero, fundamentalmente, hablar de esos sentimientos. Y en segundo lugar, tenemos una historia muy fuerte con El Galpón, de amistad, de afecto; nos consideramos como hermanos teatrales, como hermanos de grupo y también de ideología. Conocemos muy bien la historia porque María Azambuya nos la contaba mucho. Pablo, que es el hijo de Regina, vino a Montevideo con la compañía cuando era niño, y se acuerda de todas las veces que antes de dormir le decía a María: “¿Me cuentas la historia de El Galpón, por favor?”; entonces era una fábula para nosotros

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Y pasó que, en Brasil, de una hora a otra, el asunto, el tema de la dictadura estaba vivo de nuevo. Hoy tenemos un candidato a la presidencia que es un exmilitar, un militar reformado, y que habla de eso; tuvimos, ahora, en Río, una intervención militar también, una censura grande a los artistas en Brasil. Entonces, en un momento, la dictadura de la década de los setenta, que se veía como algo lejos, quedaba muy cerca… Entonces nos dijimos: “Sí sirve, vamos a hablar con ellos”. Lo que sabíamos —porque siempre la composición de los espectáculos de Ponto de Partida son colectivos— es que todos debíamos tener contacto con la historia; entonces vinimos todos, como saben… Y tenemos todo registrado en video… pienso que tenemos cerca de cuarenta horas de entrevista, porque nos quedamos por cinco días, trabajando desde las diez de la mañana hasta casi diez de la noche, y todo el tiempo estuvimos hablando, incluso cuando parábamos para almorzar. Tenemos como treinta o cuarenta horas… Yo no sé exactamente, tendría que averiguar, pero muchas horas… -

¿Cómo se arma el espectáculo? ¿Existe una dramaturgia? -

Después… lo primero es experimentar. Teníamos las entrevistas y la obra de Galeano y de Benedetti, y también buscamos Brecht, porque El Galpón tiene una historia importante con Brecht, fueron los primeros en traer sus obras a América Latina, y también porque él fue refugiado. Para empezar, presentamos muchas escenas, teníamos como setenta escenas, mucho material; y Regina, que es nuestra directora, todo el tiempo nos va dando direcciones, “bueno, está bueno por ahí”, “sería bueno que buscásemos eso”. Tenemos que hacer, por ejemplo, la escena de la embajada, que es muy fuerte en la historia de El Galpón. Terminadas las improvisaciones, Regina recoge todo el material y hace la dramaturgia, aprovechando textos de nosotros, editando y haciendo nuevos para hacer el texto definitivo del espectáculo. Y cuando está pronto empezamos a ensayar, y a través los ensayos depuramos lo que surgió en las improvisaciones. Decidimos trabajar con cajones porque los galponeros nos contaron que, en México, andaban con grandes baúles que tenían que cargar de arriba para abajo.

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-¿Está ambientada en la década del setenta o es atemporal?

-Está ambientada pero el contenido es atemporal. Lo más bonito es que cuanto más personal es la historia, más la gente se emociona. Por ejemplo, María perdió a su papá y a su mamá en el exilio. Perderlos y no poder venir para despedirse es algo que es fuerte para el público. En el espectáculo, por ejemplo, está como una despedida de un hermano… no todas las cosas están exactamente como fueron, principalmente las cosas más personales. Pero las informaciones oficiales —digamos así— están como realmente ocurrieron. Además, hacemos referencia a textos de Galeano y hacemos reflexiones fuertes acerca de la dictadura, acerca de la libertad, acerca de la censura y todo eso. -

¿Hasta cuándo llegan?, ¿hasta que vuelve El Galpón a Montevideo? -

Sí…comienza con “Libertad, libertad”.

-Ustedes trabajan mucho con la música, entonces seguramente han tomado elementos de los espectáculos musicales que hizo El Galpón.

- Sí, no hay momentos musicales más performativos, pero la música está presente como haciendo una costura de la historia, la letra es como si fuera también un texto —como lo es siempre—, y mezclamos músicas brasileñas, que tratan del tema, con canciones uruguayas, y también con canciones en español que no son propiamente de aquí pero que tienen que ver, y también tenemos una música instrumental que es como una música incidental. Creo que ese tipo de elementos están bastante cuidados, lo cual refuerza el argumento que ya se sostiene por sí solo, porque es un historia muy fuerte, una historia que ha hecho que nos preguntemos: “¿por qué estoy reclamando esto?”, “¿por qué yo no estoy haciendo más por mi país?”; y también nos ha reafirmado la idea de que hay que creer mucho en la arte como instrumento de revolución —cada vez más—, de que hay que hacer que los otros lo crean también. Está muy claro… siempre estuvo claro que esa es nuestra militancia, pero más aún en este momento.

-Eso es lo que le da mucha verdad al espectáculo, cómo se conectan con sus propias experiencias personales.

