Graciela Escuder: “Las resonancias pegan duro, y si bien la historia ocurre lejos en el tiempo y en el espacio, los relatos no pierden vigencia”

Teatro / 29 septiembre, 2021 / Luis Vidal Giorgi

Graciela Escuder, que ha desarrollado una extensa actividad en el Teatro El Galpón como actriz, directiva y directora, y de quien podemos ver actualmente en streaming la obra Todo por culpa de ella, del autor ruso Andrei Ivanov, ahora estrena una obra del autor rumano-francés Matei Visniec, autor del cual El Galpón puso en escena la conmovedora obra La palabra progreso en boca de mi madre sonaba tremendamente falsa. Entrevistamos a Escuder sobre el nuevo estreno de Visniec, autor que ha dicho: “Tres obras escribí que tratan el tema del horror de la guerra, sin embargo no busco juzgar, busco entender”.

-El título del espectáculo El cuerpo de la mujer como campo de batalla, alude a ensayos y testimonios que se han elaborado desde las ciencias sociales sobre las distintas formas de violencia que se han ejercido sobre las mujeres en determinadas situaciones de opresión. ¿Cuáles son los materiales testimoniales y teóricos en los que te has basado para la elaboración de la obra? ¿Y cómo fue el proceso para su traslado a lo escénico?

La obra de por sí tiene mucho material informativo y de investigaciones como el de la antropóloga argentina Rita Segado, todos esos materiales impactan al lector pero se vuelve difícil de trasladarlos a la escena. El autor en forma inteligente se lo hace decir a los personajes, fundamentado en la profesión de psicoanalista investigadora de uno de ellos, posteriormente a la guerra en Bosnia, en la relación que entabla con una de las víctimas. Citaría a Elizabeth Wood en un artículo escrito sobre las investigaciones realizadas posteriormente a las guerras en Ruanda y en Bosnia:

“En todas las guerras se cometen crímenes de violencia sexual pero su ocurrencia varía dramáticamente. Durante el conflicto en Bosnia-Herzegovina, las fuerzas Bosnias Serbias cometieron abusos sexuales de las mujeres Bosnias Islámicas tan sistemática y generalizadamente que se constituyó en un crimen contra la humanidad bajo derecho internacional. En Ruanda, el Tribunal Criminal Internacional declaró la violación generalizada de las mujeres Tutsi como una forma de genocidio. Y la esclavitud sexual fue también una forma de violencia sexual prominente en el conflicto en la antigua Yugoslavia a comienzos de los años noventa. De acuerdo con una investigación de la Unión Europea, aproximadamente 20 mil niñas y mujeres fueron violadas en 1992 solamente en Bosnia-Herzegovina, muchas de ellas mientras se encontraban detenidas en instalaciones de detención de diversos tipos. Según la Comisión de Expertos de las Naciones Unidas, encargada de investigar la violencia en la antigua Yugoslavia, la “vasta mayoría de las víctimas eran musulmanas bosnias y la gran mayoría de los presuntos perpetradores eran serbios bosnios”. Las palabras clave entonces son violencia sexual, guerra, bandos armados, civiles. Creo que resumen el contenido de la obra.

¿Cuáles son los temas y las situaciones que se plantean?

Ocurre luego de la guerra de Yugoslavia el encuentro de dos mujeres en una clínica en Suiza, una psicóloga estadounidense y una mujer bosnia embarazada a consecuencia de una violación. La relación que se establece entre ellas deja en un momento dado la atención profesional que se espera para convertirse un conflicto personal, en el cual aparecerán las debilidades de ambas. La necesidad desesperada por conseguir abortar y la necesidad de buscar en un nacimiento la compensación de la búsqueda en los múltiples osarios que sembró la guerra. El enfrentamiento entre las dos mujeres se produce de manera peculiar, develando las fortalezas y las debilidades de cada una. Esta lectura me llevó a doblar los personajes, encontrando dos Kate y dos Dora, así se llaman, que se enfrentarán consigo mismas, en una suerte de “mirarse en el espejo”. Es interesante pensar que la obra la comenzamos a ensayar en el 2019, se interrumpió por la pandemia en el 2020, la retomamos a fines del 2020 y volvimos a cortar hasta agosto de 2021. En ese lapso pasó mucha agua bajo los puentes en nuestro país en relación a las temáticas que la obra recorre: violaciones, femicidios, Operación Océano, agregándose al gran debe de las mujeres violadas durante la dictadura… Las resonancias pegan duro, y si bien la historia ocurre lejos en el tiempo y en el espacio, los relatos no pierden vigencia.

Estos temas adquieren mayor fuerza con la vivencia narrada por quienes padecieron esa violencia. ¿Señalarías algún diálogo o alguna situación en particular que tenga esa fuerza conmovedora?

-Creo que este diálogo es significativo:

“Kate–. No quiero saber nada, Dora.

Dora–.Usted es de Boston.

Kate–. Sí.

Dora–. Eran cinco.

Kate–. No quiero saber nada, Dora.

Dora–. Vive en Boston, y pronto volverá a Boston.

Kate–. Sí, vivo en Boston, pero no pienso volver pronto a Boston.

Dora–. Eran cinco, pero no sé si eran musulmanes, croatas o serbios. En Bosnia, todos hablamos el serbocroata.

Kate–. Me tengo que ir ahora, Dora.

Dora–. Tiene que apuntar en su informe que no sé si eran musulmanes, croatas o serbios.

Kate–. Adiós, Dora. Me podés llamar cuando quieras.

Dora­­–. (Llorando) Vuelva a su casa, Kate. ¡Vuelva a su casa!

Dora–. Eran cinco.

En cuanto a la propuesta escénica y sus distintos rubros, incluyendo lo actoral, ¿qué destacarías de ese proceso creativo?

-Creo que la obra nos conmovió a todos y todas cuando la leímos, pero la puesta en escena exige desentrañar el cómo decir, sin dejarse llevar por la emoción y sí provocarla en el espectador.

Buscamos con el elenco la expresión que, aunque pareciera superficial y por momentos hasta cómica, proyectara lo terrible. El autor mezcla la información histórica, la investigación científica, la crítica a la manera desde los hombres de los Balcanes, las escenas íntimas, la conflictividad interna, de manera abrupta, y muchas veces sin continuidad. Es su estilo. Por lo que debimos trabajar mucho en ser fieles a ello. En ese sentido, las luces, la música y el vestuario se vuelven imprescindibles en el sostenimiento de una puesta despojada, en la cual las que pelean con las dificultades son las actrices.

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