In memoriam: Omar Varela: Un creador singular.

Teatro / 29 diciembre, 2022 / Luis Vidal Giorgi

 

Despedimos el mes pasado a Omar Varela (1957-2022), que, además de ser un creador y agitador del medio teatral con su labor múltiple e iniciativas en varios teatros, dejó una huella en la historia del teatro nacional, con su grupo Compañía Italia Fausta, que tuvo una presencia dinamizadora desde el año 1988 al 2015.

 

Omar Varela tuvo su formación en la EMAD, de donde egresó en 1981. Desde entonces desarrolló una actividad intensa en el medio teatral en todos los rubros posibles: desde la actuación, la dramaturgia, la dirección, la docencia, hasta la traducción de textos y, muy especialmente, se ha destacado como gestor, formando su propio grupo, Italia Fausta, que presentó su actividad en las dos salas del Teatro del Anglo durante varios años.

En sus comienzos escribió y dirigió teatro infantil, algunas de cuyas obras se convirtieron en sucesos y referencias en ese plano, como Hola, familia Merengue y El cuento de Catalina.

Funda Italia Fausta

Prontamente a su egreso, accedió a una beca de Arte Escénico en la Universidad de Río de Janeiro, que no solo ampliaría su formación, también lo acercó a un género teatral que sería fundamental en su futura actividad: el “Bestierol”, surgido en los años 80, en plena censura de la dictadura militar, y que buscaba, a través del humor, una mirada crítica de comportamientos sociales, mediante gags y comentarios, pero sin compromiso político —puede traducirse como “teatro estúpido”, sin que suene peyorativo, es más por su sinsentido dadaísta, por su humor anárquico y al margen de lo intelectual—. En ese estilo, en 1988, con la obra Quién le teme a Italia Fausta, Omar Varela integró al teatro a Petru Valensky, que realizaba su performance en boliches gays, sumándole a la época ese sentido transgresor en el travestismo de los personajes. Fue un gran éxito que estuvo años en cartel y permitió la creación de su Compañía Italia Fausta, que fue una referencia de la movida cultural.

Paralelamente, esa formación en el pujante teatro brasilero también le permitió acceder a otra vertiente y a un autor fundamental del teatro de ese país: Nelson Rodriguez, un dramaturgo de una escritura densa, que presenta conflictos donde el erotismo asoma a pesar de las represiones y prejuicios. Omar Varela fue su traductor y difusor en nuestro medio, dirigiendo varias obras de Rodriguez en La Gaviota, en El Galpón y en la Comedia Nacional, con títulos tales como Todo desnudo será castigado o Bonita pero ordinaria.

De Nelson Rodriguez al teatro musical

También vale la pena recordar que puso en escena destacados títulos de teatro musical, como Ópera do Malandro, de Chico Buarque —otro autor brasilero de renombre—, que estrenó en El Galpón en 1993; el clásico El violinista en el tejado; Cabaret, de Bob Fosse; La Piaf, de Pams Gens, con Laura Canoura; o la obra de su autoría La bien pagá, un musical apasionado.

Como dramaturgo se caracterizó por obras en el género comedia, con retratos de personajes populares y con el humor irónico que caracterizaba su obra y su personalidad. El año pasado se había editado, por el Instituto de Artes Escénicas del MEC, sus textos que incluyen los siguientes títulos: Un poco de suerte; El país de las maravillas; Fue mi culpa, lo hice por amor; y Estoy sola porque quiero.

Habría innumerables anécdotas y comentarios de Omar sobre el teatro, rescato una como muestra y homenaje a su estilo. Cuando vino la legendaria directora francesa Ariane Mnouchkine como única vez al Uruguay, en una charla que brindó en el Solís, estaba Omar sentado en primera fila, por mi parte, para provocarlo y buscarle sus comentarios, le digo: “Qué raro que estés acá, que es sobre un teatro tan intelectual y de arte”. Y Omar, divirtiéndose, me contestó: “Es que vine con una pancarta que voy a sacar cuando empiece a hablar, que dice ‘¡Viva el teatro comercial!’”. Ganando con humor, como siempre, la polémica.

Su personalidad magnética, la brillantez de sus ironías, su vocación apasionada encontrada en el teatro, la versatilidad de sus creaciones escénicas lo hacen referente de un tiempo de cambio en el teatro uruguayo, que marcó una época creativa con un logrado y disfrutable relacionamiento con los espectadores. Gracias por las sonrisas que nos despertaste.

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