Actores

Héctor «Cacho» Hernández

Actores / 1 octubre, 2019 / María Varela

-¿Cómo y cuándo llegaste a tener una vinculación con el teatro?

-Mi primera llegada al teatro fue casual. Una amiga tenía un programa en la radio El Espectador hace años, aproximadamente en 1979, y me regaló entradas para ir a ver, en el Teatro Circular, la obra Eleanor Rigby. Quedé muy impresionado, me encantó la música, los actores tan cerca de los espectadores, el teatro como manifestación artística en general, me fascinó.

Años después, cuando llegó El Galpón del exterior, me presenté a realizar un curso en la escuela, dictado por Arturo Fleitas. Él era ayudante de dirección en la primera obra que El Galpón hizo en el país luego de su regreso: El círculo de tiza caucasiano, de Bertolt Brecht. La música era de Leo Maslíah, y en una de las escenas había una canción que era muy compleja y los actores del elenco dijeron que no la podían cantar. Entonces Arturo me preguntó a mí si podía cantarla y así fue cómo ingresé a la obra y al teatro en general. Con el tiempo fui aprendiendo —y siempre sigo aprendiendo— esta profesión actoral.

-Músico, docente y actor… ¿Vivís tus tres profesiones con la misma intensidad?

-Sí, creo que vivo las tres profesiones con la misma pasión. Yo empecé como músico y cantante, realizando presentaciones en boliches, integrando orquestas, haciendo carnaval durante muchísimos años. Era tan importante para mí la música que destiné años a formarme en la escuela de canto lírico de Gloria De León. Muchos años después, comencé a ayudar a compañeros actores que tenían problemas de afinación y de canto, y descubrí que me gustaba mucho la docencia, y desde entonces sigo enseñando a cantar. Respecto al teatro, cuando me fui a vivir al interior tuve que dejarlo durante un tiempo, pero, en cuanto regresé a Montevideo, volví a él, sencillamente porque siento que yo soy eso: un actor.

-¿Por qué las personas deben aprender a cantar?

-Porque cantar es un fenómeno que conecta con el interior, con el verdadero ser, con el corazón, donde se acumulan las emociones. La gente canta cuando está feliz, canta cuando está triste, canta… Las vibraciones del canto ayudan a canalizar la alegría, a descomprimir las angustias, logra un ordenamiento emocional, un equilibrio interior. No es que todas las personas deban aprender a cantar, sino que pueden aprender y así lograr ese goce interior. No es posible cantar si no estamos en armonía; y ocurre que, cuando estamos cantando, eso lo logramos, por eso es que se disfruta tanto.

-¿Por qué se aborda tan poco la comedia musical en nuestro teatro?

Porque es un género muy costoso, primero que nada. El Uruguay es un país pequeño, con un público acotado. La comedia musical es un género multidisciplinario en el que participan muchos actores. Por otra parte, si bien en las escuelas de teatro se brinda formación en disciplinas como el canto y el baile, considero que no es suficiente, porque las comedias musicales exigen una profunda preparación.

El espectador necesita que le presenten un espectáculo profesionalmente impecable y por ello no es posible que, cuando se hace un musical, exista condescendencia ante las débiles performances de los actores, basada en la idea de que por ser un actor, no tiene porqué cantar tan bien. Lo mismo ocurre en la ópera, nos molesta ver excelentes cantantes que actúan muy mal. Por suerte, actualmente, existe una revalorización del género, una apuesta a la formación más integral de los jóvenes actores. Y esto no está ocurriendo solo en las escuelas tradicionales, conozco algunos colegios, como el British, que hacen puestas de obras musicales. O la escuela de Trochón, que prepara a nuevas generaciones en el canto, el baile y la actuación.

Yo apuesto a que este género se desarrolle más en el país. Hay mucho público al que le encanta esta expresión, que disfruta de ella; y, si bien no dejarán de ser costosas, quizás podamos desarrollar buenas obras que atraigan a mayor público.

¿En qué proyecto estás ahora?

En estos días estoy representando, en El Galpón, la obra de Shakespeare Medida por medida, dirigida por el francés Laurent Berger; y además, estoy preparando la suplencia de Héctor Guido en la obra de Santiago Sanguinetti Bakunin sauna. La vamos a presentar en el festival de Manizales, en Colombia. Además sigo dando clases de canto y haciendo música.

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