Hermandad teatral México – Uruguay: El Ruiseñor mexicano
Teatro / 30 agosto, 2024 /
Un monólogo sobre la soprano Ángela Peralta
El Ruiseñor mexicano es un monólogo teatral escrito por la dramaturga Gilda Salinas, que rescata la vida de la soprano Ángela Peralta, compositora del siglo XIX de fama internacional.
Como es habitual en ella, la dramaturgia de Salinas nos lleva a mujeres que han sido olvidadas. Dice Salinas: “Es necesario que los espectadores sientan emoción y orgullo por esta mujer mexicana que llevó el arte de México al mundo. Es una tarea que debemos tener todas las mexicanas, provocar el orgullo por nuestra gente, por las pioneras que hicieron cosas por el país, por la cultura, por el feminismo, y que se han ido olvidando porque no están en los libros de historia”.
Bajo la dirección de Mario Ficachi, durante el monólogo una catedrática especialista en ópera, interpretada por la actriz Fanny Sarfati, dicta una conferencia sobre la vida, obra, los triunfos y vicisitudes de Ángela Peralta. La conferencia cierra con las condiciones de la trágica muerte de la diva.
De México a La Scala de Milán
Nacida en la Ciudad de México el 6 de julio de 1845, Ángela Peralta fue conocida como el Ruiseñor mexicano y llamada también “Angelica di voce e di nome” en Italia. Antes de los 20 años conquistó los principales escenarios europeos y fue la primera mexicana que actuó en el Teatro de La Scala de Milán.
Fotos Aarón Cohen, cortesía de la producción
Ángela Peralta maravilló al mundo entero cuando siendo muy joven, a los 18 años, con su voz empezó a dar conciertos por toda Europa, algunas ciudades de Estados Unidos, Cuba y otros países de América. Así, entre 1863 y 1865 llenó escenarios en Roma, Turín, Florencia, Bolonia, Lisboa, Alejandría, Génova, Nápoles, San Petersburgo, Madrid, Barcelona y El Cairo.
Tenía un año en Milán, cuando el maestro Pietro Lampertti la subió al escenario. Después de interpretar Lucia de Lammermoor, un estreno de Donizetti, salió 32 veces a agradecer las ovaciones del público. Por hacer un comparativo, María Callas tardó 5 años en debutar en ese mismo escenario.
Peralta cantó para un papa, reyes y mandatarios. A su vez, Carlota y Maximiliano, emperadores de México, la nombraron Cantarina de Cámara del Imperio. Pero ella percibió el descontento de sus paisanos y declinó el ofrecimiento, prefiriendo dar una función con un repertorio seleccionado para favorecer a los mexicanos que estaban en condiciones difíciles. Fueron aquellos tres años de luchas fratricidas entre franceses y el ejército mexicano, con Benito Juárez luchando por derrocar el Segundo Imperio.
Ángela era bajita de estatura (1 m, 40 cm), debido a problemas de tiroides, una enfermedad no estudiada y menos tratada en su época. Tal vez por eso era sorprendente que fuera capaz de tanta potencia en la voz. Ella hizo famoso el mi bemol, tan famoso, que, volviendo al comparativo, cuando la Callas lo supo, integró ese mi bemol en algunas de sus personajes y dejó de ser el Mi bemol de México.
Entre su repertorio favorito cantó La sonnambula, I Puritani, de Bellini; Martha, de Friedrich von Flotow; Il barbiere di Siviglia, de Gioachino Rossini; Lucia di Lammermoor, La fille du régiment, L’elisir d’amore, de Gaetano Donizetti; Il trovatore y La Traviata, de Giuseppe Verdi.
Ángela se enamoró de su primo hermano y literato Eugenio Castera, con quien se casó. Pero al parecer él resultó violento y quizá no amaba la profesión de su esposa. El dolor por el divorcio invitó a Ángela a hacer composiciones tristes y nostálgicas, pero bellas.
No había cumplido 40 años cuando regresó a México. Su padre la había dejado inmersa en problemas financieros, por lo que ella y el hermano del procurador en turno, Julián Montiel y Duarte, organizan, contratan y empiezan a hacer giras con una compañía que ostentaba su nombre; giras en otros países y todo México.
Así fue como llegaron al puerto de Mazatlán, sobre el Pacífico mexicano, para dar funciones en el Teatro Rubio. Se hospedaron en el Hotel Rubio, donde Ángela tuvo la mejor habitación con balcón, desde donde salía a agradecer el cariño de la gente que la recibió, abrazó y acogió, sin saber que algunas de esas personas entusiastas ya estaban contagiadas de una enfermedad mortal: el vómito negro (fiebre amarilla), traído poco antes al puerto por turistas estadunidenses. Ella y varios miembros de la compañía enfermaron.
