Hiber Conteris, un escritor singular

Nota / 30 junio, 2020 / Luis Vidal Giorgi

Hiber Conteris (1933-2020) tuvo varias facetas en su intensa vida, como creador marcó su impronta en la novelística y la dramaturgia, como docente se desempeñó especialmente en literatura latinoamericana, en varias universidades norteamericanas, y también, en la última etapa, en nuestra Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Su último trabajo de investigación y crítica literaria fue justamente Mario Benedetti y el Uruguay de hoy. Asimismo, fue preso político de la dictadura durante más de diez años.

Entre sus novelas, señalemos: El nadador; Round Trip: Viaje regresivo (Primer Premio de Narrativa del Ministerio de Educación y Cultura, Uruguay, 1999) ; Cono Sur, premiada en concurso del semanario Marcha, 1963; Virginia en flashback, 1966; La cifra anónima y Cuarteto, publicadas en la editorial Fin de Siglo.

El séptimo año: la búsqueda de Ground Zero fue una de las seis finalistas (entre unas 120 seleccionadas) al Premio Dashiell Hammett, otorgado por la Semana Negra de Gijón en el año 2011. El rastro de la serpiente fue finalista del premio de la editorial Diana, de México. También en cuentos publicó La cifra anónima: cuatro relatos de prisión (Premio Casa de las Américas, 1988). En esta última etapa, su centro fueron las novelas negras, con su toque distintivo de intriga policial pero en un contexto político.

Desde esta publicación queremos recordarlo especialmente por su aporte teatral: entre sus obras se destacan la adaptación del libro de entrevistas que la eximia periodista María Esther Gilio realizó en varias oportunidades al escritor Juan Carlos Onetti, que se representó en el Teatro Circular con el título Onetti en el espejo, y fue, además, uno de los últimos grandes trabajos de actuación de Walter Reyno.

La otra fue El asesinato de Malcolm X, puesta en escena “El Galpón” en el año 1969, recordemos que Malcolm X —y que además ahora Netflix ha realizado un excelente documental que ha reabierto el caso— había sido asesinado pocos años antes, en 1965.

En una entrevista que realizamos para esta revista, Conteris recordaba la impactante obra: “En la platea habíamos puesto tres actores que eran los asesinos y estaban vestidos como actores, así el público los identificaba, pero en la última fila había dos actores vestidos normalmente y que nadie los identificaba como actores. Sobre el final estos dos jóvenes, iniciaban una pelea, entonces el público se daba vuelta y algunos se querían ir pues pensaban que se iniciaba un lío, en ese momento de distracción, tal como sucedió en la realidad, los asesinos disparaban diecisiete disparos con armas reales, aquello era impresionante, entonces el público, que algunos estaban parados o saliendo, se volvían a sentar, dándose cuenta de que el teatro seguía. Cae muerto Malcolm X y entraba Rubén Rada, se inclinaba sobre el cuerpo y empezaba cantar un lamento improvisado, y luego entraba la orquesta de jazz con García Vigil en el contrabajo, con el tema final. Fue memorable”.

Y con este recuerdo, desde la escena, en la propia voz de Hiber Conteris, le damos nuestra despedida a un artista relevante.

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