Hay fiesta en lo de Momo
Carnaval / 30 enero, 2018 / Daniel Porteiro
Las noches de enero se pueblan de paseantes que no eligen la rambla. Salen a recorrer diferentes clubes donde se cuece el ensopado de Momo. Las noches de enero ya no son como las de antes. Antes al borracho se le decía “enero” porque no tenía un día fresco; pero ahora hay que llevar un abrigo, a veces llueve y las murgas aprovechan para adelantar el trabajo a puerta cerrada. Todo cambia y el “burro”, aquel rollo donde estaba escrita la letra para ensayarla, dejó paso al celular donde cada murguista lee el texto; claro, parecen ‘zombis’ mirándose la mano mientras cantan, pero ahorran tiempo y es muy gracioso verlos.
Es en enero que circula gente yendo a orejear cómo vienen las murgas y es un disfrutable paseo. Si son hinchas y están siempre allí, entonces puede que tengan el privilegio de ver cómo se va armando un espectáculo; pero ése es privilegio de pocos (si no no sería tal); a quienes van en tren de paseo lo que les interesa es tener un panorama, aunque sea incompleto, como para tener alguna idea y entrar en clima. Como esta nota. La experiencia indica que muchas veces lo que se vio en enero cambia en febrero, como si hubiera un portal del tiempo adonde se van a ensayar el rato necesario y vuelven, con todo listo, al día siguiente. Pero eso se da, en realidad, por el oficio de cada murguista para que el espectáculo pueda dar estos saltos cualitativos increíbles, como verdaderos acróbatas de ese arte. Y, afortunadamente o gracias a su permanencia, la mayoría de las murgas tienen gente de oficio. Este año el panorama es prometedor. Temas hay. Siempre hay tema. Este año tiene cosas muy jugosas, pero los que cocinan el texto ¿lograrán extraer la esencia?, ¿lograrán condimentar ingeniosamente la ensalada? Importa lo que dice la murga, pero más que nada, cómo lo dice. Se puede confiar que sí. La música es, este año también, uno de los puntos altos que traen los conjuntos. Y ésa es una invitación: disfrutar la gala musical de las propuestas y, por qué no, practicar el arte de la comparación y desentrañar los diferentes modos de hacer murga. Más aun cuando este año tenemos, además de un excelente nivel, algunas que nos dan la posibilidad de apreciar cosas que no estaban en el menú y que nos servirán para hablar de aspectos que años anteriores -por mencionar a todas- no comentamos.
Por ejemplo, lo que hace Falta y Resto con una cuerda de voces mitad femenina y mitad, más uno, masculina. Esto va más allá de un asunto de género; se trata del sonido de la murga. Porque una cosa es un coro sólo de hombres, de mayor potencia y notas graves, y otra cosa es sólo de voces femeninas que tienen menos densidad y más brillo. Y se sabe que el sonido a murga se generó por coros de hombres que, a veces, hasta forzaban la garganta y enronquecían la voz, dándole su característica. Sin embargo, la Falta ha logrado construir un coro de esencia murguera. La emisión de las mujeres en el coro es potente, se integra; las solistas ligan y modulan como cualquier murguista de años: en el decir, en la emisión, en el sostén de la nota. Bajo la dirección de Leandro Castro Lazaroff, el ensamble está bien empastado. No es que se trate de un coro típico, pero sí de un canto propio del género. Una oportunidad de ver mujeres realmente integradas y cantando murga. Presentan la “misa murguera” y dejan el formato narrativo que usaron los últimos años, para retomar el de los cuplés diversos, aunque todos tienen que ver con la temática: los mandamientos, el confesionario, el ateo, el dios Momo, las bendiciones y maldiciones. La Despedida (la Falta no canta retiradas), escrita por Raúl Castro, está dedicada a Daniel Viglietti.