Hay quien sostiene que Ángela y Julián Montiel tenían un romance. Pero tal vez, la situación fue que, ante el inminente fallecimiento de la soprano, el 30 de agosto de 1883 Julián organizó una boda ficticia, con un juez de paz que no estaba en funciones y algunos de los músicos de su confianza, para que los casara in articulo mortis. Un periodista de esa época aseguró que Ángela ya estaba muerta cuando un músico le movió la cabeza para que aceptara a Julián Montiel como legítimo marido. Y con eso autorizó que él tomara sus joyas, regalos de toda la vida, para luego mal vender parte de ellas en el mismo puerto y pagar por el silencio de sus cómplices, que incluían a un boticario, el mencionado juez y tres músicos.
Ángela Peralta falleció a la edad de 38 años y sus restos mortales fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres en abril de 1937.
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Hermandad teatral México – Uruguay
Teatros Ángela Peralta
En México existen tres teatros importantes que llevan el nombre de Ángela Peralta. Están ubicados en la Ciudad de México; en el puerto de Mazatlán, Sinaloa, y San Miguel de Allende, Guanajuato. Sin embargo, pocos saben su maravillosa historia.
El Teatro Ángela Peralta en Ciudad de México
El Teatro al aire libre Ángela Peralta en la Ciudad de México es uno de los escenarios al aire libre más importantes y está ubicado en el Parque Lincoln, en la zona residencial de Polanco. Está inspirado en el anfiteatro del Central Park, en Nueva York, y el Hollywood Bowl de Los Ángeles, que ofrecían recitales al aire libre.
El arquitecto Enrique Aragón Echegaray diseñó la concha acústica de lo que sería el teatro Ángela Peralta, nombrado así en honor de la diva. Usó una estructura de concreto, material muy novedoso para la época, y decoró la media bóveda con motivos coloniales. El teatro abrió sus puertas en 1938. Pero en sus más de 80 años de vida algunas cosas han cambiado en el teatro Ángela Peralta. La ornamentación colonial ya no existe y el aforo fue reducido, aunque aun así puede recibir a dos mil personas sin problemas. Otros aspectos, sin embargo, permanecen iguales: la música, el sentido de comunidad y la celebración.
El Teatro Ángela Peralta, en Mazatlán
El Teatro Rubio, erigido en 1869 en la era porfiriana en el puerto de Mazatlán, Sinaloa, es uno de los más bellos y auténticos en su género en México, El foro tiene varias peculiaridades: al transponer el pórtico tradicional de ingreso, característica de los edificios de finales del siglo XIX, se llega a un patio abierto presidido por una bellísima fachada neoclásica rica en ornamentación, en la que sus muros curvos se manifiestan en la forma de herradura de la sala.
Por lo que respecta a la fábrica de la sala, los balcones, boca, escena, plafond y estructura eran de madera con ornamentaciones de pretiles y cornisas neoclásicas. La balconería de hierro fundido tiene una transparencia completa para resolver los problemas de ventilación, razón por la que no se localizan palcos privados como pueden verse en los teatros del centro de la República Mexicana.
En agosto de 1883 se presentó allí la Compañía Italiana de Ángela Peralta, llamada “El Ruiseñor Mexicano”, para ofrecer una función de ópera. Sin embargo, la diva no pudo cantar porque se había contagiado de fiebre amarilla, y murió a los pocos días en el cuarto número 10 del Hotel Iturbide, localizado a un costado del recinto teatral. Esa muerte marcó la historia del teatro y de la vida cultural de Mazatlán. En 1943, el Teatro Rubio se convirtió en el Cine Ángela Peralta, remodelándose en 1987. Y el 19 de diciembre de 1990, por decreto presidencial, el Teatro Ángela Peralta fue declarado Patrimonio Histórico de la Nación.
Teatro Ángela Peralta en San Miguel de Allende
En 1871 se inició la construcción de un teatro en San Miguel de Allende, Guanajuato, con la ayuda de la tesorería municipal y una junta de accionistas de la ciudad. La construcción quedó terminada dos años después y exhibía paredes de adobe y techo de tejamanil.
Esperando su estreno y sin haber pensado qué nombre llevaría, se acordó que fuera la soprano mexicana Ángela Peralta quien lo inaugurara. Ella aceptó agradecida y a finales de abril se dirigió a San Miguel de Allende, quedando solucionados los dos asuntos.
Patricia Villafuerte