LIBRE

Triple traición (Ciclo)

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JACKIE BROWN

Estados Unidos, 1997

Dirección: Quentin Tarantino

Guión: Quentin Tarantino, sobre novela de Elmore Leonard. Fotografía: Guillermo Navarro. Producción: Band Apart, Miramax, Lawrence Bender Productions. Elenco: Pam Grier, Samuel L. Jackson, Robert De Niro, Robert Forster, Bridget Fonda, Michael Keaton, Michael Bowen, Chris Tucker, Lisa Gay Hamilton, Tommy ‘Tiny’ Lister, Sid Haig, Aimee Graham.

Duración: 154 minutos

Hay una novela del excelente autor de serie negra (y de westerns) Elmore Leonard en la base del asunto, y hay una deliberada intención de Tarantino de homenajear también al género de la blaxploitation setentista, al elegir a la magnífica Pam Grier como protagonista de su intriga. Grier, quien en los años setenta sufrió toda clase de vejámenes en películas de bajo presupuesto sobre cárceles de mujeres tiranizadas por guardianas lesbianas, es aquí una azafata de vuelo que necesita dinero y hace de correo para un mafioso buscado por la policía. Un día es sorprendida en la aduana y acusada de tráfico de drogas y evasión de capital. Sólo podrá evitar su ingreso en prisión, si acepta una propuesta de la policía: ayudarles a llegar hasta el villano principal.
Aunque el desarrollo de la película es bastante clásico, no sería de Tarantino si no contuviera algunos tarantinismos: una misma acción contemplada desde dos ángulos diferentes (a la manera de Casta de malditos de Kubrick, película que por otra parte influyó bastante en Perros de la calle), esos diálogos absurdos y descabellados en medio de una situación tensa, la violencia que estalla en los momentos más inesperados (que está sin embargo más controlada que otras veces). Es posible que la inspiración en Leonard haya influido en otro aspecto de la película: los personajes son menos caricaturales, más sólidos psicológicamente, más creíbles por decirlo de algún modo, que en el Tarantino promedio. Por supuesto, el diálogo incluye algunas alusiones al cine barato que al director le encanta (por ejemplo, las películas de John Woo), y la objeción de que es “más lenta” que otras de sus películas debe ser desechada rápidamente: a Tarantino le importa dibujar mejor a los personajes, y no limitarse a matar gente. Los hace con un considerable oficio cinematográfico que confirmará su genialidad ante sus admiradores, hará que la gente que lo odia lo siga odiando, y que quienes piensan que no es un genio pero que posee considerables dosis de ingenio sigan pensando lo mismo.

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