-Sí, sí, mucho… con nuestras historias personales, con nuestra historia de grupo, con la historia de nuestro país también, y con nuestro papel en el tiempo que ocupamos en la Tierra, por ejemplo. Lo que me emociona mucho en la historia de El Galpón es el hecho de que hayan vivido un período tan cruel e injusto y que la respuesta fuera siempre luminosa… la respuesta de los galponeros fue siempre luminosa, y eso es increíble porque, por ejemplo, lo que pasa hoy en Brasil es surreal, hay gente en las redes sociales que ve una situación de violencia y, para expresar su indignación frente a la violencia, comenta: “Hay que matar a una persona como esta, por violenta”. ¡Están locos!, lo que pasa es que en estas situaciones estresantes, en estas situaciones extremas —como lo es una dictadura—, se subvierten los valores. -

Ustedes tuvieron dos estrenos, uno en Belo Horizonte y el otro en San Pablo, ¿no?

-Tres, también en Barbacena, que es nuestra ciudad, y fue muy emocionante porque nosotros no teníamos sponsor para el espectáculo, pero hicimos una campaña de convocación con nuestro público para decir: “Queremos hacer un nuevo espectáculo ahora que la cultura en nuestro país está subyugada”. Estábamos en un período en que los artistas estaban como “ah, viven a la cuenta del gobierno”… En Brasil hay una expresión que dice que el artista solo mama de las tetas del gobierno —porque ese es el prejuicio que se instala en estos contextos conflictivos—, y nosotros queríamos decir, con los hechos, que el arte es importante porque la gente lo considera importante. Y, además, en la platea estaban Amelia Porteiro y Dante Alfonso; la gente no podía creer cuando el espectáculo terminó… cuando les dijimos que este espectáculo es fruto de una historia real y que en la platea estaban dos de los protagonistas reales de la historia… fue muy lindo. Y después estrenamos en Belo Horizonte y fue muy especial también, porque tuvimos una presencia muy fuerte de la clase artística de Minas. Y nos decían: “Ustedes han hecho eso por nosotros, nos han conmovido”, porque los artistas estaban en este momento que atraviesa Brasil, que hace que a cada día el espectáculo esté más actual. Es muy triste, pero lo que pasa es eso, y a cada día hay una faceta del espectáculo que está más fuerte, por los acontecimientos actuales. En ese momento esta coyuntura ya estaba muy fuerte, entonces lloraban, nos abrazaban y nos agradecían, y decían: “¡Qué bueno que están haciendo esto!”. Y después, cuando nos presentamos en San Pablo, hubo una cobertura muy fuerte de la prensa. También asistieron uruguayos que vivían en Brasil, porque fueron exiliados en el mismo momento que El Galpón se fue a México… estaban como con piel de gallina, emocionados, estaban agradecidos… la gente de Brasil que ha vivido situaciones de la dictadura brasileña también; Cecilia Boal, la esposa de Augusto Boal, estuvo ahí y también estaba muy emocionada, lloraba, gritaba “¡Fora Temer!”, todo el tiempo, muy alto, y después nos abrazó y dijo: “Yo vi a Augusto, ahí con ustedes, en el escenario”.

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-Esa mezcla de arte y vida, pero además de testimonio y esperanza, ¿no?

-Sí, hay una mezcla de arte y vida, de ficción y realidad, y hay una mezcla de tiempo: el pasado, el presente, la memoria…

-Y la luz que decías hoy, lo luminoso, de proyectarse…

-Va a haber una confusión astral en ese momento —pensamos nosotros—, y la expectativa es grande como pueden ver.

-¿Cuándo es la fecha de estreno? -El 18 de abril. Y también vamos a hacer Mineiramente.

-Hablanos un poquito de Mineiramente… -Es otra cosa, porque es mucho más leve, más danzante, pero que habla de la gente de Minas Gerais, donde tenemos compositores grandiosos de la música brasileña, como Milton Nascimento…

-Y en danza también… -Sí, hay danza… También hay un trazo de negritud fuerte en nuestro Estado. Por cierto, la minería pasó toda por ahí en el siglo XVIII… Y, como te decía, el espectáculo es más danzante, pero habla de identidad, de reconocerse parte de un pueblo, de reconocerse como identidad. Mineiramente se presentará para toda la sala, ya que es un musical más caluroso, danzante, brasileño. Ponto de Partida, como tú has dicho, tiene un trazo vocal muy fuerte, somos también como un grupo de cantantes.

-Tienen hasta escuela de música… -Sí, tenemos una escuela de música que hoy es una de las más fuertes de Brasil en enseñanza de la música brasileña. Y nuestro espectáculo contiene mucho de la cultura de nuestro país, pero yo pienso que al público uruguayo le va a gustar.

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