Otro hecho que atrae la atención es el regreso al Carnaval de Álvaro García, letrista de Contrafarsa y hoy director de la OPP, quien escribe la Retirada de Cayó la Cabra. Hacen un cuplé sobre los futbolistas como uno de los levantamientos ante lo injusto, ya que su propuesta va por la búsqueda de la idea de revolución y ése es, también, el sentido del cuplé de los padres que se levantan contra la guía de educación sexual. En la Retirada es donde se repasan los caminos para cambiar la realidad y, con el habitual estilo de García en sus Retiradas, proyectando sueños a construir (“vendrán revoluciones a tu alrededor”), se redondea lo que la murga quiere decir. Es un grupo que ha consolidado su identidad. Domina cada vez mejor su tipo de humor, su forma de cantar y el rendimiento del coro ha mejorado claramente (las voces también crecen con los años). Su figura, Maxi Tuala, ha generado su público y ya es una murga que, si no estuviera presente, el Carnaval la extrañaría. Hay más novedades. Momolandia cambia bastante. Principalmente porque los textos los escribe Jimena Márquez, una mujer que domina el arte de escribir para murga, quizá sea la primera en esto. Ya cuando comenzó, muy joven, en Cero Bola, se notaba un manejo murguero en los libretos con la picardía, la sátira, el juego cómplice con el público. El dominio en este arte está potenciado, además, por el trabajo de Martín Angiollini en los arreglos y en la música, donde incluye composiciones inéditas. Cuentan “la propia historia” y no falta el cuplé sobre la violencia doméstica y sobre características típicas de los uruguayos. Hay más regresos. Luego de unos años de retiro vuelve La Mojigata. Mayoritariamente es el mismo plantel; con su habitual estilo irreverente, evidencian el entrenamiento de los letristas que manejan el humor en el programa de TV Ciudad “Después vemos”. Se aprecian cuplés más definidos que años anteriores, con menos sobreentendidos y temas más de veteranos como el de la jubilación, donde no sólo mencionan a los cincuentones (entre los que se incluyen) sino la imprescindible financiación futura (lo que sí os involucra). Se trata de una murga donde los textos, que logran criticar con humor, son la búsqueda principal. No son las únicas murgas que vale la pena ver. Hay que verlas todas. Y quizá disfruten más alguna de las que aquí no se mencionan porque este año la idea fue hablar de cosas que, habitualmente, no da el espacio para tratar y que, esta vez, resolvimos atender. Para hacerlo hubo que elegir algunas murgas y, ojalá, haya servido para aportar a la degustación del menú de este año. Cabe insistir, habrá una buena oferta y muy variada; especialmente en lo musical.
Temas más mencionados Gana por lejos Sendic. Si cobrara por su mención capaz que podría dar una buena mano al erario público. Lo nombran todas y cada una a su modo; lo gastan, en ambas acepciones del término. Hasta están las Cabras que ni se molestan pero cumplen: “se nos terminó el salpicón y no hablamos de Sendic”. Los personajes preferidos son Sendic, Novick y Trump: estaban cantados (en ambas acepciones del término). Bueno, pero en Carnaval la gracia es el cómo y es ahí donde cada letrista muestra su virtud. Como en los últimos años, más que del ámbito político se tratan temas de corte socio cultural; por cierto que también implica una mirada política, sólo que ha ido cambiando el foco y parecerían estar implícitas dos ideas centrales: que los políticos no son los únicos responsables de resolver las cosas y que podemos esperar más de nosotros mismos, porque los cambios están más en nuestras manos. En estos temas los más repetidos son la violencia doméstica; así, más como violencia doméstica que en tono de igualdad de género y este concepto se repite en varias murgas (Momolandia, Curtidores de Hongos, La Clave). La situación de los cincuentones y la jubilación. Desde aquí llegan a otros derivados, como la solidaridad en el retiro laboral o la justicia social. El movimiento de los futbolistas “Más unidos que nunca”, levantados contra la dirección de su gremio y, a partir de ahí, la extensión del tema tanto a otros gremios como a todo el fútbol y los intereses en juego. La guía de educación sexual parte de lo puntual sucedido el año pasado y, como en todos, da lugar a otros desarrollos que abren la reflexión jocosa sobre el tema, incluyendo a los propios padres. Cambiar el mundo podría ser el concepto que abarque los diferentes enfoques que tienen esa orientación. Entre ellos tenemos desde la crítica al sentido común y a los modelos que manejamos, como hacen los Pasteles; cambiar a paradigmas que orienten hacia otros valores, que es por donde va La Trasnochada; o buscar en dónde se expresa la idea de revolución, como se plantean las Cabras. Hay varias propuestas que son denuncias que buscan la reflexión. Además de la violencia doméstica, la violencia en general internalizada en la sociedad es expuesta por La Clave; la actitud de conformarse a través de la queja y no hacer algo aunque sea poco es la cuestionada por Los Patos Cabreros.
Murgas que concursan
Araca la Cana
Cayó la Cabra
Curtidores de Hongos
Doña Bastarda
Falta y Resto
La Bohemia
La Clave
La Gran Muñeca
La Línea Maginot
La Margarita
La Mojigata
La Trasnochada
La Venganza de los Utileros
Los Patos Cabreros
Los Saltimbanquis
Metele que son Pasteles
Momolandia